SONETOS DE LUZ y4

SONETOS DE LUZ y4
SONETOS DE LUZ y4

¿Cómo puedo buscar si te poseo?

Iniciamos hoy la selección de cuatro últimos sonetos con versos de Javier de Bengoechea (Bilbao, 1919 – Guecho, Vizcaya, 2009). Licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto, ejerció la abogacía durante toda su vida, incluso hasta los 85 años. Crítico de arte y de teatro, dirigió el Museo de Bellas Artes de Bilbao. En su Antología religiosa de 1969, Leopoldo de Luis incluye versos de los dos poemarios iniciales del lírico vasco. Me refiero a “Habitada claridad” (1951), accésit del Premio Adonáis; y, años después, a “Hombre en forma de elegía”, esta vez sí, Premio Adonáis 1955. Se codeó con Celaya y Otero, su paisano bilbaíno, y hasta llegaron a confundir sus estilos: los dos eran magníficos sonetistas y le hablaban a Dios “en forma de elegía”. En 2006 se publicó su Obra Completa bajo el título “A lo largo del viaje”.

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Admiremos inicialmente el maravilloso soneto de Javier de Bengoechea“Estoy” . Quisiera subir hasta Dios el poeta vasco: me estiro, me rompo… Y nada. El cielo está muy arriba... He perdido pie, me agito ingrávido... ¡Oh no, no! Me pregunto ahora: ¿en dónde estoy, Señor...?  Y miro… “y estoy sobre la palma de Tu mano...”  Sugerenciade experiencia postural en dos tiempos: a) “Escóndeme a la sombra de tus alas...” (Salmo 17,8): imaginar, sentado, que estoy en un nido, amparado por las alas, el calor de Dios. b) “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23,46): Jesús recitaba en la cruz el Salmo 31... Tumbado/a en el suelo, sentir que todo tu cuerpo reposa confiadamente sobre las manos amorosas de Dios...

ESTOY

La escalera del viento hacia Tu altura,
se deshace en mis pies, y yo no puedo
subir, oh Dios, y sin subir, me quedo
flotando como pluma a la ventura.

¿En dónde estoy, oh Dios, o en qué postura
pondré mi vida, o cómo desenredo
los hilos de mi ansia, y me hallo, y cedo
–a quién, mi Dios– mi peso de amargura?

Así impaciente, por llegar, me estiro,
y me rompo la vida, y más me afano,
y arriba voy volando en un suspiro...

Mas Tu cielo es un velo tan lejano...
¿En dónde estoy, mi Dios, en dónde? Y miro,
y estoy sobre la palma de Tu mano. 

ESTA ES MI FE: COMULGO, LUEGO EXISTO

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Sabía José Luis Martín Descalzo que, por su grave enfermedad, le quedaba poco tiempo. Y quiso dejarnos su “Testamento del pájaro solitario”, al que pertenecen los versos de “Lo que veo”, su impresionante Credo póstumo. Saltaré, sin dudar, a tus brazos, Señor, porque tengo fe, tengo Luz y Veo. Sugerencia:“Más dentro estás de mí que lo más mío”, susurra el poeta místico. Podrías imaginar que Dios es como una Llama de Amor Viva (recuerda la zarza del Sinaí) que arde y palpita en tu pecho. Te llega del fondo del corazón la intuición “¡Dios mío y mi todo!”, que va creciendo y llenando todo tu ser. Te desborda, y se expande por la habitación, por tu ciudad, por el mundo. Tú también lo pronuncias: “¡Dios mío y mi todo!”

LO QUE VEO

Ahora que estamos solos, Cristo,
te diré la verdad: Señor, no creo.
¿Cómo puedo creerme lo que veo
si la fe es creer lo que no he visto?

Si oigo tu voz en mí ¿cómo resisto?
¿Cómo puedo buscar, si te poseo,
si te mastico, si te saboreo?
Esta es mi fe: Comulgo, luego existo.

No tendré que saltar sobre el vacío 
para llegar al borde de tus manos
o poner en tu pecho mi cabeza.

Más dentro estás de mí que lo más mío.
Conozco más tu voz que a mis hermanos.
Que es más cierta tu fe que la certeza.

¡VIVIR, VIVIR, OH DULCE EMBRIAGUEZ MÍA!

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En “Embriaguez” se presenta Dámaso Alonso enamorado de la vida. Borracho de gozo, recorrerá cada uno de los sentidos: oler, tocar, ver, oír, gustar. Y no faltarán a la cita ni la mujer ni el vino. Pero anhela más: un lago final donde embriagarse de Dios. Sugerencia:echa un vistazo a tu imaginado álbum de momentos felices, de recuerdos gozosos. Allí descubrirás, acaso, alguna experiencia religiosa cordial. Y evócala, como Dámaso, con tus cinco sentidos... Contempla la escena, escúchala, huélela, saboréala, acaríciala... Busca y encuentra la presencia del Señor en ella. Agradece y alaba...(Acaso te ayude pulsar aquí.)

