Versos que ENCUENTRAN A DIOS 1

Versos que ENCUENTRAN A DIOS 1
Versos que ENCUENTRAN A DIOS 1

La imprevisible presencia de Dios

“Versos que buscan a Dios”, titulábamos la pasada carpeta. “Versos que encuentran a Dios”, rotularemos la presente entrega. Lo que nos suele ocurrir es que interpretamos como suerte o casualidad el suceso que, acaso, algunos llamarían Revelación o Presencia. Dios se revela, al tiempo que se vela. Como ser invisible, suele  manifestarse con mediaciones sensibles. Ejemplo bíblico: la zarza ardiendo (“¡Descálzate, pisas tierra sagrada!).

Me permitiré acercaros un ingenuo relato entre un sacerdote y su madre. Así nos lo refiere el hijo, Leonardo Boff, en diálogo con su escasamente letrada madre:

seponeelsol19

Tú que eres cura ¿ya viste a Dios? 
–Yo le dije: "Madre, uno no ve a Dios".
Pero ¿cómo?, tantos años de cura y no has visto a Dios; esto es una vergüenza para un cura.
–Le dije: "Madre, ¿usted lo ve?"
Claro que lo veo. De vez cuando, a la puesta de sol, las nubes se ponen de una determinada manera; yo me quedo mirando y Él pasa con su manto, sonriendo, y detrás viene tu fallecido padre, mirándome y riendo, y yo me quedo toda la semana con alegría en el corazón.
–Y me miraba con una tristeza infinita: “¿cómo es posible que los curas no vean a Dios?” La que es teóloga es ella, comenta admirativamente Leonardo.

En el intenso diálogo con nueve experiencias, nueve poemas, que presentamos, descubriremos la ingeniosa, la inagotable encarnación de un Dios que sugiere caminos, respeta itinerarios.

LOS SESENTA SEGUNDOS DEL MILAGRO

hombremedita84

Desconecta la radio Manuel Mantero para hablar con Dios como un amigo. Un minuto de silencio, solo un minuto, sesenta segundos de milagro. Es el instante de la paz. Quien reza, y hasta las cosas que nos rodean, todo regresa a su centro vivo. Se detuvo el tiempo. Alegría blanca... Vuelve a sonar la radio. Y se apagará de nuevo para vivir otro minuto de amor y eternidad. Sugerencia:se habla de un tiempo mágico, misterioso, más allá del tictac del reloj, como cuando los niños se entregan al juego y a la fantasía. Monjes contemplativos así elevaban el corazón al cielo muchas veces al día, en breves jaculatorias suspiradas y ardientes, resonando en su alma la consigna de Pablo y el Maestro: “Orad incesantemente” (1 Tes 5,17).

UN MINUTO DE SILENCIO

Se han ido todos a dormir. Se queda
el hombre frente al Dios nunca cogido,
hablándole de tú. La radio canta,
cuenta incansable (¡el Dios siempre escondido!),
y yo borro las voces con la misma
obcecación de abril que un asesino.
Sólo pido un minuto, los sesenta
segundos del milagro.       
                                         Lo divino
corea el cuarto, afianza su oro sobre
la camilla, el teléfono, los libros.
Es el instante de la paz. Regresan
pulsos y objetos a su centro vivo,
se asombra el tiempo como un niño ingenuo
por el agua del sueño detenido
y una ráfaga blanca de alegrías
vuelve canos cabellos y sentidos.

Luego, yo, el hombre, me levanto, enciendo
la radio y del milagro me retiro.
(Solamente un minuto de silencio
en conmemoración de lo vivido.)


LA IMPREVISBLE PRESENCIA DE DIOS

mirandoalcielo44

Experimenta Vicente Gaos un emocionado encuentro con Dios en el escenario fascinante de una mágica tarde, tumbado en el césped observando los árboles y su póstuma luz. No es fácil describir la emoción. ¿Qué significa “Siento de pronto / cuán musical es el cielo?"  Percibe el poeta que un mágico viento presagia inminentes sorpresas. Incorpora al universal concierto sus propias manos, que danzan y acarician la plenitud prodigiosa que ondea en los alrededores. Y todo tiembla, “vientos, árboles, cielo, luz...”, invadido por el misterio:“¡la imprevisible presencia / de Dios entre todas las cosas!” Sugerencia:a lo mejor es interesante escuchar música tendido en el suelo, por ejemplo. Y jugar con las manos expresando sentimientos,  acariciando a Dios en la belleza de las voces y los instrumentos...

