Roberto Cabral 2. ME PRESTASTE TUS OJOS PARA VERME

Nido de poesía: Nicolás de la Carrera
04 may 2015 - 09:05
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Al frente del post de hoy, imagen reciente de homenaje al poeta de Zacatecas en su región, en su ciudad. Me gustaría ampliar un poco la información sobre el fenómeno cultural del grupo de los Ocho Poetas Mexicanos. Quien nos lo refiere es el mismo Roberto Cabral, a solo dos años de su muerte. A la pregunta del entrevistador, Hernán González, sobre el sambenito de “poetas confesionales” con que se le borró del mapa literario de su época, responde el veterano lírico:

“–Mire, de 1950 a 1956 Dolores Castro, Rosario Castellanos, Alejandro Avilés, Efrén Hernández, Honorato Ignacio Magaloni, Octavio Novaro, Javier Peñalosa y yo nos reuníamos cada sábado con Alfonso Méndez Plancarte, sacerdote y humanista, pero sobre todo un promotor de la cultura literaria, en una especie de taller de poesía.

En el fondo, Méndez Plancarte quería que fuéramos "poetas católicos", pero en realidad estimuló enormemente nuestro quehacer y nos editó a todos en un libro bien intencionado, que a la postre acabó perjudicándonos, pues críticos de izquierda se apresuraron a calificarnos de sectarios, aunque en realidad Magaloni y Novaro eran bon vivants, Avilés y Peñalosa católicos, Rosario librepensadora, y Hernández y yo agnósticos sin fanatismos.”

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ACTUALIZADA EDICIÓN DE “CASA SOSEGADA”

Descubro con alegría que se celebró el año centenario con una remozada edición de “Casa sosegada”. Reproduzco datos de la publicación, de 492 páginas, editada naturalmente en el Fondo de Cultura Económica, donde trabajó el poeta:

“La antología poética del escritor zacatecano Roberto Cabral del Hoyo (1913 – 1999), compendia medio siglo de labor literaria de uno de los mejores exponentes mexicanos del soneto, quien formara parte del famoso Grupo de los Ocho Poetas. La publicación de la edición conmemorativa de “Casa sosegada” es también la forma de celebrar el natalicio de este poeta (1913 – 2013), que rompió esquemas en la escritura. Es un libro cuidado que resulta una verdadera joya tanto literaria como histórica, ya que esta recapitulación nos permite deleitarnos con la madurez literaria de Cabral del Hoyo, mientras somos testigos de su crecimiento como escritor de grandes vuelos. Para el posfacio, Maritza M. Buendía entrega un brillante análisis de la poesía del autor de Crónicas de familia.”

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ME PRESTASTE TUS OJOS PARA VERME

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Solemos descubrir nuestra apariencia física contemplándonos en un espejo. Para el reconocimiento de nuestra belleza interior, de nuestro yo personal, suelen jugar la familia y los amigos papel de espejos del alma. Sabemos, al fin, quiénes somos porque nos lo señalan aquellos que tan bien nos conocen. El amor de intimidad es, particularmente, una oportunidad única de autoconciencia y reconocimiento. Roberto Cabral, lúcido, honesto y enamorado, descubre cómo va enriqueciendo su autoestima la mirada profunda, la expresión sincera de la apasionada dama que de verdad le quiere.

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HASTA QUE TÚ, SONRIENTE...

Haberte amado fue lo mismo

que haber nacido nuevamente.

Hoy al través de ti todo lo miro,

y todo me sorprende.

No estaban las estrellas tan a tiro;

el agua no era así de transparente;

tan anchos, los caminos;

tan al alcance así, cuanto se quiere;

así los hombres, de sencillos;

Dios así, tan indemne.

Y nunca me había visto,

hasta que tú, sonriente,

como quien no hace nada, como un niño,

me prestaste tus ojos para verme.

