MISTERIO PASCUAL 1

MISTERIO PASCUAL 1
MISTERIO PASCUAL 1

Es la fiesta de la Resurrección

Dedicamos estos poemas al misterio central de nuestra fe: la muerte y resurrección de Cristo, que se resume bien en el kerigma apostólico de Pedro en Jerusalén: “A Jesús Nazareno, hombre a quien Dios acreditó entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sabéis, lo matasteis, clavándole en la cruz por manos impías, entregado conforme al designio previsto y aprobado por Dios. Pero Dios le resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte...” (He 2,22–15).

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EL EPISODIO DE EMAÚS
ejemplifica, muy plásticamente, la experiencia pascual de dos vecinos (Lc 24,13–35). El Domingo por la tarde regresaban desalentados a casa, cuando se les aproxima un caminante, con quien conversan sobre lo que acaban de vivir: la crucifixión de Jesús “profeta poderoso en obras y en palabras, aceptado tanto por Dios como por el pueblo entero...”. Y refieren que han transcurrido dos días desde su muerte y algunas mujeres dicen que la tumba está vacía y que vieron ángeles. El forastero, que era Jesús, pero no le habían reconocido, les explicó las Escrituras y cómo era necesario que el Cristo padeciera para entrar en su gloria...

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CRISTO RESUCITADO ESTÁ CONTIGO. Sabéis también el final: por la forma de partir el pan reconocieron, aunque tarde, que el peregrino era Jesús. Se decían: ¿No sentíamos arder nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba la Escritura? Abierto el Evangelio, el orante suplica a Dios más fe, más esperanza. No tardará en llegarle la presencia de Alguien que, aunque no puede ver, sabe que de verdad está ahí, a su lado. Le reconoce como el Resucitado. Ha venido a traerle la paz (Lc 24,36) y la alegría (Jn 20,20). No tiene prisa. Arde su corazón como el de los discípulos de Emaús. Y siente que también su esperanza y sus sueños están resucitando un poco cada día.

Lo explicará mejor Martín Velasco:“Orar no es en sustancia más que encarnar en gestos y palabras la aceptación de la presencia de Dios que sucede en el fondo del alma y en medio de la vida. Y orar cristianamente es reconocer, gracias al Espíritu, la presencia salvadora de Dios, que se ha revelado en la muerte y la resurrección de Jesucristo.”

BANQUETE DE POBRES

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  Iniciamos el Triduo Pascual con un poema de Victor Manuel Arbeloa, sencillo y popular pero teológicamente intenso. Se trata de una oración a Cristo en la Eucaristía, que resume en pocos versos el Misterio Pascual. Me gustaría destacar el sentido comunitario de la segunda parte. A lo largo de esta antología hemos venido priorizando la Oración personal, la Contemplación silenciosa. Pero, incluso en el espacio íntimo de la espiritualidad privada, sería conveniente sentirse acompañado por santos ya en el cielo, y también por hermanos peregrinos, como nosotros, por los senderos del mundo. Sugerencia:¿Por qué no leer el texto en voz alta, como si estuvieras rezando en compañía de alguien? A lo mejor a alguno de vosotros le parecería interesante realizar, en este momento, una emotiva Comunión Espiritual.

VIVES EN EL PAN

 Vives en el pan
roto y compartido.
Vives en la copa
redonda de vino.

Botín de mendigos.
Compañero fiel,
amigo entre amigos.
Vestido de vientos
y sol de domingo,
moreno de viñas,
y hermoso de trigos.
Muerto por los hombres
y en los hombres vivo.
Cuando nos juntamos
te abrimos caminos
y vienes y pasas
alegre y activo
por todas las cosas
por todos los sitios.
Cantamos tu muerte:
el definitivo
triunfo de la vida
por mundos y siglos.
Cantamos la muerte
fatal del destino.
Cantamos la fiesta
final del sentido.

Vives en el pan
roto y compartido.
Vives en la copa
redonda de vino.

  PERO NO SÉ QUÉ MIRAS AL MIRARME, DIOS MÍO

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Impresionante soneto de Antonio Carvajal, exquisito y arriesgado siempre. Nos impacta emocionalmente la lectura del texto porque es Jesús mismo quien está pensando, sintiendo y expresándose, como aturdido (“Tengo un corazón vacío”). Si en el primer cuarteto nos informa que no sabe qué mira la gente, se dirige, en el siguiente, angustiado al Padre, sin entender nada (“Pero no sé qué miras al mirarme, Dios mío”). Veamos el texto bíblico sobre el que se apoyan estas desesperadas expresiones de Jesús: “Jesús gritó con voz fuerte: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Marcos 15,34). Los tercetos finales se refieren a la sed, una sed terrible, una sed total. El último verso del poema (“y es un alma sin Dios, pero de Dios sedienta”) nos facilita claves de lectura: ¿abandono de Dios, obediencia a su voluntad? Oigamos finalmente el último grito que nos ofrece la Biblia: “¡Todo está cumplido!” (Juan 19,30). Sugerencia:podrían leerse, meditarse, contemplarse estos versos frente a una imagen del Crucificado. Gracias por todo, Jesús. Te amo...