HERMOSA PRESENCIA

 Sólo en algunas tardes,
resulta que Dios es evidente.
Tendido sobre el césped,
los ojos atesoran la luz total que confunde.
Siento, de pronto,
cuán musical es el cielo,
¡qué sencillos, qué dulces,
y qué precisos los árboles,
ceñidos por el postrer rayo solar!
Escucho el viento,
¡mágico, revelador!,
su mansa costumbre,
envío de los celestes confines,
donde hoy adivino el presagio
de la sorpresa inminente.
Así ocurre que ahora
muevo en el espacio las manos
y las advierto tangibles
para la plenitud prodigiosa,
para lo cierto invisible,
que a mi lado se cierne,
ondeando.
¡Oh súbita presencia,
del mundo núbil, del milagro!
Trémulo todo:
vientos, árboles, cielo, luz,
contornos que apenas podéis
en la tarde albergar
el invasor misterio.
¡La imprevisible presencia
de Dios, en todas las cosas!

YA SABE VUESTRO PADRE DEL CIELO QUE TENÉIS NECESIDAD DE TODO ESTO

lospajarosdelcielo2

Incluimos, en esta sección de “Misteriosa presencia”, un texto evangélico del Poeta Jesús de Nazaret. El capítulo 6 del Evangelio de Mateo engasta para nosotros, en el pecho de la Biblia, una hermosa joya de mil destellos que me atrevería a llamar “Discurso de la confianza”. A  hombres y mujeres en economía de subsistencia, y a los humanos todos, así nos consuela y exhorta quien es Camino, Verdad y Vida. Sugerencia: sería interesante, como “composición viendo el lugar”, imaginarnos a Jesús sentado en el campo y rodeado de flores y avecillas. A su alrededor gente sencilla, pobre, que le escucha con interés. ¿Por qué no imaginarme, en una segunda lectura, a mí mismo sentado, sentada, en ese grupo? ¿Qué siento, qué pienso?

NO OS ANGUSTIÉIS POR VUESTRA VIDA...

No os angustiéis por vuestra vida
pensando qué vais a comer o a beber;
ni por vuestro cuerpo, pensando
con qué os vais a vestir.
¿No vale más la vida que el alimento,
y el cuerpo más que el vestido?

Fijaos en los pájaros: ni siembran,
ni siegan, ni almacenan;
y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta.
¿No valéis vosotros más que ellos?
¿Y quién de vosotros, a fuerza de agobiarse,
podrá añadir una hora al tiempo de su vida?

 Y del vestido, ¿por qué preocuparos?
Observad cómo crecen los lirios del campo,
y no trabajan, ni hilan. Pero yo os digo
que ni Salomón, en toda su gloria,
se vistió como uno de ellos.
Pues si Dios viste así a la hierba
que hoy está en el campo
 y mañana se echa al fuego,
¿no hará mucho más por vosotros,
gente de poca fe?

Con que no andéis agobiados pensando
qué vais a comer o qué vais a beber,
o con qué os vais a vestir.
Son los paganos quienes ponen
su afán en estas cosas.
Ya sabe vuestro Padre del cielo
que tenéis necesidad de todo eso.

Buscad primero que reine su justicia,
y todo eso se os dará por añadidura.
Así que no os inquietéis por el día de mañana,
que el día de mañana traerá su inquietud.
A cada día le basta su afán...

liba485

POESÍA PARA MEDITAR
Índice general de temas: pulsar aquí.

ÍNDICE de ENLACES: pulsar el título de un Enlace

Versos que BUSCAN A DIOS
1.  Abrir los ojos y mirar
CANCIÓN DE MI CEGUERA, de Francisco Garfias
ES UNA TARDE CENICIENTA Y MUSTIA, de Antonio Machado
SEÑOR, QUE ME HAS PERDIDO LAS GAFAS, de J. A. Muñoz Rojas
2.  Golpeado por la luz de las estrellas
LAS MANOS CIEGAS, de Leopoldo Panero
SIN LA MANO DE DIOS, de María Elvira Lacaci
ESTO ES LARGO Y OSCURO, de José Antonio Muñoz Rojas
y3.  Hombre de Dios me llamo, pero sin Dios estoy
BÚSQUEDA, de Griselda Álvarez
SALMO INICIAL, de José María Valverde
ALGO MÁS ESTOY SIENDO, de José García Nieto

Versos que ENCUENTRAN A DIOS
1. La imprevisible Presencia de Dios
UN MINUTO DE SILENCIO, de Manuel Mantero
HERMOSA PRESENCIA, de Vicente Gaos
NO OS ANGUSTIEIS POR VUESTRA VIDA, de Jesús de Nazaret
2. Aquí tu aliento y tu Presencia viva
ESTA CASA, SEÑOR, ES COMO UN TEMPLO, de Jesús Mauleón
DIOS ENCONTRADO, de Carlos Murciano
SU MANO TRANSPARENTE SOBRE EL HOMBRO, de Enrique Badosa
y3. Era Dios lo que tenía dentro de mi corazón
ANOCHE CUANDO DORMÍA, de Antonio Machado
HIJO MÍO QUE ESTÁS EN LA TIERRA, de J. L. Martín Descalzo
¿CÓMO…?, de Miguel D’Ors

liba485

Volver arriba