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Versos para orar en la NATURALEZA 3

Versos para orar en la NATURALEZA 3

Honramos hoy al poeta hispanocubano Eugenio Florit. Es muy abundante y valiosa su producción literaria, siendo reconocido como uno de los poetas mayores de América. La antología de poesía religiosa “Hombre y Dios II” selecciona diez poemas del escritor “que es, sin duda, una de las voces más tersas y cristalinas en la lírica hispánica del siglo XX” (José Olivio). Hemos escogido para nuestra antología su poema “… Que estás en los cielos”.

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FLORIT, EUGENIO (Madrid, 1903 – Miami, EEUU, 1999). Aunque nació en Madrid de padre español y madre cubana, vivió su adolescencia y juventud en La Habana, formándose académica y literariamente. Se licenció en Derecho y eligió la carrera diplomática, siendo destinado en 1940 al Consulado de Cuba en Nueva York. A partir de 1945 se dedicará a la docencia hasta su jubilación en 1969. Trece años después, se asentará en Miami hasta su muerte a la edad de 95 años.

SÍ, PERO AQUELLA NOCHE…

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Inicia Eugenio Florit su poema con el recuerdo de una tormenta en la que atribuye a Dios: “te vi la tarde de la tempestad, / con látigo de fuego.” Evoca también una mágica tarde por las azules y misteriosas aguas de un arroyo. Y rememora hermosos nacimientos y muertes del astro rey... Pero cuando llegó a ver de verdad a Dios fue aquella noche, frente a un encendido cielo con millones de luces, con necesidad de tumbarse en la tierra hasta quedar ciego de tanta belleza. Y meter tanta luz, meter a Dios en el alma, para que nunca ya le faltara. Sugerencia:escapar de la ciudad al campo una noche estrellada a contemplar el cielo y alabar a Dios y sentirle muy dentro del corazón.

... QUE ESTÁS EN LOS CIELOS

Te he visto muchas veces.

(Sí, pero aquella noche...)

Te vi la tarde de la tempestad,

con látigo de fuego,

en agua despeñada de lo alto

y en nubes de carrera loca.

Te vi otra tarde, azul,

caído entre los árboles

a florecer como una luz de luna

entre el verde con frío del arroyo.

(Sí, pero aquella noche...)

Te he visto siempre donde la belleza:

muerte herida del sol,

alba rosada de ángel y de alondra,

y en la risa y el llanto verdaderos.

Sí, pero aquella noche...

Aquella noche, el verte

fue como ver el Universo entero.

Fue como estarse frente a Ti,

desnuda el alma –tan pequeño

como la luz de la luciérnaga–,

tímido como un ciervo del camino.

Eran tantas las luces,

era una sola luz que aún en pedazos

ardía –eran millones de besos que besaban–.

Y, más que todo, era

un ansia de llorar pegado a tu belleza;

de recostarse sobre el suelo,

de, hasta cegar, estar mirándote

y meter tanta luz dentro del alma

–pura en lo oscuro, como las estrellas­–

para que nunca me faltara luz

ni Tú ya nunca me faltaras.

CADA ABRAZO DE AMOR ME OBLIGA A NUEVOS HIMNOS

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Publica Antonio Pereira en Adonáis, con 41 años, este poema. Se encontraba entonces en plena madurez vital, pero reflexionaba ya sobre la vejez. En el disfrute de la edad incluye saborear el alimento y gozar del amor, de modo que “cada abrazo de amor / me obliga a nuevos himnos”. Interesantes los versos últimos: disfrutará de la vida hasta el final, aunque solo sea feliz en largos instantes... Sugerencia:nos regala la vida escasas horas de intensas alegrías. Pero en lo más recóndito del alma podría circular agua feliz de fe viva en el Dios del Amor.

EL HUERTO

¡Cuántos años ganados

esperando

la madurez dorada

de este tiempo hermoso,

en que no se disipa

ni una gota del jugo

preciado de la vida!

Porque ahora, por fin,

acierto a demorarme

en el huerto que es mío;

alabo a Dios por la

salud de la naranja

con que me desayuno;

cada abrazo de amor

me obliga a nuevos himnos...

Y aun espero otra edad

más alta que no en días

felices se compute,

mas en largos instantes,

todavía alargados

por la sabiduría

de sentirme viviendo

hasta los huesos.

