ESTE DOLOR y3

ESTE DOLOR y3
ESTE DOLOR y3

Une al gran coro de los mundos la nota de tu voz

Poeta modernista de notable espiritualidad, inicia Amado Nervo el poema “Pecar...”, que leeremos a continuación, contrastando líricamente la actuación del justo y la del pecador. El justo es música, verso, fragancia... Pecar es disonancia, piedra tirada en los caminos del amor, red de acero, jaula, para cortar el vuelo... Acaso la expresión literaria nos resulte algo distante, declamatoria. Pero responde a un corazón sincero y entregado, que vibra con la armonía del cosmos, convencido de que hay universales leyes que cumplir.

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No me resisto a citar dos estrofas de “Resurrección”, breve poema de “La amada inmóvil”, donde, en el primer aniversario de su fallecimiento, agradece a Dios el dolor que siente por la pérdida de su amada esposa Ana Cecilia Dailliez:

“Yo soy tan poca cosa, que ni un dolor merezco... / Mas tú, Padre, me hiciste merced de un gran dolor. / Ha un año que lo sufro, y un año ya que crezco / por él en estatura espiritual, Señor. // ¡Oh Dios, no me lo quites! Él es la sola puerta/ de luz que yo vislumbro para llegar a Ti. / Él es la sola vida que vive ya mi muerta: / mi llanto, diariamente, la resucita en mí. “


PECAR...


En la armonía eterna, pecar es disonancia;
pecar proyecta sombras en la blancura astral.
El justo es una música y un verso, una fragancia
y un cristal.

En la madeja santa de luz de los destinos,
pecar es negro nudo, tosco nudo aislador.
Pecar es una piedra tirada en los caminos
del amor...

Pecar es red de acero para el plumaje ingrávido;
membrana en la pupila que quiere contemplar
el ideal; parálisis en el ensueño, ávido
de volar.

 ¡Oh, mi alma!, ya no empañes tu pura esencia ignota;
no te rezagues de la bandada, que veloz
traza una gran “V” trémula en la extensión remota.
¡Oh, mi alma!, une al gran coro de los mundos la nota
de tu voz...

   PARA CRUZAR DESDE UNA A LA OTRA ACERA

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A nadie le gusta morir solo. Por eso, náufragos que estuvieron a punto de perecer, confiesan, rescatados, que el pensamiento que más les angustiaba, perdidos en el océano, era morir sin un testigo, sin una mirada tierna, sin una cálida mano, sin una lágrima... José Agustín de Goytisolo reclama, en “El rostro que conjura”, miradas de cariño, tactos de amor: “Cuando llegue la hora de partir / que a su lado esté ella: que le mire / y que apriete su mano.” Le pide a Dios Torcuato Luca de Tena que, en la hora final, le dé la mano a la hora de cruzar los negros caminos de la muerte.   Sugerencia:pedir a Dios que te conduzca, ya desde ahora, como a un ciego, por el oscuro laberinto de la vida.

APRESURA, SEÑOR,
TIENDE TU MANO

Soy débil y me asusta la frontera
que separa una vida de otra vida.
La de aquí abajo me era conocida
y desconozco mi mansión postrera.
Para cruzar desde una a la otra acera
como soy ciego, he menester que un guía
me lleve suavemente de su mano
mientras dure la obscura travesía
y me ayude a alcanzar el meridiano
que conduce al eterno mediodía.

Si esa mano, Señor, fuera la Tuya,
con los hierros por siempre desclavados,
entonaré contigo el Aleluya
en alabanza a los resucitados.

Ya la muerte se acerca diligente.
Se ha sentado en mis sábanas y siento
sobre mi rostro el hielo de su aliento
y sus frías falanges en mi frente.

¡Apresura, Señor, tiende tu mano,
pues tiene miedo quien hiciste humano!     

    ME EXAMINARÁN DE AMOR

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Una lectura precipitada podría marginar la riqueza de estos versos. Pero el estilo lírico de Enrique García-Márquez es humorístico y juguetón, incluso en temas dramáticos como la propia muerte. Se adivinan convicciones de fe sobre la realidad de un examen de amor y la resurrección del cuerpo.  Sugerencia:hablar con Dios de mi muerte, del examen de amor, del nuevo cuerpo y nueva vida...