TENGO SED

Desde lejos escucho unas voces clamando.
No sé qué dicen. Tengo mi corazón vacío.
Desde lejos los miro. Sé que me están mirando.
No sé qué miran. Tengo mi corazón vacío.

Desde la cima estoy sangrando, estoy clamando
y sé que no me escuchas, que me dejas, Dios mío.
Y sé que tú me miras. Sé que me estás mirando.
Pero no sé qué miras al mirarme, Dios mío.

Y tengo sed. Y tengo la boca como llaga,
la boca como tierra por la lluvia negada,
el alma como llaga de la tierra sedienta.

Y es mi cuerpo sin lágrimas una boca, una llaga,
una tierra reseca por la lluvia negada,
y es un alma sin Dios, pero de Dios sedienta.

 Y ASÍ, CON LA MIRADA EN DIOS PRENDIDA...

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Místico soneto de Rafael Sánchez Mazas, dedicado a Miguel de Unamuno. Se inicia con una mirada al Crucificado, una mirada profunda, contemplativa, responsable, que desemboca en compungido llanto. También labios y voz se arrepienten y cantan, se reconcilian y rezan. Y así, sin decir nada, sin hacer nada, sólo amando y dejándose amar, más allá del tiempo, la luz, la gente..., estaría ya dispuesto el orante al descanso final entre Dios y sus ángeles... Como es central la mirada en este poema, me permitiréis aludir a una de las experiencias de mirada más impresionantes de la literatura, cuando, habiendo salvado la vida Sánchez Mazas en su fusilamiento, y huyendo campo a través, le descubre uno de sus perseguidores. Así lo cuenta Javier Cercas en su famosa novela “Soldados de Salamina”: “En algún momento mi padre oyó un ruido de ramas a su espalda, se dio la vuelta y vio a un miliciano que le miraba. Entonces se oyó un grito: ¿Está por ahí?” Mi padre contaba que el miliciano se quedó mirándole unos segundos y que luego, sin dejar de mirarle, gritó: “¡Por aquí no hay nadie!”, dio media vuelta y se fue”.

DELANTE DE LA CRUZ...

 Delante de la Cruz, los ojos míos,
quédenseme, Señor, así mirando
y, sin ellos quererlo, estén llorando
porque pecaron mucho y están fríos.

 Y estos labios, que dicen mis desvíos,
quédenseme, Señor, así cantando
y, sin ellos quererlo, estén rezando
porque pecaron mucho y son impíos. 

Y así, con la mirada en Vos prendida,
y así, con la palabra prisionera,
como la carne a vuestra cruz asida,

quédeseme, Señor, el alma entera,
y así clavada en vuestra cruz mi vida,
Señor, así, cuando queráis, me muera.

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POESÍA PARA MEDITAR
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13. MISTICISMO
1. Todo tu cuerpo estará luminoso
NO FUI YO POR MI ESFUERZO, de Ángeles Gómez Pascual
EL SER QUE HABITA EN MÍ ME VA CREC., de Gómez Pascual
DISUELTA EN TI MI VIDA, de Ángeles Gómez Pascual
2. En ti me muevo, existo y soy
EN TI ME MUEVO, EXISTO Y SOY, de Pilar Paz Pasamar
VIOLENCIA INMÓVIL, de Pilar Paz Pasamar
AYER ME HUNDÍ, ME PUDO LA TRISTEZA, de Á. Gómez Pascual
3. Se me llenó de Dios toda la casa
PRIMAVERA, de Luis Álvarez Lencero
GRACIAS, SEÑOR, de Álvarez Lencero
LOS CHOPOS, de Fina García Marruz
y4. Es preciso aguardar la noche mística
DESDE EL CENTRO DEL PÁRAMO, de Bartolomé Mostaza
PLEGARIA, de Bartolomé Mostaza
SALMO DE LLAMADA, de Bartolomé Mostaza
NADA TE TURBE, de Jesús Mauleón

14. MISTERIO PASCUAL
1. Es la fiesta de la resurrección
VIVES EN EL PAN, de Victor Manuel Arbeloa
TENGO SED, de Antonio Carvajal
DELANTE DE LA CRUZ, de Rafael Sánchez Mazas
2. Demos cuerda de fiesta al corazón
EN ESTA TARDE, CRISTO DEL CALVARIO, de Gabriela Mistral
RESUCITADO EN LA TIERRA, de José María Valverde
y3. Puesta la mano en el pecho
DIOS NOS HABLA A TODAS HORAS, de Ricardo León
EMAÚS, de Rafael Alfaro
JESÚS, de Gabriela Mistral.

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