Carta abierta a la izquierda abertzale tras las elecciones vascas Carta a EH Bildu: "Habríais dado el 'sorpasso' al PNV si hubieras tenido el valor que os falta para condenar públicamente a ETA"

Peio Otxandiano, con Arnaldo Otegi
Peio Otxandiano, con Arnaldo Otegi EFE

Lo que quieren saber muchos para votaros es si renunciasteis a la violencia por pura táctica política o por convicciones éticas. Porque, en el primer caso, nadie sabe qué puede pasar si un día creéis que el asesinato puede volver a ser una práctica política eficaz

Ese discernimiento tiene dos puntos fundamentales: nuestra increíble capacidad de autoengaño y la necesidad de considerar todos los factores que intervienen cuando hay que tomar una decisión

No basta con hablar eufemísticamente de “lucha armada”, hay que hablar sinceramente de terrorismo. No basta con pedir perdón y decir que lo sentís, eso puede hacerlo también el que te hace algún daño necesario (vg. en una cura médica), o involuntario (porque te da un pisotón en el autobús o algo similar)

He visto y leído cómo mucha gente os felicitaba por vuestro crecimiento en las pasadas elecciones vascas. Mi felicitación es solo de letra pequeña. Porque quisiera haceros, en letra grande una crítica más importante.

Sospecho que habríais crecido todavía más, y hasta dando el “sorpasso” al PNV, si hubierais tenido el valor que os falta para condenar públicamente la violencia etarra. No basta con hablar eufemísticamente de “lucha armada”, hay que hablar sinceramente de terrorismo. No basta con pedir perdón y decir que lo sentís, eso puede hacerlo también el que te hace algún daño necesario (vg. en una cura médica), o involuntario (porque te da un pisotón en el autobús o algo similar).

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Eso no basta: pues lo que quieren saber muchos para votaros es si renunciasteis a la violencia por pura táctica política o por convicciones éticas. Porque, en el primer caso, nadie sabe qué puede pasar si un día creéis que el asesinato puede volver a ser una práctica política eficaz. Tendríamos entonces, como una de tantas vueltas extrañas que da la historia, una especie de nazismo de izquierdas. Y eso muchos tampoco lo quieren: porque casos como el de Miguel Ángel Blanco o Dolores González Cataraín (delante mismo de su hijito) son monstruosos. Sin que importe que Miguel Ángel fuera del PP o Dolores una reinsertada: porque antes de eso eran ambos personas humanas.

Resultados de las elecciones vascas

Puedo confesar, aunque el señor Feijóo me tache de amigo de criminales y separatista, que todas las veces que he seguido un poco las cosas del Congreso me he sentido muy de acuerdo con vuestras propuestas. Como también agradecí públicamente a Arnaldo Otegui el giro dado a HB y su participación en el final de ETA. Tengo también escrito por ahí que lo que quiero de los vascos es que sean mis hermanos, no mis compatriotas: porque comparto la opinión de varios sociólogos de que los nacionalismos actuales son en Occidente un sustituto de la desaparición de lo religioso: pues los humanos necesitamos algún absoluto para el que vivir.

Por eso repito una vez más que yo no creo en las patrias: en todo caso creo en la “matria” que deriva de esa madre que es la tierra para todos nosotros, y a la que queremos por ella misma, sin competitividad con nada ni con nadie. Mientras que lo patrio deriva del “padre” que, al menos hasta ahora, ha sido símbolo de poder en nuestra cultura machista. Y cuando voy conociendo un poco la India del señor Modi, me horrorizo y me echo a temblar.

Las víctimas, en el Parlamento Vasco
Las víctimas, en el Parlamento Vasco Parlamento de Euskadi

En fin: para concluir os hablaré de un donostiarra muy conocido y que ha sido decisivo en mi vida. Se llamaba Ignacio de Loyola. Y muchos de vosotros habréis oído y sabréis que hoy se habla bastante de eso que llaman “espiritualidad ignaciana” y que yo procuro seguir.

Pues bien; a esa espiritualidad ignaciana pertenece otra palabra hoy bastante de moda: el discernimiento de espíritus.  Ese discernimiento tiene dos puntos fundamentales: nuestra increíble capacidad de autoengaño y la necesidad de considerar todos los factores que intervienen cuando hay que tomar una decisión.

La terapia para lo primero es el frecuente examen de uno mismo y la pregunta constante por cuáles son las verdaderas motivaciones (Ignacio suele hablar de “mociones”) que me mueven a tomar aquella decisión. Para lo segundo es necesario reconocer que los hechos históricos son, por lo general, consecuencia de varios factores: no de uno solo (ni de uno o dos, sino de otros más). Después habrá que medir también el peso y la dimensión de cada uno de esos factores en el asunto sobre el que vamos a decidir. Porque si consideramos un solo factor absolutizado, podemos construir un silogismo perfecto, de aquellos que antaño los latinos llamaban “en bárbara”, (por las tres as que simbolizaban toda la perfección) y que sin embargo no probase absolutamente nada: porque hay otros factores no considerados y que tienen mucho más peso[1].

Cuando intentas considerar todos los factores que intervienen en cada caso, las derechas (que hoy son ejemplo de esa unilateralidad) te acusan en seguida de “equidistancia”. Pero no se trata de “equi”, que evoca la igualdad, sino de omni-presencia que evoca la totalidad. Muchos argüían antaño que, aunque ETA fuera criminal, en Euskadi hay un problema real, que no se da por ejemplo en Castilla o en Murcia; y por eso fueron injustamente condenados como “equidistantes” entre el bien y el mal. Y si aplicáis este criterio a lo que hoy está pasando en los dramas Rusia-Ucrania o Israel-Palestina, veréis que sigue siendo un criterio muy válido de discernimiento.

Por eso me gusta decir que, a veces, las medias verdades son más peligrosas que las mentiras: porque estas van totalmente desnudas como mentiras, mientras que las otras son falsedades muy púdicamente vestidas “de verdad”.

Visto lo cual, hermanos de Bildu, me atrevo a pediros una clara y pública condena ética de la violencia etarra. Aparte de que creo que así aún ganaríais más votos, al menos sí puedo asegurar que así creceríais en humanidad.

Que es la meta para la cual vivimos todos.

Víctimas de ETA
Víctimas de ETA

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[1] Por si alguien no entiende eso de los silogismos perfectos pongamos un ejemplo bien fácil: “Don Rigoberto tiene una fortuna libre de deudas y un hijo llamado Rigobertito. Es así que un padre tiene derecho a legar su fortuna a su hijo. Luego don Rigoberto tiene derecho a nombrar heredero suyo a Rigobertito”.

Formalmente es inapelable. Pero resulta que don Rigoberto tiene además tres hijas (que podemos llamar Alberta, Berta y Rigoberta) y de eso no decía nada la primera premisa. Nuestro amigo no ha considerado todos los factores que intervenían en su decisión y ha argumentado con una de esas medias verdades, más peligrosas que la mentira. Si nos fijamos un poco, creo que podremos encontrar muchos casos parecidos en nuestro entorno…

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