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ESTE DOLOR 2

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Pájaros desatados son las lágrimas

Pilar Paz Pasamar (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1933) dio a conocer sus primeros versos en un excelente poemario, “Mara”, publicado a sus 18 años. Por aquella época Juan Ramón Jiménez escribía de ella: "Hay una muchacha, Pilar Paz Pasamar, que ha escrito un poema excelente, magnífico, sobre Dios. Entre los jóvenes poetas encuentro de vez en cuando cosas excelentes. Ese poema es una joya. Esa niña es genial." Se refería, sin duda, al poema “Mara”, que nos estremece también hoy.

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Aquella jovencita siguió escribiendo valientes poemas sobre la Presencia de Dios en el mundo, en su mundo de mujer, de esposa, de madre. Sus versos, profundamente cristianos y rebeldes, integran armoniosamente los dos vectores de la espiritualidad: pies con raíces en lo cotidiano y brazos en ala que acarician estrellas.

En el poema de Pilar que presentamos hoy, escribe la jerezana una sentida oda al llanto (“Ay, si no fuera por…)”, que tan necesario es para desintoxicar corazones que sufren. Jesús se compadecía de personas con lágrimas y él mismo en varias ocasiones lloró (Lc 19,41...). Sugerencia:Victor Hugo redactó nuevas Bienaventuranzas: “Vosotros los que lloráis, venid al Dios que llora...” ¿Por qué no levantar las manos y el corazón como Moisés (Ex 17,12), y suplicar paz y justicia para quienes sufren violencia y dolor en el mundo?

¡AY, SI NO FUERA POR...!

¡Ay, si no fuera por

esta pequeña cosa que es el llanto!

Quizás sucumbiríamos

bajo el peso agobiante de la pena.

El llanto es la compuerta

que en la acequia del rostro le abre paso

a la serena cal del sufrimiento.

Si llorásemos, solos, hacia adentro,

¡qué interna inundación de resquemores!

¡Qué apretada la pena sin salida!

El dolor sabe a sal, tiene el marino

sabor del arrecife y de la playa.

Nos alimenta su consuelo

fluvial, nos lo bebemos

a veces, y regresa

desde las comisuras de los labios

al asilo de sangre

donde la pena alberga su estallido.

El llorar es el modo

de liberarse del dolor,

pájaros desatados son las lágrimas,

peces por la corriente de la pena,

puro escapar, forma de liberarse

y volver, retornar a la batalla

agrandados, dispuestos,

gracias a esa pequeña,

sencilla y dulce cosa que es el llanto.

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LA MANO TOCA EL CIELO Y NO LO SABE

Estremecedores versos de Francisco Garfias sobre una mujer creyente enferma de cáncer, transparentando a Dios en su lecho de luz y santidad. Recorre varios sentidos, sobre todo la vista y el oído y el tacto. Y refiriéndose a un místico “matrimonio espiritual” con Dios entre las sábanas, observa: “le crecía, abrazándole...” Me vais a permitir que cite a Emmanuel Mounier, filósofo francés, que refiere la muerte por encefalitis de su hija Francisca, de solo dos años: “¿Qué sentido tendría todo esto si nuestra pequeña enferma no fuese más que un pedazo de carne abismada no se sabe dónde, un poco de vida accidentada, y no esta pequeña hostia blanca que nos sobrepasa a todos, una infinidad de misterio y de amor?” También se refiere Garfias a su enferma amiga y escribe: “Se llenaba toda de un Dios multiplicado / como se llena una hostia grande...”

ESTABA DIOS AQUÍ

Ocurre a veces que la mano toca

el cielo y no lo sabe.

Estaba Dios aquí. ¿Lo habéis sentido?

Estaba en la sonrisa de aquella flor del cáncer.

Ella no lo sabía del todo, pero a veces

le exaltaban tumultos de Dios por todas partes.

Tanto que repartía Dios en cada mirada.

Tanto que entre las sábanas le crecía, abrazándole,

y se llenaba toda de un Dios multiplicado

como se llena una hostia grande.

Ocurre a veces que la mano toca

más allá de la muerte y no lo sabe.

Estaba Dios aquí. ¿No lo habéis visto?

Y al callarnos se oía

la Eternidad crujiéndole en la sangre.

A VECES, MAL VESTIDO UN BIEN NOS VIENE

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En anterior poema recibíamos “La visita del mal”. ¿Solución?: no te dejes vencer por el mal, sino vence al mal con abundancia de bien... Recibimos ahora la visita del Bien en versos de Claudio Rodríguez. Su aspecto es de insignificancia. Pero viene cargado de dones; el más importante: aplicar levadura a nuestros ojos para ver la verdad. Sugerencia:¿no será Dios, Bien Supremo, quien viene disfrazado? ¿Por qué no leerle y rezarle el poema desde “Quiero ver, pedirte ese oro...” hasta el navideño final?

UN BIEN

A veces, mal vestido un bien nos viene;

casi sin ropa, sin acento, como

de una raza bastarda. Y cuando llega

tras tantas horas deslucidas, pronto

a dar su gracia, no sabemos nunca

qué hacer, ni cómo saludar, ni cómo

distinguir su hacendoso laboreo

de nuestra poca maña. ¿Estamos sordos

a su canción tan susurrada, pobre

de notas? Quiero ver, pedirte ese oro

que cae de tus bolsillos y me paga

todo el vivir, bien que entras silencioso

en la esperanza, en el recuerdo, por

la puerta de servicio, y eres sólo

el temblor de una hoja, el dar la mano

con fe, la levadura de estos ojos

a los que tú haces ver las cosas claras,

lejanas de su muerte, sin el moho

de su destino y su misterio. Pisa

mi casa al fin, recórrela, que todo

te esperaba. Yo quiero que tu huella

pasajera, tu visitarme hermoso

no se me vayan más, como otras veces

que te volví la cara, en un otoño

cárdeno, como el de hoy, y te dejaba

morir en tus pañales luminosos.

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9. LOS DEMÁS

1. Dios-Amor se hizo hombre en Jesucristo

AMAOS, de Manuel Alonso Alcalde

NADIE COMO EL QUE AMA, de Carmelo Guillén Acosta

2. Cuando nace un hombre

CUANDO NACE UN HOMBRE, de Ángela Figuera

LA LLAMADA, de Gerardo Diego

YO NO TENGO QUE IR A THAILANDIA, de Gloria Fuertes

3. Que te pasa lo que a Dios

AUTOBIO, de Gloria Fuertes

FIESTA DE VIVIR, de José María Fernández Nieto

HE CEDIDO MIS OJOS, de Torcuato Luca de Tena

y4. Pon al viento a volar tu corazón

LOS QUE NO DANZAN, de Gabriela Mistral

LA REPERCUSIÓN, de Leopoldo de Luis

HAZ DE MÍ UN INSTRUM. DE TU PAZ, atrib. a Fco. de Asís

10. ESTE DOLOR

1. Donde hay dolor hay terreno sagrado

ESTE DOLOR, de María Luisa Mora

LA VISITA DEL MAL, de Antonio Colinas

2. Pájaros desatados son las lágrimas

AY, SI NO FUERA POR…, de Pilar Paz Pasamar

ESTABA DIOS AQUÍ, de Francisco Garfias

UN BIEN, de Claudio Rodríguez

y3. Une al gran coro de los mundos tu voz

PECAR, de Amado Nervo

APRESURA, SEÑOR, TIENDE TU MANO, de Torcuato Luca de Tena

ÚLTIMA VOLUNTAD, de Enrique García Márquez

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