ESTE AÑO NO HUBO FLORES

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Nos presenta Juan Mollá una dramática descripción de paisaje degradado. Se trata de un ejercicio literario, pero verosímil: las nuevas tecnologías permiten manipular la naturaleza, por intereses económicos, a niveles casi inconcebibles. En un intenso artículo, “Dios y la Naturaleza”, José Comblín denuncia esta situación mundial de degradación. Y hace una llamada urgente a las iglesias: “Si la religión comienza acogiendo la presencia de Dios en todas las criaturas, puede desempeñar un papel decisivo, para salvar el planeta y salvarnos a todos.”Sugerencia: impetrar a Dios su providencia sobre nuestro planeta, y comprometerse personalmente en la realización de pequeños o grandes gestos de amor a la Naturaleza y a la Humanidad.

ESTE ÚLTIMO AÑO

¿Por qué esta primavera

ni las plantas de flor en sus macetas

de colores inútiles?

Este año no hubo flores

y las abejas se desorientaron

y abandonaron el jardín.

No hubo miel ni de pino

ni de roble siquiera.

En el verano

no aparecieron los lagartos

y aterraba mirar las mariposas

reptando por el suelo

caliente, moribundas.

Se vieron escapar millones de vencejos

en dirección al Sur

y en las puntas más altas de los cedros

se posaron odiosas urracas que buscaban

en vano con sus ojos hambrientos

los nidos grises de los ruiseñores

y los rastreros mirlos;

se fueron pronto airadas sacudiendo sus picos

cuando el viejo labriego pudo ahorcar una de ellas

de una rama podrida.

Un solo petirrojo se vio en algún momento

escondido en la grieta de un muro

y una tarde se alzaron en las cumbres

doce buitres leonados

que, tras juzgar y sentenciar la tierra,

se elevaron en círculo

hasta fundirse en el azul más gris.

Este otoño no se cubrieron de oro ni de cobre

las hojas de los árboles

ni siquiera cayeron. Fueron ennegreciéndose,

se fueron reduciendo, se aniquilaron cual pavesas.

No llovió en todo el año ni tampoco hizo sol.

No llegaron las nieves en invierno

y no hubo Luna llena.

La Luna fue menguando muy lenta mes tras mes,

adelgazaba, se iba consumiendo,

hasta que ya se fueron sucediendo las noches

sin que volviera a marcarse en la altura

su liviana rajita de luz.

Y el año así se fue cumpliendo

como una plaga bíblica.

Ahora nos preguntamos

si volverá otra vez la primavera.

Aunque no traiga flores.

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ÍNDICE de ENLACES: pulsar el título de un Enlace

1. DENTRO DE MÍ

1. En el mismísimo centro de nuestro ser

A SOLAS SOY ALGUIEN, de Gabriel Celaya

EL ASTRÓNOMO, de Kahlil Gibran

UNIVERSO ABREVIADO, de Jesús Mauleón

2. Si al silencio llegaras, dulce Dios

SI AL SILENCIO LLEGARAS, de Concha Zardoya

EL MANANTIAL, de Segundo de Dios

LA FE, de Carlos Salomón

y3. Voz de lejos, más allá de la frontera del corazón

LA MEDITACIÓN, de Moreno Villa

DESDE DÓNDE ME LLAMAN, de Jesús Tomé

ESTÁS EN MÍ, SR., EN MÍ TE ENCUENTRO, de Gómez Pascual

2. VERSOS PARA ORAR EN LA NATURALEZA

1. Hermano sol, hermana luna

LA TIERRA ES TUYA, de Concha Zardoya

GRACIAS, DIOS MÍO POR TU INVITACIÓN, de R. Alfaro

CONTEMPLO CADA COSA Y DIGO: DIOS, de Jesús Tomé

2.Buenos días, felices días nos dé Dios

MAÑANA FELIZ, de Carlos Sahagún

MI AMADO, LAS MONTAÑAS, de Rafael Alfaro

VISIÓN, de Ernestina de Champourcin

3.Sí, pero aquella noche…

QUE ESTÁS EN LOS CIELOS, de Eugenio Florit

EL HUERTO, de Antonio Pereira

ESTE ÚLTIMO AÑO, de Juan Mollá

4.Una mano invisible le alisa la pelambre

CRUZÓ EL PERRO LA CALLE, de Ernestina de Champourcin

ME DA PENA, SEÑOR, de Susana March

CÁNTICO DE LAS CRIATURAS, de san Francisco de Asís

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