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TE QUIERO ALTA EN TU VUELO

El enamoramiento es como un éxtasis de dos amantes, donde se fantasea, desde el corazón, a la otra persona, entronizándola en el altar de la belleza y el deseo, infinitos. Cuando, al fin, se aterriza en lo real del día a día, parece conveniente cierto distanciamiento, cierta aventura personal, y así facilitar, al tiempo, encuentros de gozo y pertenencia, de alegría de vivir desde la diferencia. “Te quiero para ti” (1962): delicioso poema de Cabral del Hoyo, generoso y gentil, valiente y feminista. Clausura Agustín García Calvo sus populares versos de “Libre te quiero” (pulsar) con la siguiente estrofa: “Pero no mía / ni de Dios, ni de nadie / ni tuya siquiera.” Y así de fervoroso se despide el poeta mexicano: “Para los siglos, para Dios te quiero / y no para el altar de mi egoísmo.”

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TE QUIERO PARA TI

Ya no te quiero para mí. Te quiero

alta en tu vuelo, recta en tu camino.

Dueña de tus canciones y tus sueños,

sembrar tu tierra y cosechar tu trigo.

Te quiero para ti, para tu hambre,

Corazon-153
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y no para saciar mis apetitos.

Plena como la muerte, viva como

la llama, madre para tus hijos.

Aun sin verlo, saberte realizada,

y no para amarrarte a mi destino.

Ya no para escucharte o que me escuches;

no por ser tu maestro o tu discípulo.

Ajena, si me puedes ser ajena,

y autora de tus libros.

Porque en mi corazón cabes entera,

con todos tus cariños.

No para darte, porque no eres mía.

Te quiero con los dos brazos caídos.

Más allá del amor y del recuerdo;

más allá de la muerte y del olvido.

Para los siglos, para Dios te quiero,

y no para el altar de mi egoísmo.

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ANÓNIMOS AMANTES VUELVEN A LATIR EN NUESTRO PECHO

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Con 84 años, cerca del final, hace balance de su vida el poeta zacatecano, y confidencia un recuerdo muy primitivo y trascendente: “Antes de que yo supiera leer, mi madre me leía a poetas de su tiempo: Darío, Machado, Nervo. Aprendí la grafía de muchas palabras viendo por encima de su hombro lo que ella estaba leyéndome. A los nueve años todavía creía en los santos reyes y me trajeron las obras completas de Gutiérrez Nájera.” En los versos de “Esas coplas”, se repite la experiencia inicial: el poeta realiza la lectura con hondo sentimiento, como hacía su madre (“han quebrado mi voz”) y la amada se emociona y solloza, como le ocurría a Roberto en la temprana escena (“se llenaron de lágrimas tus ojos”). Quien escribió hace 500 años las coplillas de amor, logra emocionar intensamente hasta derramar lágrimas reales a los amantes de hoy.

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ESAS COPLAS

Esas coplas escritas hace quinientos años

guardan aún intacta su virtud: esta noche

han quebrado mi voz, y se llenaron

de lágrimas tus ojos.

Anónimos amantes

que pasaron lo mismo que una ola

cobran vida al calor de las estrofas,

y en nuestro pecho conturbado vuelven

a latir sus antiguos corazones.

Confiemos al poema nuestro amor, amor mío,

y durará más que nosotros.

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ROBERTO CABRAL DEL HOYO

Insigne poeta, formó parte del histórico

grupo Ocho Poetas Mexicanos

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1. Nuestras dos gravideces

LOS ESPOSOS

ALABEMOS

SE DIJO QUE UNA MADRE HA MUERTO

2. Me prestaste tus ojos para verme

HASTA QUE TÚ, SONRIENTE

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TE QUIERO PARA TI

ESAS COPLAS

3. Siempre que logro darme por entero

EN LAS MANOS DE DIOS

LA FELICIDAD

MIENTRAS TÚ TE ILUMINAS

4. Y plenamente aún enamorado

ENAMORADO

LA DECLARACIÓN DE AMOR

EL MILAGRO

5. La sonrisa de Dios

LA SONRISA DE DIOS

TRÓPICO

EN LAS IGLESIAS OPULENTAS

6. Sangrando a borbotones

DE LA BELLEZA

EL MENSAJE PERDIDO

POLVO Y SUEÑO

7. Tal vez como a los pájaros me asistes...

DICHO CON ROSAS

UNA VEZ MÁS

PREMONICIONES

y8. Dos importantes poemas, para finalizar

PECADOS

AGUZO LOS SENTIDOS

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