ÚLTIMA VOLUNTAD

El día que yo me muera
que no se organice un drama
ni se monte una tragedia.

A la tarde de la vida
me examinarán de amor
los hechos y la poesía

y aprobaré, así que nada
de agrias desesperaciones
ni de lutos ni de lágrimas.

Que den mi cuerpo a la tierra,
una oración a los Cielos
y mi escasa hacienda a Hacienda.

Si un concejal de Cultura
me editara un libro, vale,
más vale tarde que nunca.

 Y puestos a dar la lata,
yo quisiera de epitafio      
este canto de esperanza:

"Esperanza, compañeros,
las almas viven y encima
resucitarán los cuerpos".

   CON AGUA BENDITA DE CORAZÓN

ACQUA-PURA

 Como homenaje a quienes se santifican en los altares del dolor, y a tantos que dedican su vida a luchar contra la enfermedad y el sufrimiento, me gustaría proclamar, desde la colina blanca de la última página de la sección “Este dolor”,ocho bendiciones, tan necesarias como extendida está en nuestra sociedad la urgencia neurótica del placer, la huida del dolor, su compulsiva negación... Un día descubriremos, en la otra orilla del Misterio, la maravillosa riqueza de esas experiencias que ahora calificamos de absurdas, y que acaso entonces evaluaremos como los más hermosos diseños del tapiz de nuestras vidas. Sugerimos asomarse a mi página personal Nido de Poesía pulsando aquí.

BIENAVENTURANZAS DEL
HOMBRE QUE SUFRE

1. Bienaventurados los que lloran, porque sus penas se purifican con agua bendita
    de corazón.
2. Bienaventurados los dolientes que no se desesperan en el pavor de la tormenta, porque se les revelarán, más allá de las nubes, mil soles de alegría.
3. Bienaventurados los enfermos que hilan espacios blancos de silencio, porque se desplegará un día la crisálida de su contemplación y se levantarán con alas.
4. Bienaventurados los que descubren en la enfermedad mensajes para su alma, porque recorrerán caminos nuevos de claridad y asombro.
5. Bienaventurados los que abren sus brazos y su corazón a la Bestia del dolor, porque descubrirán, del otro lado de la piel del Ogro, latidos sagrados de ternura.
6. Bienaventurados los que sudan, pujan, jadean de sufrimiento, porque una nueva vida palpita ya por su esperanza.
7.Bienaventurados los que ponen su confianza en el Señor, porque no hay dolor tan grande que no pueda ser aliviado por el ángel del huerto de los olivos.
8. Bienaventurados los que secan la frente del hermano que sufre, porque
    descubrirán, entre los pliegues del pañuelo, el rostro de Cristo.

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9. LOS DEMÁS
1. Dios-Amor se hizo hombre en Jesucristo
AMAOS, de Manuel Alonso Alcalde
NADIE COMO EL QUE AMA, de Carmelo Guillén Acosta
2. Cuando nace un hombre
CUANDO NACE UN HOMBRE, de Ángela Figuera
LA LLAMADA, de Gerardo Diego
YO NO TENGO QUE IR A THAILANDIA, de Gloria Fuertes
3. Que te pasa lo que a Dios
AUTOBIO, de Gloria Fuertes
FIESTA DE VIVIR, de José María Fernández Nieto
HE CEDIDO MIS OJOS, de Torcuato Luca de Tena
y4. Pon al viento a volar tu corazón
LOS QUE NO DANZAN, de Gabriela Mistral
LA REPERCUSIÓN, de Leopoldo de Luis
HAZ DE MÍ UN INSTRUM. DE TU PAZ, atrib. a Fco. de Asís

10. ESTE DOLOR
1. Donde hay dolor hay terreno sagrado
ESTE DOLOR, de María Luisa Mora
LA VISITA DEL MAL, de Antonio Colinas
2. Pájaros desatados son las lágrimas
AY, SI NO FUERA POR…, de Pilar Paz Pasamar
ESTABA DIOS AQUÍ, de Francisco Garfias
UN BIEN, de Claudio Rodríguez
y3. Une al gran coro de los mundos tu voz
PECAR, de Amado Nervo
APRESURA, SEÑOR, TIENDE TU MANO, de Torcuato Luca de Tena
ÚLTIMA VOLUNTAD, de Enrique García Márquez

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