La inaceptable con su estrategia del “noviciado diferido El Instituto del Verbo Encarnado (IVE) ha cruzado una línea

El Instituto del Verbo Encarnado (IVE) ha cruzado una línea:
El Instituto del Verbo Encarnado (IVE) ha cruzado una línea:
La inaceptable con su estrategia del “noviciado diferido”, una maniobra descarada que burla la prohibición del Vaticano de aceptar nuevos novicios. Esta sanción, impuesta por graves acusaciones de abusos, control autoritario y manipulación psicológica, buscaba frenar las prácticas cuestionables de la congregación. Sin embargo, el IVE ha respondido con un ardid que desafía abiertamente la autoridad eclesiástica y compromete la legitimidad de la formación religiosa.
En lugar de acatar la disposición de Roma, el IVE ha ideado un plan cínico: inscribe a los aspirantes como “estudiantes de filosofía” durante tres años, prometiendoles un noviciado posterior cuando, según sus cálculos, la sanción vaticana haya caducado. Este subterfugio no solo elude la prohibición, sino que crea un limbo formativo que atrapa a los jóvenes en un proceso sin validez canónica.
 El noviciado es un pilar irrenunciable para la profesión religiosa; sin él, los votos carecen de legitimidad. El IVE lo sabe, pero su prioridad no es la legalidad ni la autenticidad vocacional, sino retener a los candidatos, someterlos a un adoctrinamiento encubierto y garantizar su lealtad a la institución, aunque ello implique engañarlos.
Esta táctica revela una desobediencia estructural, perfeccionada a través de años de simulación. El IVE ha hecho de la apariencia de obediencia su arma principal: frente a las sanciones, transforma novicios en “estudiantes”; ante críticas por reclutamiento excesivo, abre nuevas casas de formación; ante denuncias de prácticas sectarias, se escuda en narrativas de victimización. Cada medida disciplinaria de Roma es respondida con una evasión calculada, un desafío que ridiculiza la autoridad de la Iglesia.
El contraste entre la astucia del IVE y la aparente pasividad del comisario pontificio es alarmante. Mientras la congregación actúa con rapidez y descaro, la respuesta vaticana se pierde en trámites y lentitud, permitiendo que el instituto gane terreno. Esta dinámica no solo debilita la credibilidad de la Santa Sede, sino que perpetúa un sistema que manipula la fe de los jóvenes y desvirtúa el sentido de la vida religiosa.
La gravedad de estas acciones exige una reacción inmediata y contundente. Las sanciones parciales y los procesos burocráticos han demostrado ser insuficientes frente a una institución que opera con una mezcla de cinismo y audacia. La formación religiosa no puede sustentarse en engaños ni en la explotación de la buena fe de los aspirantes. La única respuesta lógica y coherente es la disolución definitiva del IVE.
 Permitir que esta congregación continúe operando bajo estas prácticas es un agravio a la Iglesia y a los fieles que confían en ella. Roma debe actuar con firmeza, sin titubeos, para proteger la integridad de la vida religiosa y enviar un mensaje claro: la desobediencia y la manipulación no tienen cabida en la Iglesia.

#sentipensares 2025

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