Versos que ENCUENTRAN A DIOS 2

Versos que ENCUENTRAN A DIOS 2
Versos que ENCUENTRAN A DIOS 2

 Aquí tu aliento y tu Presencia viva

 El invitado de hoy será mi buen amigo y excelente poeta Jesús Mauleón, del que acabo de presentar en Religión Digital su último libro “Pero estás en mi aliento (Senectutis carmina)”, editado en el presente año de 2019 a la interesante edad del autor de 82 años. Los versos de ahora conservan el excelente sabor del vino añejo en cuba de roble, que estimulan en nuestro paladar existencial un saboreo muy intenso y profundo. Presentados en seis entregas de Nido de Poesía, podrá conocer 16 poemas nuevos de Mauleón, pulsandoaquí.

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MAULEÓN, JESÚS (Arróniz, Navarra, 1936). Poeta y cura”, como titula su blog; no hay contradicción: “la vocación poética y la religiosa son dos llamadas de Dios”. Ha publicado más de 17 títulos: tres novelas, varios ensayos de espiritualidad, y unos cuantos libros de versos..., que ahora son uno solo, de 556 páginas: su “Obra Poética (1954–2005)”, editada por el Gobierno de Navarra. La revista “Vida Nueva” publicó hace años dos pliegos sobre “Dios en la poesía española del siglo XXI”: no podían faltar a la cita líricos versos de Mauleón.  Posteriormente a su “Obra Poética”, conocimos en 2.010 “Este debido llanto”, poemario centrado en el fallecimiento de su madre, perfumado todo él de místicos aromas, uno de los más bellos, originales, evangélicos obituarios que conozco. Tres años después “Apasionado adiós”, agradecido adiós a la vida que largos años disfrutó y hoy paladea sorbo a sorbo.

AQUÍ TU ALIENTO Y TU PRESENCIA VIVA

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Veremos algunos poemas donde se destaca la presencia divina en el hogar. Como los versos de “Esta casa, Señor, es como un templo”, de Jesús Mauleón. Dios Padre preside y bendice, desde su invisible altar de luz, la vida del hogar. Y sería bueno abrir puertas, ventanas y muros, en fraternal abrazo al espacio exterior. Claro que a lo mejor, cuando el poeta habla de la casa, se está refiriendo también al propio corazón, secreto templo de claridad y caridad, de esperanza y de fe. Sugerencia: sería útil dedicar un rincón de la casa como espacio de oración. Una pared o una estantería podrían ser suficientes: fijar alguna imagen devota, mejor Cristo Resucitado que el Crucificado, y mejor los dos. Alguna vela, la Biblia... Y quizás una bandejita donde depositar algún escrito, objeto, etc.

ESTA CASA, SEÑOR, ES COMO UN TEMPLO

 Esta casa, Señor, es como un templo
Aquí tu amor. Aquí tu aliento y tu presencia viva.
Aquí estás tú como señor y dueño,
pero más como Padre.
                                          Aquí se siente
tu fuego en la cocina, tu bondad en la mesa
tu descanso y tu paz
en la penumbra azul del dormitorio.
Nuestro cuarto de estar
haces cuarto de ser, Ser con mayúscula,
y no hay rincón que tu presencia ignore
ni frente que no roce y acaricie
tu mano paternal, tu tacto amigo.
Esta casa, Señor, es como un templo
donde no hay que ponerse de rodillas
porque tu amor se abaja a nuestra altura
y vas y vienes sin marcharte nunca
de nuestro espacio familiar
donde se vive a diario
y se muere un poquito cada día...

Sigue aquí con nosotros.
Si estas cuatro paredes
con su calor nos cierran
al espacio exterior que en ti respira,
ábrenos las ventanas,
abre en tu corazón el nuestro al mundo,
ábrenos a la casa sin paredes
donde amas y cobijas a los hijos
de tu familia humana.

Esta casa, Señor, es como un templo,
lleno de tu presencia,donde tú nos regalas invisible
tu amor de Padre para andar por casa
y andar bien por la vida.

DIOS ESTÁ AQUÍ

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Uno de los poetas mayores de la religiosidad hispana, Carlos Murciano, nos entrega, en “Dios encontrado”, elegantes serventesios de gran belleza literaria y exquisita sensibilidad. En Dios vivimos, nos movemos y existimos... (Hch 17,27). “Dios está aquí”, se proclama repetidas veces. Venid adoradores, adoremos... Y hasta el mismo poeta juega a identificarse con la divinidad (“Voy a lavar mi cara y Dios se lava...”;“y no acierto a explicarme por qué envuelve / su cuerpo en este pobre traje mío...”).
Sugerencia:¿cómo redactarías tú algo personal sobre el sentimiento de presencia y adoración de Dios en tu vida? Anímate a expresarte en escritura libre... “Dios está aquí...” Prosigue sin miedo, reservando para Dios-Amor un lugar en tu vida...

DIOS ENCONTRADO

Dios está aquí, sobre esta mesa mía
tan revuelta de sueños y papeles;
en esta vieja, azul fotografía
de Grindelwald cuajada de claveles.

