La policía ha registrado con orden judicial el apartamento que el canónigo Alfonso López Benito tenía en la playa de El Perelló, término municipal de Sueca, cerca de El Saler, según informa hoy Levante.
Hubo que descerrajar la puerta, dado que ninguna de las llaves aportadas por la familia o halladas en su vivienda eran las del apartamento, que han desaparecido. El interior estaba “extremadamente limpio”.
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Como el detenido ha guardado silencio ante la policía y ante el juez, ello obliga a la policía y a la acusación a investigar y reunir el máximo número de pruebas posibles para incriminar al hasta ahora único detenido por el asesinato. Huellas, ADN, router del wifi para ver con quien se comunicó desde allí.
Según el rotativo, que recoge informaciones facilitadas por el asistente rumano que tenía el sacerdote, el canónigo habría invitado a un hombre con una cierta discapacidad a pasar el fin de semana de su muerte en dicho apartamento playero, pero no fueron allí al negarse el asistente a llevarles en coche, por lo que cambiaron planes y se quedaron el domicilio de Valencia.
De este modo tenemos que en el tiempo y escenas cercanas al momento del crimen aparecen tres hombres: el discapacitado, el asistente y el ya detenido como principal sospechoso. La policía está centrada en reconstruir al máximo las últimas horas de la víctima y las entradas y salidas de gente tanto a la vivienda de Valencia, propiedad del Arzobispado, como al apartamento de la playa, propiedad del canónigo.
Persona clave de momento en las investigaciones es un joven rumano que hacía de asistente, chofer, escolta y protector del canónigo, conocido de éste hace una docena de años, quien está aportando algunas informaciones interesantes a la policía, tendentes a aclarar lo que pudo haber ocurrido, aunque es posible que no todo lo que sabe.
