Miguel d'Ors 7. ALGUIEN QUE NO ERES TÚ ME ESTÁ MIRANDO...

Ofrecemos hoy algunos versos de Miguel d’Ors sobre el amor de pareja. Buena conocedora de la obra del poeta, Ana Eire nos acerca información poco al uso, sobre la poesía amorosa de d’Ors. En su antología poética “El misterio de la felicidad” leemos:

“Su poesía amorosa habla de un amor adulto, estable, de casados, donde no hay muchas velas ni champán, y las sorpresas escasean, pero donde la pasión aparece y la emoción está siempre presente, porque no se puede vivir sin la otra persona, que es más parte de ti que ese otro "miguel d’ors" del que tanto ha escrito. En un momento en el que no estamos acostumbrados a palabras e imágenes amorosas que en su exceso no sorprenden ni inquietan, los poemas amorosos de d’Ors incomodan, pues rechazan los tópicos tradicionales de la poesía amorosa. En su inocencia aparente, estos poemas son una agresión a ideales sentimentales a los que todavía nos aferramos, y nos obligan a cuestionar nuestras ideas sobre el amor, la felicidad conyugal, las obligaciones románticas, etc.”

ALGUIEN ACARICIA MI VIDA CON TUS MANOS...

Explica d’Ors en su antología “Punto y aparte”: “No sé de ningún lector de “Esposa” que se haya dado cuenta de que este es un poema religioso. ¿Será por culpa de mi torpeza expresiva o de la falta de sentido de lo sagrado que caracteriza a esta época?" Estaremos nosotros de acuerdo, imagino, en que se manifiesta, en el pequeño retablo de estos versos, una comprometida declaración de amor y fe del poeta.

El amor de Dios hacia nosotros, como el de nosotros a Dios en la presencia sacramental del compañero, se hacen palabra, caricia, beso, música, sabor, perfume... Permitirá el amor llegar a descubrir la verdadera naturaleza angélica de la otra persona, su halo de divinidad. El amor nace limpio siempre de su fuente, que es el corazón humano, alumbrado por la gracia de Dios; por eso –explica Francisco Contreras– “lo que brota transparente de un corazón enamorado es ya una realidad divina”.

ESPOSA

Con tu mirada tibia

alguien que no eres tú me está mirando: siento

confundido en el tuyo otro amor indecible.

Alguien me quiere en tus te quiero, alguien

acaricia mi vida con tus manos y pone

en cada beso tuyo su latido.

Alguien que está fuera del tiempo, siempre

detrás del invisible umbral del aire.

HABLARÉ DE LA MARAVILLOSA ASPEREZA DE TUS MANOS...

Os invito a conocer otro poema de amor, provocador e inolvidable, “Madrigal de diario”, que rompe descaradamente el mito consumista de la mujer relimpia y guapa, acicalada y dispuesta. Amo “la maravillosa aspereza de tus manos” con detergente, tu “olor celeste a cebolla o sardinas”, tus “te quiero con estornudos, o con prisa o qué sueño...” Se desciende de la nube del tópico, se descubre la belleza de lo real. Te amo en tu entrega de cada día, en la diaria rutina del amor expresado en cuidados. Reflexiona de nuevo Eire:

“Conocemos la forma de amor de la que d’Ors escribe porque es común en la vida, pero se la relega a existir en la intimidad del ser sin expresión cultural. Por esa razón la subjetividad personal está en conflicto con ella; no la entiende, la subestima y malinterpreta. Llega a negarla y avergonzarse de ella. Al reinterpretar esa situación amorosa y darle expresión en su poesía, d’Ors la saca del armario, muestra la plenitud que puede tener y nos ofrece la posibilidad de entenderla –y entendernos– de otra manera.”

MADRIGAL DE DIARIO

Y ahora hablaré de la maravillosa aspereza de

tus manos cuando llegan a mi alma, directas,

desde el Vim-Clorex,

hablaré del olor celeste a cebolla o sardinas que tiene a veces tu ternura, de tus te quiero con estornudos, o con prisa o qué sueño,

de los cinco hijos que dan a cada gesto tuyo ese

inmenso trasfondo de años y habitaciones y

lágrimas y viajes,

ese inmenso trasfondo que tanto te embellece,

compañera de lunes, de martes, de heridas, de

sonrisas, de aniversarios secretos, de

Beethoven,

de papeles que lo lamentan mucho pero no,

compañera.

LAS ARDIENTES, LAS PERFECTAS NOCHES DE NUESTRO AMOR

Otro tema d’orsiano favorito es el erotismo, la sexualidad. Así, por ejemplo, se cierra el poema “¿Qué pueden saber ellos?”: ”y tú, colgada de mi ropa, ruges / como rugen las bestias de los documentales.” En “Inexplicable”, después de describir, sin piedad, declarados defectos de cada miembro de la pareja, nos sorprende la declaración final de un feliz erotismo: “¡Qué misterio que / de nuestras dos imperfecciones salgan / las hondas, las ardientes, las perfectas / noches de nuestro amor”. Escribe George Leonard: “Tenemos que conectar nuevamente el dormitorio con el resto de nuestras vidas, con la sociedad, con la naturaleza, y, quizá, con las estrellas...”