Capellán del Cementerio General de Valencia Benjamín Zorrilla: "Cuando pase la pandemia celebraremos funerales por cada uno de los fallecidos"

Benjamín Zorrilla, capellán del cementerio general de Valencia
Benjamín Zorrilla, capellán del cementerio general de Valencia

“Tengo el corazón roto: las familias están destrozadas por no poder despedir a sus seres queridos”

El capellán del Cementerio General de Valencia, Benjamín Zorrilla, ha asegurado que "cuando pase la pandemia celebraremos funerales por cada uno de los fallecidos durante este periodo".

 El sacerdote, que reconoce "tener el corazón roto" ante el sufrimiento de las familias por no poder despedirse de sus seres queridos debido al confinamiento por el coronavirus", cuenta en la edición en PDF del semanario diocesano PARAULA, que el Cementerio general de Valencia está prácticamente cerrado.

 El estado de alarma vigente y la normativa para los camposantos obligan a que sólo pueden acompañar en la despedida al difunto tres personas y, si la familia lo pide, un sacerdote.

No pueden celebrarse funerales sino sólo rezar un responso junto al nicho, pues los servicios religiosos están prohibidos y la capilla del cementerio cerrada para evitar el contacto de la gente y el posible contagio.

 Por eso, los capellanes del cementerio indican a las familias que más adelante, cuando pase el estado de alarma y el confinamiento, se podrán celebrar los funerales que ahora no han podido hacerse,  en sufragio por el eterno descanso de  cada uno de los difuntos, funerales de forma individual por cada uno de ellos. 

Cementerio central de Valencia

Lo que vendrá después

“Los capellanes estamos muy pendientes y ya nos estamos preparando para lo que va a venir después: muchos funerales, para que pueda estar presente toda la familia -nietos, hermanos, sobrinos- y los amigos del fallecido”, indica Benjamín Zorrilla, que reconoce que esta situación a los capellanes les está “doliendo muchísimo”. 

Él ofrece la misa que celebra cada día en su casa por los enfermos y las personas que han fallecido y no han podido ser acompañadas. Y todos los días le piden intenciones por gente que acaba de fallecer. “Tengo el corazón roto”, añade.

También constata que las familias van al cementerio “están destrozadas, con mucho sufrimiento porque no han podido acompañar a su familiar en la enfermedad y han muerto solos”. Esto, según el capellán, está provocando que el duelo se tenga que vivir de una forma completamente nueva. Cada día él mismo atiende cuatro o cinco videollamadas de familiares de fallecidos que necesitan hablar y recibir una palabra de consuelo y esperanza.

En la misma situación se encuentran las personas que son incineradas. “Ahora los familiares se están llevando las cenizas a casa en una urna y, cuando pase todo, haremos los funerales y las enterraremos”.

No se cierra el duelo

"Habitualmente te puedes despedir de tu familiar, se le acompaña en el hospital y te rodean los amigos, pero ahora todo es vacío. No le puedes dar la mano, un beso, pedirle perdón ni decirle que le quieres. Las relaciones humanas están siendo muy dañadas. Este duelo es distinto, no se ha cerrado y van a necesitar una atención especial”, subraya.

Cañizares, en el Cementerio General de Valencia

Para los familiares de los muertos por  coronavirus el dolor es doble, “pues al proceso de muerte que no pueden acompañar añaden la sorpresa de no saber qué hacer. Todo esto está provocando muchísimo sufrimiento”, recalca en PARAULA.

Para paliar en lo posible este dolor, el capellán recomienda que se ponga la foto de la persona enferma junto a una imagen que tengan en casa y rezar. “Que tengan ese momento de intimidad con el enfermo a través de la fotografía y le cuenten todo lo que le dirían si lo tuvieran delante pero no pueden por las circunstancias. Además, pueden encomendar el alma de la persona a la Virgen o a un santo”. Y por supuesto, que “no olviden que cuando todo esto termine podremos celebrar el funeral”.

Y reconoce que los sanitarios, son los auténticos héroes de esta situación. “Están facilitando videollamadas para que puedan verse enfermo y familiares”. El propio capellán sabe de varios médicos que renuncian a su tiempo de descanso para pasarlo junto a los enfermos que están a punto de morir, dándoles la mano y rezando por ellos y si hace falta, incluso, durante toda la noche.  

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