Elegido el 9 de septiembre, el superior de la Orden habla de su nuevo rol y de la sintonía con el Papa Farrell, prior general agustino: "Esperamos ser modelos de fraternidad junto al Papa. Estamos preparados"

En una conversación con los medios del Vaticano, el nuevo prior general, padre Joseph Farrell, explica que, ante una humanidad dividida por la guerra y la injusticia, los religiosos que siguen la regla del Obispo de Hipona pretenden demostrar que es posible vivir como hermanos y en armonía, experimentando la comunión
Todavía podemos colaborar con nuestro 'hermano' León XIV"
Un mensaje en nombre de todos los religiosos firmado por su prior general, afirma que la misión de la Orden Agustiniana también es "trabajar por la defensa de los más vulnerables y la promoción de una cultura que proteja y exalte la dignidad humana"
Un mensaje en nombre de todos los religiosos firmado por su prior general, afirma que la misión de la Orden Agustiniana también es "trabajar por la defensa de los más vulnerables y la promoción de una cultura que proteja y exalte la dignidad humana"
| Tiziana Campisi
(Vatican News).- Junto con sus hermanos, se comprometió a vivir la fraternidad, don de Dios y fruto de una auténtica comunión, nacida de la humilde y sincera defensa de la Verdad, incansablemente buscada mediante el diálogo, el respeto y el amor. Junto a ellos, al final del Capítulo General, celebrado del 1 al 18 de septiembre, en un mensaje con el papa León XIV, lanzó un llamamiento a quienes tienen en sus manos el destino de los pueblos, pidiendo que la paz nazca primero en cada corazón, una paz que desarmada y desarmante, humilde y perseverante.
El padre Joseph Farrell, 98.º Prior General de la Orden de San Agustín, elegido el pasado 9 de septiembre, cree que los frailes agustinos pueden ser un ejemplo y demostrar que es posible vivir juntos en armonía.
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"A través del testimonio de nuestra vida fraterna, 'nos proponemos proclamar el Evangelio de Cristo a todos los pueblos y hacer partícipes a todos de su redención'", escribieron los religiosos en el mensaje firmado en nombre de todos por su prior general. El mensaje afirma que la misión de la Orden Agustiniana también es "trabajar por la defensa de los más vulnerables y la promoción de una cultura que proteja y exalte la dignidad humana".

"Estamos preparados para ello en cada una de nuestras comunidades, repartidas por todos los continentes, junto con toda la familia agustiniana que comparte nuestro carisma", afirman los agustinos, quienes desean alzar la voz por la paz, implorar la paz y orar por ella en los cinco continentes. Entrevistado por los medios del Vaticano, el padre Farrell explicó que "viviendo en comunidad", los religiosos pueden "ser modelos para otros en el mundo". Él es el primero.
-Todavía estoy aprendiendo. Conozco el papel de vicario, después de haber servido durante doce años. En 2013, cuando fui elegido para ese puesto, le pregunté al vicario anterior cuál era su tarea, y me respondió que el vicario debe comenzar el día rezando por la salud del prior general. Así que lo hacía todos los días, y espero que ahora el nuevo vicario, Alexander Lamb, rece una pequeña oración por mí todos los días. Trabajé durante doce años con el padre Alejandro Moral Antón (prior general de la Orden de San Agustín de 2013 a 2025, ed. ), y siempre nos pedía que trabajáramos juntos, como equipo, como grupo, como hermanos. No había nada que le preocupara que no nos preocupara a nosotros, y viceversa. Trabajamos juntos, y quiero seguir haciéndolo como general, con la ayuda de mis hermanos y su consejo.

