El teólogo prepara durante el verano un nuevo volumen sobre el arquitecto de Reus Armand Puig: "La historia nos ha dado cuatro grandes genios: Bach, Da Vinci, Llull y Gaudí"

Armand Puig ha escrito dos libros sobre el gran arquitecto y prepara un tercer volumen que cerrará la trilogía
"Todas las interpretaciones que se puedan hacer sobre Gaudí sin situar su fe en primer lugar son erróneas; pueden ser de buena voluntad, pero no tocan el punto clave. En él, primero es la fe y después la arquitectura", afirma
"Teológicamente, es un arquitecto evangelizador. Tenemos que recuperar la imagen completa, una persona que va adquiriendo convicciones espirituales para convertirse en un místico"
"Teológicamente, es un arquitecto evangelizador. Tenemos que recuperar la imagen completa, una persona que va adquiriendo convicciones espirituales para convertirse en un místico"
| Xavier Pete
(Agencia Flama).- Armand Puig empezó a poner el número siete delante de su edad en 2023, pocos meses antes de cambiar de residencia e irse a vivir a Roma. Y, desde entonces, ha perdido la cuenta de vuelos hechos hasta la capital italiana mientras ha procurado encontrar días en su calendario para volver a la Selva del Camp, su pueblo de nacimiento, donde, en pleno verano, “el calor no es tan molesto como el de Roma”, destaca. Allí, sentado en un banco de la plaza de Sant Andreu, ante la parroquia homónima, los recuerdos de niñez de Puig van y vienen entre moscas que estorban y tractores que empiezan a llenar los campos preparándose para la cosecha de la avellana, a partir de finales de agosto, continuando con los hábitos propios del mundo rural.
-¿Cómo cree que recordará, en un futuro, este 2025 que todavía no hemos acabado?
-Supongo que por haber podido hablar mucho de Antoni Gaudí, por haber trabajado más profundamente en la promoción y la evaluación de las facultades y universidades eclesiásticas desde el ámbito de la calidad académica, y por ser testigo directo y presencial de la muerte de un pontífice como Francisco, grandísimo para todos, y de la elección de otro, León XIV, que ha empezado con muy buen pie. Ya veremos cómo se acaba cerrando el año.
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-Desde abril y mayo, cuando esto último pasó, usted no ha podido bajar el ritmo. Pero lo hace ahora, volviendo a hacer lo que hace cada verano: cargar fuerzas en su tierra natal.
-Fue un acontecimiento eclesial que me tocó de cerca y me reafirmó en mis principios de eclesialidad, que empecé a forjar desde aquí, donde estamos ahora, lugar en que empecé a hacer de monaguillo.

-¿Y dónde estamos ahora?
-¿Ve aquella puerta? Es la de la parroquia de Sant Andreu, por la que accedía antes de hacer travesuras. Tanto yo como el resto de monaguillos teníamos una gran heroicidad: llegar al bote del pan no consagrado y comérnoslo sin que nos viera el rector. También recuerdo cómo, con mis hermanos, jugaba a hacer de cura en el comedor de casa. De hecho, solo aspiraba a dos trabajos: cura o campesino.
-Sus ojos expresan emoción mientras habla y observa las paredes de este edificio. ¿Esto también le pasa cuando está en la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona?
-El misterio de la encarnación también está en la estética, en las representaciones, en el arte. ¿Quién no se ha emocionado mientras escucha la música de Johann Sebastian Bach? ¿Quién no lo ha hecho entrando en la Sagrada Familia? En la recreación de la natura, es decir, de la realidad visible, a través de tonos, cromatismos, formas y texturas, hay la huella de Dios encarnado. Antoni Gaudí llevó esto por el camino de una excelencia inigualable, si bien la Sagrada Familia, después de él, ha configurado una esencia propia gracias a los artistas que han trabajado.
-¿Fue, de pequeño, a la Sagrada Familia?
-Sí, de excursión, con los compañeros y profesores de la escuela. Eran tiempo en que había mucha gente que se pensaba que la basílica, con una nave inacabada, era un trasto, sin darse cuenta de la idea de fondo que había en su construcción. Entonces empecé a comprender que Antoni Gaudí fue un arquitecto genial, sin hacer uso del adjetivo de forma barata, y un creyente de piedra picada.
-¿Ha habido más hombres geniales, para usted, en la historia?
-Más bien pocos. Bach, Leonardo da Vinci, Ramon Llull y Gaudí. Pararía de contar aquí.
-¿Continúa trabajando bibliográficamente en Antoni Gaudí, después de haberle dedicado dos libros?
-Sí, estoy preparando una publicación que cerrará esta trilogía. Tendrá 1.700 notas, será publicada por el Ateneu Universitari Sant Pacià y recuperará estudios teológicos hechos sobre la Sagrada Familia a partir de varias conferencias que he impartido los últimos tiempos. Como científico de la ciencia literaria e histórica que soy, me limito a exponer los hechos para interpretarlos después, una acción que me permite subrayar que todas las interpretaciones que se puedan hacer sobre Gaudí sin situar su fe en primer lugar son erróneas; pueden ser de buena voluntad, pero no tocan el punto clave. En él, primero es la fe y después la arquitectura.

-¿Fue un arquitecto con alma de evangelizador?
-Así es. La suya es una arquitectura que tiene expresión de fe cristiana y Gaudí es un arquitecto que crea para la comunidad, para los otros, de puertas afuera. Teológicamente, es un arquitecto evangelizador. Por lo tanto, sacar de Barcelona las obras de Gaudí representaría reducir la fe cristiana a otros elementos no menos importantes y, sobre todo, alterar la geografía urbana de una ciudad donde el arquitecto quiso plantar el Evangelio.
-¿Para qué tiene que servir el Año Gaudí, previsto para el 2026, con motivo del centenario de su muerte?
-Para que se conozca a Gaudí.
-¿Más, todavía?
-El gran desafío del Año Gaudí será conocerlo, más allá de admirarlo. Todo el mundo habla de él, pero pocos lo conocen.
-En el 150.º aniversario de su nacimiento, el 2002, se subrayó sobre todo su dimensión profesional.
-Y ahora es el momento de entender el Gaudí total, que es el hombre de fe y el arquitecto genial. Tenemos que recuperar la imagen completa, una persona que va adquiriendo convicciones espirituales para convertirse en un místico. De hecho, en la publicación que tengo entre manos se expondrán las razones para considerar a Antoni Gaudí como un místico. Todo el mundo se quiere hacer suyo a Gaudí porque es figura de éxito, pero también conviene resaltar que puede ser propuesto como modelo de vida cristiana, la característica más definitoria del arquitecto que está a la altura de los artistas más relevantes de la historia. La Sagrada Familia, si se la mira bien, puede ser parecida al Partenón griego.
-¿Ha sido providencial para usted vivir desde Roma este proceso de beatificación que parece encarar su recta final?
-Totalmente. También tengo un gran orgullo dentro de mí por poder estar allí, por vivir todo el proceso y hacerlo, también, en nombre de un cura de la Selva del Camp que era muy amigo de Gaudí, el padre Cogul. Ha sido un regalo. Desde Roma, he tenido la suerte de colaborar y contribuir en bastantes aspectos relacionados con el proceso de beatificación de un hombre que respiró este aire tarraconense, y que se enamoró de esta tierra hasta el final de sus días.

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