EMBRIAGUEZ

Me embriago de aromas. Qué delicia,
campo recién llovido castellano.
Qué embriaguez, tocar, tocar...: mi mano
febrilmente las cosas acaricia.

No se sacia la vista que se envicia
en color, embriagada, oh mi verano.
Embriaguez de oír: ruiseñor, piano,
mar, selva, viento, multitud, noticia.

Me embriago de mujer, dulce marea
como un vino, y de vino me embriago.
¡Vivir, vivir, oh dulce embriaguez mía!

¡Qué has de entenderme, turba farisea!
La ebriedad de mi sangre busca un lago
final: embriagarme en Dios un día.

NOS HACE COMULGAR CON LA HERMOSURA

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Ocurre alguna vez que quedamos traspuestos, perdiendo la noción del tiempo y del espacio. Sólo, acaso, unos segundos, pero que nos marcan muy dentro. En la experiencia de Vicente Gaos algo tan sencillo como la luz y el viento adquieren protagonismo. La luz “delgada y pura” le acaricia muy hondo. También le mima el aire. Al fondo de todo, el Padre: “Dios llueve sobre el hombre dulcemente”. Acaso alcanzamos el don al leer un poema o al escribirlo. Sugerencia:recuerda un momento amoroso y feliz de tu vida. Redacta, en prosa o verso, un breve escrito sobre él, abandonándote a la emoción. Al final, se lo lees al Señor, se lo agradeces. “La poesía lo es tanto más cuanto mayor es su carga de religiosidad” (V. Gaos).

MOMENTO

No sé. Nadie lo sabe. Es el momento
mágico en que una luz delgada y pura
nos hace comulgar con la hermosura
del mundo. (Mientras pasa, leve, el viento...)

La tierra boga como un elemento
dichoso entre lo cósmico, segura
de su destino de astro. Y en la hondura
del corazón florece el sentimiento.

La luz llega hasta el fondo y acaricia.
El viento es una mano misteriosa,
una invisible mano en nuestra frente.

El mundo se redime en su justicia
de luz total. ¡Qué clara cada cosa!
Dios llueve sobre el hombre dulcemente.

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                               ÍNDICE de ENLACES: pulsar el título de un Enlace

11. VIDA Y TRASVIDA
1. Nos resucitará también a nosotros
ESTA NOCHE, de José Luis Hidalgo
ENFERMO, de Luis Álvarez Lencero
2. Hijo, es hora de abrazarte
ORACIÓN DE UN MORIBUNDO, de Teodoro Rubio
SEGUIRÁS CON NOSOTROS, de Pastoral de enfermos
PALABRAS DEL SER QUERIDO, de Pastoral de enfermos
3. ¿Cómo te dejará tu Cristo solo?
EN EL SEPULCRO, de José Jiménez Lozano
SOÑÉ QUE TÚ ME LLEVABAS, de Antonio Machado
ROMANCE DE LA FUTURA ALEGRÍA, de Rafael Alfaro
y4. ¿Verdad que no cojeas por el cielo?
JOVEN PARA SIEMPRE, de Jesús Mauleón
AHORA QUE LO HAS VISTO CARA A CARA, de Jesús Mauleón
YA LE HABRÁS DADO UN BESO ETERNAMENTE, de J. Mauleón

12. SONETOS DE LUZ
1. Quince sonetos como vidrieras de catedral
A UN LIBRO DE REZOS, de Luis López Anglada
ESTÁ LLORANDO, de Francisco Garfias
MI JUEZ, de Sagrario Torres
2. Tan puro el aire y tan posible el vuelo
LLEGADA A LA CIMA, de Luis López Anglada
LOS LABIOS TIEMBLAN, de Juan José Domenchina
REVELACIÓN, de Gerardo Diego
MILAGRO, de Javier de Bengoechea
3. Con las primeras luces a tu encuentro
ESTÁS AQUÍ, de Jacinto López Gorgé
VUELVE DIOS A SEMBRAR, de Ana María Romero
PRIMAVERA EN SILOS, de Gerardo Diego
SONETO DE LA LLUVIA, de Alfonso Albalá
y4. ¿Cómo puedo buscar, si te poseo?
ESTOY, de Javier de Bengoechea
LO QUE VEO, de José Luis Martín Descalzo
EMBRIAGUEZ, de Dámaso Alonso
MOMENTO, de Vicente Gaos.

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