"Nos deslizamos hacia la mediocridad espiritual, corremos el riesgo de 'sólo tratar de arreglárnoslas' incluso en la vida pastoral, el entusiasmo por la misión disminuye y, en lugar de ser un signo de vitalidad y creatividad, acabamos dando una impresión de tibieza e inercia"
"No debemos encerrarnos en nuestros círculos eclesiales y quedarnos atrapados en discusiones estériles"
"En la Iglesia hay lugar para todos, pero a veces solo la tenemos abierta para condenar a la gente... Id al encuentro de todos, todos son bienvenidos"
Francisco denuncia, citando a De Lubac y Martini, "una fe que cae en el formalismo y la costumbre, […] religión de ceremonias y de devociones, de ornamentos y de consuelos vulgares […]. Cristianismo clerical, cristianismo formalista, cristianismo apagado y endurecido"
Por contra, deseó "una Iglesia libre y humilde, que 'se levanta rápido', que no posterga, que no acumula retrasos ante los desafíos del ahora, que no se detiene en los recintos sagrados, sino que se deja animar por la pasión del anuncio del Evangelio y el deseo de llegar a todos y de acoger a todos"
"El anuncio del Evangelio no es neutro, no deja las cosas como están, no acepta el compromiso con la lógica del mundo, sino que, por el contrario, enciende el fuego del Reino de Dios allá donde, en cambio, reinan los mecanismos humanos del poder, del mal, de la violencia, de la corrupción, de la injusticia y de la marginación"
"Juntos podemos y debemos establecer gestos de cuidado por la vida humana, por la protección de la creación, por la dignidad del trabajo, por los problemas de las familias, por la situación de los ancianos y de los abandonados, rechazados y despreciados"
"La tentación de la nostalgia... por favor, no caigamos en la tentación de ir atrás, que está de moda en la Iglesia, no", fue otra de las frases improvisadas, al término de la homilía