-Al finalizar el Capítulo General, ustedes publicaron un mensaje final en el que declararon su firme compromiso de vivir la fraternidad, dar testimonio de ella y proclamar el Evangelio a todos. ¿Cómo, entonces, ustedes, los agustinos, pretenden manifestar la fraternidad al mundo?
-Durante el Capítulo, abordamos diversos temas y desafíos globales: la guerra, el hambre, la injusticia. Nos comprometimos a vivir en este mundo dando ejemplo, como hermanos, de que personas de diferentes países y continentes pueden convivir en armonía. Y cuando vivimos en armonía, podemos demostrar que algo es hermoso e incluso posible. Hay diferencias entre nosotros, como seres humanos, pero nos esforzamos cada día por vivir en armonía, no todos de la misma manera: uno canta una nota, otro canta otra. Pero podemos cantar juntos, en armonía. Y al vivir en comunidad, esperamos ser modelos a seguir para otros en todo el mundo, demostrando que, a pesar de nuestras diferentes opiniones, experiencias y costumbres, podemos vivir juntos.
-Ustedes, los agustinos, enfatizan que la fraternidad es fruto de la comunión, y que la comunión es el corazón del carisma agustiniano. ¿Cómo podemos poner esto en práctica?
-Somos hermanos que vivimos juntos, pero no somos un grupo social, como ciudadanos de un mismo país. Somos una hermandad arraigada en el amor. Sabemos que el amor ya está depositado en nuestros corazones, y con este amor vivimos juntos, caminamos juntos de forma sinodal. Por ejemplo, al entrar en la capilla, rezamos juntos, siempre con este vínculo de amor entre nosotros. Aunque haya conflictos —algo normal en comunidad—, podemos rezar, caminar y vivir juntos como hermanos en fraternidad.
-También definen la comunión como una conversión a la paz, una paz justa, una paz en progreso, construida gradualmente, que rechaza el uso de las armas y la opresión violenta de los más débiles. En la práctica, su compromiso es ad intra , por lo tanto, debe vivirse dentro de sus comunidades y luego desarrollarse ad extra . ¿Cómo piensan llevar a cabo este compromiso?
-En los Capítulos, tendemos a ver solo lo que hacemos y a olvidar que vivimos en un mundo. Por ello, hemos decidido publicar un mensaje al final del Capítulo para declarar que el mundo en el que vivimos enfrenta verdaderos desafíos y que no vivimos en un mundo separado; vivimos en este mundo, y queremos aportar nuestra voz para decir que debemos encontrar otras maneras de vivir juntos, como hermanos y hermanas, en lugar de usar armas para atacarnos o protegernos. Debemos encontrar otras maneras de comunicarnos. Por ello, como hermanos y hermanas, como agustinos, hemos decidido publicar una declaración.
-El Papa León XIV es uno de sus hermanos; inauguró el Capítulo General y también se reunió con ustedes durante sus trabajos. Como Orden, ¿cómo viven la novedad de un compañero pontífice?
-Sigue siendo algo nuevo para nosotros, un nuevo camino. No sabemos exactamente cómo hacerlo cuando un hermano es el Pontífice de la Iglesia Católica universal. Siempre queremos decir que es nuestro hermano. Estamos orgullosos de ello, pero también debemos ser conscientes de que es el Papa. Por supuesto, es amigo y hermano mío. Tenemos tres provincias agustinianas diferentes en Estados Unidos: Robert Francis Prevost viene de la provincia de Chicago, en el centro de Estados Unidos, yo vengo de la provincia de Villanova, en la Costa Este, pero hemos tenido momentos de compartir, de colaboración, especialmente con los jóvenes. Trabajé con jóvenes en Merrimack College , cerca de Boston, y él también trabajó con jóvenes en Chicago. Tuvimos una reunión juntos. Creo que puede seguir habiendo momentos de colaboración. Prometimos obedecer al Santo Padre y, en cierto modo, podemos seguir haciéndolo, siempre con alegría.

-¿Cómo vivió los momentos de encuentro con el Papa?
-Puedo decir que muchos hermanos que vieron al Papa León por primera vez, ya sea en la Basílica de San Agustín cuando inauguró nuestro Capítulo o en el Pontificio Instituto Patrístico Augustinianum, me dijeron: «Se acordó de mi nombre, me llamó por mi nombre». Esto significa que el Papa León XIV tiene buena memoria para las personas; recuerda dónde las conoció, de dónde vienen, a qué se dedican. Esto es importante para nosotros, los agustinos, porque significa que no nos ha olvidado y que aún nos recuerda.
-El Papa les dio algunas orientaciones, tanto en la Misa inaugural del Capítulo General como durante los trabajos. ¿Qué es lo que más deberían valorar?
-Destacó varios temas, incluyendo la formación inicial de nuestros jóvenes que ingresan a la Orden y la formación continua. Debemos prestar atención a ambos, tanto para crecer como Orden como para las misiones. El papa León, al igual que el papa Francisco, siempre nos dice que no podemos olvidar las periferias. Tenemos misiones en Cuba, Japón, Perú y otros países, y es importante fortalecer nuestra presencia allí, así como colaborar con nuestros hermanos y hermanas, agustinos y laicos.

-Hablando de laicos y jóvenes, ¿cuál es vuestro compromiso pastoral?
-Contamos con numerosos centros educativos, escuelas secundarias y universidades, donde hay innumerables oportunidades para compartir el Evangelio con ellos. Nos estamos preparando para la JMJ en Corea del Sur; allí tenemos hermanos agustinos, quienes están organizando una semana previa a la Jornada Mundial de la Juventud para jóvenes agustinos, para compartir nuestra tradición y nuestro carisma. Con los adultos, tenemos momentos de convivencia con los Amigos de San Agustín. Capacitamos a los docentes que trabajan en nuestras escuelas, siempre para compartir nuestro carisma.
-¿Ustedes han pensado también en proyectos en los que no hay escuelas?
-Una comisión estudiará las actividades pastorales internacionales que se realizarán en iglesias y parroquias. El objetivo es desarrollar nuevas maneras de invitar a los jóvenes, involucrarlos más y darnos a conocer. Por ejemplo, hemos decidido organizar una semana en Casia, aquí en Italia, para compartir nuestras vidas, orar juntos, trabajar juntos y conversar juntos. Creemos que este compartir puede dar lugar a pequeñas comunidades que vivan nuestro carisma agustiniano.
-¿Qué nos diría hoy San Agustín?
-De 2003 a 2007, tuve la oportunidad de estudiar los sermones de san Agustín en el Augustinianum. Fue una oportunidad única para mí. San Agustín siempre decía que debemos dar cuenta de nuestras vidas, de cómo vivimos como hermanos y hermanas. Creo que de los sermones de san Agustín y de su vida podemos aprender lo que esto significa para cada uno de nosotros. No se trata solo de enumerar las cosas buenas y malas que hemos hecho, sino de ser conscientes de que cada día, no al final, en el Día del Juicio Final, debemos dar cuenta de cómo vivimos como cristianos. San Agustín me enseñó precisamente esto.

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