Versos que BUSCAN A DIOS y3

Versos que BUSCAN A DIOS y3
Versos que BUSCAN A DIOS y3

Hombre de Dios me llamo. Pero sin Dios estoy

Hoy que nos preside el coloquio de la búsqueda de Dios la mexicana Griselda Álvarez, sugiero dar a conocer, en un primer momento, los tercetos finales del su poema “Antes de hundirme”: “El dios antropomorfo de mi infancia, / el dios castigador de mano firme, / o el dios prometedor de la abundancia, / o el dios que da la paz antes de irme. / Cualquiera que domine mi ignorancia. / Lo necesito ya. Antes de hundirme.”

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ÁLVAREZ, GRISELDA (Guadalajara, México, 1913 – México D.F., 2009). Licenciada en Letras españolas, después de haber publicado varios libros de poesía, dio a conocer, a sus 84 años, un sorprendente último poemario, “Sonetos terminales”, donde, en ágiles y descarnados versos, fue expresando sentimientos en vísperas del gran final... Primera mujer gobernadora en la historia de México, nos ofreció su testamento literario; abriendo el corazón en intensas llamaradas, nos dibujó un expresivo mural de ricos colores y admirable juventud.

LO ENCONTRARÉ EN LA CALLE

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Griselda Álvarez publicó en 1997, a sus 84 años, el poemario “Sonetos terminales”, donde hacía balance existencial de su vida (todavía vivió doce años más), destacando entre sus inquietudes la existencia de Dios y la trasvida. Lamenta ácidamente en los versos de “Búsqueda” cómo alguien violó la pureza de sus creencias religiosas de entonces. Admite la posterior decepción de una teología abstracta y deshumanizada, y reconoce que vive en el desierto de la soledad sin la divinidad. Espera encontrar un día por la calle –Niño sin pan– a Dios. Sugerencia:improvisar, en breve relato, la historia de mi fe.

BÚSQUEDA

Buscar a Dios desde la sombra densa
que arropó mi orfandad, cuando aquel día
alguien metió la duda, felonía
para violar el alma, llaga extensa.

 Canta la oscuridad del dogma. Tensa,
andando en infinita romería
con silogismos, causas, a porfía,
sin encontrarlo en abstracción intensa.

 Después, ya nada. Como un gran desierto,
la conciencia silente, sin que estalle
una luz sobre Dios a cielo muerto.

No hallaré su grandeza o su detalle.
Pero una noche de aguacero abierto
-Niño sin pan- lo encontraré en la calle.

ESTÁS ALLÁ, ENTRE NUBES, DONDE MI VOZ NO ALCANZA

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José María Valverde publica en 1945, a sus 19 años, su primer poemario Hombre de Dios. “Salmo inicial” abre la edición. Imagina a Dios entre nubes, y se presenta como marcada oveja del rebaño, sola, abandonada... Se perciben referencias a la búsqueda mística del Cántico de san Juan de la Cruz y del Cantar de los Cantares. Rastrea a Dios en la naturaleza, metáfora de la búsqueda interior. Sugerencia:Si estuvieras conmigo yo hablaría de cosas…” Describir cómo nos gustaría que fuera la amistad con Dios... ¡De eso se trata en la Oración!

SALMO INICIAL

Señor, no estás conmigo aunque te nombre siempre.
Estás allá, entre nubes, donde mi voz no alcanza,
y si a veces resurges, como el sol tras la lluvia,
hay noches en que apenas logro pensar que existes.

Eres una ciudad detrás de las montañas.
Eres un mar lejano que a veces no se oye.
No estás dentro de mí. Siento tu negro hueco
devorando mi entraña, como una hambrienta boca.

Y por eso te nombro, Señor, constantemente,
y por eso refiero las cosas a tu nombre,
dándole latitud y longitud de Ti.
Si estuvieras conmigo yo hablaría de cosas,
de cosas nada más, sencillas y desnudas,
del cielo, de la brisa, del amor y la pena.
Como un feliz amante que dice sólo: “Mira
qué pájaro, qué rosa, qué sol, qué tarde clara”,
y vierte así en la luz de los nombres su amor.

