A propósito del reciente premio Carisma con el que fue galardonada el pasado mes de diciembre, nos atrevimos a llamar a la puerta de Dolores Aleixandre
"Lo que desde unos años atrás nos ha pasado en la vida consagrada es que se nos ha mojado el almidón… Me parece que en la vida consagrada estamos faltos de endorfinas"
"La belleza de nuestra vida se esconde en la llamada absolutamente gratuita a vivir 'consagrados al Señor, primicias de su cosecha' (Jr 2,2) y en una relación apasionada con el Señor y su Reino. Eso no necesita almidones: se sostiene por sí mismo y emerge desde dentro"
"Nos falta más roce con gente laica de nuestra propia generación, conocer más de cerca situaciones de las que no tenemos ni idea y de las que habitualmente estamos a salvo"
"La fraternidad y sororidad inacabada que somos, necesita recuperar fluidez y naturalidad para hablar de las cosas de Dios"
"Nuestra mejor aportación sería la conciencia de que la semilla de igualdad entre hombres y mujeres fue sembrada por Jesús y nada puede ahogarla ni impedir su crecimiento. La propuesta revolucionaria de igualdad y reciprocidad entre hombres y mujeres no nace del feminismo, sino del Evangelio"