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Susanna Tamaro: "El silenciamiento del discurso antibelicista de León XIV dice 'mucho'"

El Papa, única voz contra la locura del rearme

La escritora explica su inquietud por la nueva carrera armamentística en Europa y se suma a las palabras del papa León sobre la paz, calificándolas de "único discurso razonable" en un clima dominado por el silencio y los intereses económicos

Susanna Tamaro

(Vatican News).- El comienzo de 2026 trae consigo una clara alarma: la nueva carrera armamentística en Europa. Las palabras del Papa León en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz encontraron un eco inmediato en el editorial escrito el lunes 29 de diciembre por Susanna Tamaro en el diario italiano Corriere della Sera. La escritora, en una entrevista concedida a los medios de comunicación vaticanos, explica cómo ese texto nació de su inquietud por la ausencia de posiciones ante un contexto internacional que parece avanzar hacia una locura belicista. La entrevista se convierte así en una ocasión para reflexionar sobre la memoria de las guerras del siglo XX, el valor de la paz y el papel del diálogo en la prevención de conflictos.

La inquietud ante la locura de la guerra

Tamaro cuenta que su intervención surgió de «una inquietud» ante «una locura belicista» acompañada de «un silencio casi total, una ausencia de posiciones y de reflexiones profundas». Las palabras del Papa le parecieron «la forma justa de hablar de la guerra», y la foto de una joven húngara, encontrada en un campo en las cercanías de Orvieto, después de la Segunda Guerra Mundial, la llevó a reflexionar sobre cómo la guerra es «una laceración de las genealogías», que destruye lo humano «no para una generación, sino para muchas», dejando «heridas eternas» .

Destrucción | -

Para la escritora, la guerra nunca es un hecho abstracto: «no es un videojuego», sino una realidad que «lo destruye todo». Hoy, en la era de las armas nucleares y las tecnologías avanzadas, un conflicto —explica— supondría «una destrucción total, para la naturaleza y para todo», y hablar de ejércitos y tanques parece casi «infantil». Volver a reflexionar seriamente sobre la guerra significa, según Tamaro, comprender su alcance real, antropológico y moral.

Los millones de muertos del siglo XX parecen no asustar hoy en día a los responsables políticos, a quienes, quizá en todas las épocas, nunca les han importado mucho las personas

Memoria, silenciamiento del Papa y responsabilidad

La escritora subraya cómo hoy en día se está «olvidando la historia y la memoria». Sugiere llevar a los jóvenes ante los monumentos a los caídos y hacerles reconstruir las historias de las personas que murieron en la guerra y están enterradas allí, porque «este es el verdadero antídoto contra cualquier tipo de belicismo». Los millones de muertos del siglo XX, observa, parecen no asustar hoy en día a los responsables políticos, a quienes, quizá en todas las épocas, «nunca les han importado mucho las personas». De ahí la urgencia de hablar de «principios», de la persona y de la «sacralidad de la vida».

"El aislamiento del discurso contra el rearme del papa León 'dice mucho', porque muestra cómo hablar en contra de la actual carrera de inversiones militares se ha convertido en 'un tabú'

En cuanto al rearme europeo, la escritora destaca el aislamiento del papa León, diciendo que esto «dice mucho», porque muestra cómo hablar en contra de la actual carrera de inversiones militares se ha convertido en «un tabú». El llamado «silenciamiento» de León XIV sobre estos temas llama la atención, porque el Pontífice aparece como «la única voz que se opone, en sentido razonable», en un contexto que parece «un delirio de locura». La guerra sigue considerándose una solución debido a los «enormes intereses económicos», mientras que la paz no ofrece los mismos beneficios, por lo que es necesario volver a poner en el centro «al hombre, la negociación y la diplomacia».

Las nuevas generaciones y el papel de los intelectuales

Tamaro expresa su gran preocupación por las nuevas generaciones, que han crecido entre «guerras de videojuegos». Al relatar la incredulidad de su nieto ante la idea del servicio militar, subraya que los jóvenes de hoy en día no conocen «la realidad de las trincheras, las granadas, los cuerpos destrozados». Por eso, dijo, además de las manifestaciones por la paz, es necesario llevarlos a los lugares de la memoria, a los cementerios de guerra, donde descansan tantos chicos de 19 años, de su misma edad, muertos «por esta locura absoluta».

Por último, la escritora recuerda la responsabilidad de los intelectuales y los católicos, llamados a difundir un pensamiento crítico para contrarrestar el acostumbramiento a la violencia. Quienes tienen la posibilidad de expresarse, comenta, tienen «el deber de hacerlo, porque el juego está yendo demasiado lejos», y los católicos en particular deben creer en un mundo que avanza «con el diálogo, el encuentro y la capacidad de gestionar los conflictos sin recurrir a la muerte». En una época que corre el riesgo de perder la memoria y los valores, su voz se une a la del Papa para pedir a Europa que no traicione su propia historia.

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