Pero no. Tú me faltas. Y te nombro por eso.
Te persigo en el bosque detrás de cada tronco.
Te busco por el fondo de las aguas sin luz.
¡Oh cosas: apartaos, dadme ya su presencia
que tenéis escondida en vuestro oscuro seno!
Marcado por tu hierro vago por las llanuras,
abandonado, inútil, como una oveja sola…
Hombre de Dios me llamo. Pero sin Dios estoy.

SIENTO QUE HAY ALGO MÁS…

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Tenemos sed de Dios. Somos una cascada ininterrumpida de deseos. Sed de ser más, sed de eternidad, sed de Absoluto. José García Nieto,  premio Nacional de Literatura 1951 y 1957 y Premio Cervantes 1996, suplica al Señor, en magnífico soneto, hacer realidad sus sueños de eternidad (“ser hombre es poco y se termina pronto”), sus ideales de felicidad. Ni siquiera el amor de pareja (“algo más que unas manos en las mías...”) llena absolutamente. Sugerencia:¿qué pedirías hoy a Dios para ser más feliz? ¿Qué pedirías para la humanidad? No olvidemos el estimulante pensamiento de san Agustín: “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”.


ALGO MÁS ESTOY SIENDO...

Algo más estoy siendo que mis días,
algo más que mi nombre, y más que todo
lo que intento deciros de algún modo;
algo más que unas manos en las mías.

Siento que hay algo más... ¿No será el frío
de no sentirlo en mí, de no tocarlo
con mis dedos? Los labios al nombrarlo
dicen que hay más y lloran su vacío.

Porque ser hombre es poco y se termina
pronto. Ser hombre es algo que adivina
la mirada detrás de cualquier llanto.

Exijo que haya más. Dime, Dios mío,
que hay más detrás de mí, que hay algo mío
que ha de ser más por desearlo tanto.

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ÍNDICE de ENLACES: pulsar el título de un Enlace

Versos que BUSCAN A DIOS
1.  Abrir los ojos y mirar
CANCIÓN DE MI CEGUERA, de Francisco Garfias
ES UNA TARDE CENICIENTA Y MUSTIA, de Antonio Machado
SEÑOR, QUE ME HAS PERDIDO LAS GAFAS, de J. A. Muñoz Rojas
2.  Golpeado por la luz de las estrellas
LAS MANOS CIEGAS, de Leopoldo Panero
SIN LA MANO DE DIOS, de María Elvira Lacaci
ESTO ES LARGO Y OSCURO, de José Antonio Muñoz Rojas
y3.  Hombre de Dios me llamo, pero sin Dios estoy
BÚSQUEDA, de Griselda Álvarez
SALMO INICIAL, de José María Valverde
ALGO MÁS ESTOY SIENDO, de José García Nieto

Versos que ENCUENTRAN A DIOS
1. La imprevisible Presencia de Dios
UN MINUTO DE SILENCIO, de Manuel Mantero
HERMOSA PRESENCIA, de Vicente Gaos
NO OS ANGUSTIEIS POR VUESTRA VIDA, de Jesús de Nazaret
2. Aquí tu aliento y tu Presencia viva
ESTA CASA, SEÑOR, ES COMO UN TEMPLO, de Jesús Mauleón
DIOS ENCONTRADO, de Carlos Murciano
SU MANO TRANSPARENTE SOBRE EL HOMBRO, de Enrique Badosa
y3. Era Dios lo que tenía dentro de mi corazón
ANOCHE CUANDO DORMÍA, de Antonio Machado
HIJO MÍO QUE ESTÁS EN LA TIERRA, de J. L. Martín Descalzo
¿CÓMO…?, de Miguel D’Ors

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