El Papa pide “justicia, paz y estabilidad” para Palestina e Israel, y “diálogo sincero y respetuoso” en Ucrania
Primera bendición 'Urbi et Orbi' de León XIV
En su tradicional bendición Urbi et Orbi, la primera que pronuncia como pontífice, León XIV quiso recordar todas las guerras del mundo, pero también todos los sufrimientos, especialmente de los más débiles, apelando a la responsabilidad de todos en la construcción de la paz. El Papa leyó la bendición en italiano y, posteriormente, formuló una frase de felicitación en diez idiomas
“Al hacerse hombre, Jesús asume sobre sí nuestra fragilidad, se identifica con cada uno de nosotros: con quienes ya no tienen nada y lo han perdido todo, como los habitantes de Gaza; con quienes padecen hambre y pobreza, como el pueblo yemení; con quienes huyen de su tierra en busca de un futuro en otra parte, como los numerosos refugiados y migrantes que cruzan el Mediterráneo o recorren el continente americano; con quienes han perdido el trabajo y con quienes lo buscan, como tantos jóvenes que tienen dificultades para encontrar empleo; con quienes son explotados, como los innumerables trabajadores mal pagados; con quienes están en prisión y a menudo viven en condiciones inhumanas”. En su tradicional bendición Urbi et Orbi, la primera que pronuncia siendo Papa, León XIV quiso recordar todas las guerras del mundo, pero también todos los sufrimientos, especialmente de los más débiles, apelando a la responsabilidad de todos en la construcción de la paz.
“Hermanas y hermanos, este es el camino de la paz: la responsabilidad”, trazó León XIV durante su bendición, bajo una fuerte lluvia, desde el balcón central de la Logia de San Pedro, el mismo rincón donde, hace casi nueve meses, saludó por primera vez al santo pueblo de Dios como pontífice. El discurso, pronunciado en italiano, vino acompañado de la bendición en diez idiomas, ante miles de fieles (y de paraguas). “Si cada uno de nosotros, a todos los niveles, en lugar de acusar a los demás, reconociera ante todo sus propias faltas y pidiera perdón a Dios, y al mismo tiempo se pusiera en el lugar de quienes sufren, fuera solidario con los más débiles y oprimidos, entonces el mundo cambiaría”, proclamó, en un discurso que llamó a “asumir cada uno nuestra parte de responsabilidad”. “Dios, que nos ha creado sin nosotros, no puede salvarnos sin nosotros”, dijo, citando a san Agustín.
Desde ahí, el Papa instó a “superar los conflictos, todos los conflictos”, con un corazón perdonado, sin el que “no se puede ser hombres y mujeres pacíficos y constructores de paz”. Gracias a que Jesús vino “a liberarnos del pecado”, “cada uno de nosotros puede y debe hacer lo que le corresponde para rechazar el odio, la violencia y la confrontación, y practicar el diálogo, la paz y la reconciliación”.
Una reconciliación que arranca en la tierra que vio nacer a Jesús. “Deseo enviar un saludo efusivo y paternal a todos los cristianos que viven en Medio Oriente, a quienes he querido encontrar hace poco en mi primer viaje apostólico”, arrancó Prevost. “He escuchado sus temores y conozco bien su sentimiento de impotencia ante las dinámicas de poder que los superan”.
Así, el Papa imploró “justicia, paz y estabilidad para el Líbano, Palestina, Israel y Siria”, y también “a todo el continente europeo”, pidiendo a Dios “que siga inspirándole un espíritu comunitario y colaborativo, fiel a sus raíces cristianas y a su historia, solidario y acogedor con los que están pasando necesidad”. “Oremos de manera especial por el atribulado pueblo ucraniano, para que cese el estruendo de las armas y las partes implicadas, con el apoyo de la comunidad internacional, encuentren el valor para dialogar de manera sincera, directa y respetuosa”, rogó el Papa, quien también imploró “paz y consuelo para las víctimas de todas las guerras que se libran en el mundo, especialmente aquellas olvidadas; y para quienes sufren a causa de la injusticia, la inestabilidad política, la persecución religiosa y el terrorismo”. Especialmente, León recordó los conflictos en Sudán, Sudán del Sur, Malí, Burkina Faso y la República Democrática del Congo”.
También, “por el querido pueblo de Haití, que cese en el País toda forma de violencia y pueda avanzar por el camino de la paz y la reconciliación”. En sus palabras, el Papa quiso invocar “a quienes tienen responsabilidades políticas en América Latina para que, al enfrentar los numerosos desafíos, se le dé espacio al diálogo por el bien común y no a las exclusiones ideológicas y partidistas”, en una clara alusión a la crisis entre EE.UU y Venezuela.
“Pedimos al Príncipe de la Paz que ilumine a Myanmar con la luz de un futuro de reconciliación, que devuelva la esperanza a las generaciones jóvenes, guíe a todo el pueblo birmano por los caminos de la paz y acompañe a quienes viven sin hogar, sin seguridad y sin confianza en el mañana”, trazó el Papa. De igual modo, pidió “que se restablezca la antigua amistad entre Tailandia y Camboya y que las partes implicadas continúen esforzándose por la reconciliación y la paz”, y a los que sufren por “las recientes y devastadoras catástrofes naturales” en el sur de Asia y Oceanía. “Invito a todos a renovar con convicción el compromiso común de socorrer a quienes sufren”, finalizó Prevost, deseando a todos “de corazón, una Navidad serena”.