Dios está aquí. O allí: sobre la alfombra,
en el hueco sencillo de la almohada;
y lo grande es que apenas si me asombra
mirarlo compartir mi madrugada.

Doy a la luz y Dios se enciende; toco
la silla y toco a Dios; mi diccionario
se abre de golpe en "Dios"; si callo un poco
oigo jugar a Dios en el armario.

Abro la puerta y entra Dios –¡si estaba
ya dentro...!–; cierro, y sale, mas se queda;
voy a lavar mi cara y Dios se lava
también y el agua vuélvese de seda.

Dios está aquí: lo palpo en mi bolsillo,
lo siento en mi reloj y, aunque me empeño,
ni me sorprendo ni me maravillo
de verlo tan enorme y tan pequeño.

Me lo dobla el cristal, me lo devuelve
hecho yo mismo –Dios, perdón– su frío
y no acierto a explicarme por qué envuelve
su cuerpo en este pobre traje mío.

Hoy he encontrado a Dios en esta estancia
alta y antigua en donde vivo. Hacía
por salvar, escribiendo, la distancia
y se me desbordó en lo que escribía.

Y aquí sigue: tan cerca que me quemo,
que me mojo las manos con su espuma;
tan cerca, que termino, porque temo
estarle haciendo daño con la pluma.

 SU MANO TRANSPARENTE SOBRE EL HOMBRO

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Diálogo de un vecino con un extraño, frente a su vivienda. Alguien ha encendido la luz de su casa. Y está asustado. Se siente tan solo y necesita tanto compañía. Fabula Enrique Badosa esta pequeña historia, en la que nos viene a sugerir que Dios (el “Tú” final) quiere ser amigo nuestro. El habitante de la iluminada vivienda rememora la fe de su infancia (“el nombre que perdí”). Deliciosa parábola del hijo que regresa al hogar y se encuentra en la calle con el Padre que ha salido a su encuentro. Me impresiona la frase “¿Cómo pudo saber que estoy cansado, / y me pone su mano transparente / sobre el hombro?”.Sugerencia: conmoverá al orante imaginar en su hombro la invisible caricia de la mano de Dios.

SEPA USTED QUE EN MI CASA VIVO SOLO...

 Sepa usted que en mi casa vivo solo,
y no es posible que alguien haya dado
esta luz que ahora veo en la ventana.
¡Espere, por favor!... Ya se alejaron
los alborotadores de la noche,
y quisiera tener alguien al lado.
Aunque tal vez a usted otros le esperan,
y yo le canso aquí... ¿No? ¡Gracias! Claro
que a usted no le sorprende ni le inquieta
ver luces encendidas en mi cuarto.
... Es verdad, vivo solo y hace frío
al mirar los espejos derribados
por la sombra. ¡Y cómo le agradezco
que me escuche un momento! Pero acabo.
No obstante, si supiera cuánto temo
la luz que han alumbrado
en mi casa vacía... ¿Qué hace usted?
¿Cómo puede saber que estoy cansado,
y me pone su mano transparente
sobre el hombro? ¿Por qué se está empeñando 
en que debo subir y abrir la puerta
y recorrer mi casa, y decir alto
el nombre que perdí?... ¡No, no se vaya!
¿Por qué usted...? ¿Por qué Tú me ayudas tanto?

liba485

ÍNDICE de ENLACES: pulsar el título de un Enlace

Versos que BUSCAN A DIOS
1.  Abrir los ojos y mirar
CANCIÓN DE MI CEGUERA, de Francisco Garfias
ES UNA TARDE CENICIENTA Y MUSTIA, de Antonio Machado
SEÑOR, QUE ME HAS PERDIDO LAS GAFAS, de J. A. Muñoz Rojas
2.  Golpeado por la luz de las estrellas
LAS MANOS CIEGAS, de Leopoldo Panero
SIN LA MANO DE DIOS, de María Elvira Lacaci
ESTO ES LARGO Y OSCURO, de José Antonio Muñoz Rojas
y3.  Hombre de Dios me llamo, pero sin Dios estoy
BÚSQUEDA, de Griselda Álvarez
SALMO INICIAL, de José María Valverde
ALGO MÁS ESTOY SIENDO, de José García Nieto

Versos que ENCUENTRAN A DIOS
1. La imprevisible Presencia de Dios
UN MINUTO DE SILENCIO, de Manuel Mantero
HERMOSA PRESENCIA, de Vicente Gaos
NO OS ANGUSTIEIS POR VUESTRA VIDA, de Jesús de Nazaret
2. Aquí tu aliento y tu Presencia viva
ESTA CASA, SEÑOR, ES COMO UN TEMPLO, de Jesús Mauleón
DIOS ENCONTRADO, de Carlos Murciano
SU MANO TRANSPARENTE SOBRE EL HOMBRO, de Enrique Badosa
y3. Era Dios lo que tenía dentro de mi corazón
ANOCHE CUANDO DORMÍA, de Antonio Machado
HIJO MÍO QUE ESTÁS EN LA TIERRA, de J. L. Martín Descalzo
¿CÓMO…?, de Miguel D’Ors

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