"El santo pueblo de Dios ya ha probado el sabor de una Iglesia casa de todos y el aroma de la misericordia" Los rigoristas y el imposible (aunque deseado) entierro del papado de Francisco

"Los rigoristas quieren que no quede rastro, ni siquiera el aroma, de la primavera de Francisco"
"De Francisco les molestaba todo: su hacer, su decir, su estilo, sus gestos, su manera de ser. Pero, sobre todo, su parresía profética, esa valentía evangélica que lo llevó a denunciar sin tapujos la Iglesia piramidal, patriarcal y clerical"
"Francisco fue un Papa Magno, y su huella es indeleble. Su pontificado marcó a la Iglesia para siempre, orientándola hacia la misericordia, hacia el Evangelio, hacia una Iglesia samaritana y en salida, como la soñó el Nazareno"
"Las señales de León XIV son de prudencia estratégica, continuidad reformista y firmeza dialogante, consolidando su liderazgo frente a las presiones rigoristas sin renunciar a su propia impronta"
"Francisco fue un Papa Magno, y su huella es indeleble. Su pontificado marcó a la Iglesia para siempre, orientándola hacia la misericordia, hacia el Evangelio, hacia una Iglesia samaritana y en salida, como la soñó el Nazareno"
"Las señales de León XIV son de prudencia estratégica, continuidad reformista y firmeza dialogante, consolidando su liderazgo frente a las presiones rigoristas sin renunciar a su propia impronta"
Hay quienes, desde hace tiempo, sueñan con enterrar el papado de Francisco cuanto antes y de la forma más radical posible. Los rigoristas quieren que no quede rastro, ni siquiera el aroma, de la primavera de Francisco. Para ellos, el pontificado de Bergoglio fue un paréntesis incómodo, un accidente sin continuidad que debería ser borrado de la memoria eclesial.
De Francisco les molestaba todo: su hacer, su decir, su estilo, sus gestos, su manera de ser. Pero, sobre todo, su parresía profética, esa valentía evangélica que lo llevó a denunciar sin tapujos la Iglesia piramidal, patriarcal y clerical por la que suspiran los rigoristas y que ya el Concilio Vaticano II comenzó a derribar.
Francisco no tuvo miedo de llamar a las cosas por su nombre, de abrir ventanas y puertas, de dejar entrar el aire fresco del Evangelio y la misericordia, de denunciar los tejemanejes de la Curia y de amonestar a los altos clérigos convertidos en funcionarios de lo sagrado.

Por eso, ahora, los rigoristas intentan convertir su pontificado en un simple paréntesis, una tormenta de verano, un episodio a olvidar. Pero Francisco fue un Papa Magno, y su huella es indeleble. Su pontificado marcó a la Iglesia para siempre, orientándola hacia la misericordia, hacia el Evangelio, hacia una Iglesia samaritana y en salida, como la soñó el Nazareno.
Sin razones de peso ni argumentos de fondo para tapar el legado de Francisco, los rigoristas buscan condicionar a su sucesor, León XIV, y atraerlo hacia sus tesis. No lo consiguen, pero se aferran a cualquier mínimo indicio —el uso de la muceta, unas vacaciones en Castel Gandolfo, que se deja besar el anillo— para ensalzarlo y situarlo en su oscuro campo de juego.
Sueñan con una vuelta a la aristocracia episcopal, al alto y bajo clero postridentino, a la Iglesia piramidal, a la “doctrina, doctrina”, a la ley y el orden, al Derecho Canónico y a los principios innegociables.
Pero el santo pueblo de Dios ya ha probado el sabor de una Iglesia casa de todos y el aroma de la misericordia, razón de ser de la Iglesia y mandato esencial de Jesús. No hay vuelta atrás. Menos aún hacia el clericalismo que predican los rigoristas. El Espíritu sopló fuerte con Francisco y su brisa sigue viva, porque el Evangelio no se puede enterrar ni silenciar, por más que algunos lo intenten.
Las señales de León XIV para consolidar su liderazgo frente a las presiones rigoristas
1. Continuidad estratégica y prudente en la Curia
León XIV ha optado en sus primeros días por mantener provisionalmente en sus cargos a todos los responsables de la Curia Romana nombrados por Francisco. Esta decisión, lejos de ser una simple transición, es leída como un claro mensaje de estabilidad y de respeto al legado reformista de Bergoglio, evitando movimientos bruscos que puedan ser interpretados como concesiones a los sectores más rigoristas. El Papa ha subrayado que tomará tiempo para reflexionar, orar y dialogar antes de realizar cambios definitivos, lo que refuerza su imagen de líder prudente y dialogante.
2. Defensa del legado de Francisco
Desde su primer discurso, León XIV ha mostrado una cercanía explícita con el pontificado de Francisco, tanto en el tono como en el fondo. Ha reivindicado la importancia de la paz, la justicia social y la inclusión, pilares del pontificado anterior, y ha pedido permiso para ofrecer la misma bendición que Francisco dio en su última aparición. Este gesto es interpretado como una señal inequívoca de continuidad y de protección del legado bergogliano frente a quienes desean un giro conservador.
3. Elección y confirmación de figuras clave
El liderazgo de León XIV será juzgado, sobre todo, por los nombres que elija para su equipo de confianza en la Curia. Mantener a Víctor Manuel “Tucho” Fernández al frente del Dicasterio para la Doctrina de la Fe es una señal clara de resistencia a las presiones restauracionistas y de defensa del corazón teológico del proyecto reformista de Francisco. La permanencia de otros cargos clave, como el secretario de Estado Parolin o la prefecta de Vida Consagrada, Simona Brambilla, también será observada como termómetro del rumbo del pontificado.
4. Gestos simbólicos y comunicación
León XIV ha combinado gestos de continuidad con elementos de tradición, como el uso de vestimenta papal más clásica en su primera aparición, lo que indica una voluntad de unir sensibilidad reformista con respeto a la tradición. Su estilo comunicativo, marcado por el autocontrol y la serenidad, refuerza su autoridad y transmite seguridad ante las presiones internas.

5. Enfoque en la sinodalidad y la escucha
El Papa ha reiterado su compromiso con la sinodalidad y el diálogo, elementos centrales del legado de Francisco. Ha manifestado su intención de escuchar a todos los sectores de la Iglesia, pero sin ceder a las presiones de quienes buscan revertir los avances en apertura y misericordia. Este enfoque refuerza su liderazgo como garante de una Iglesia más humilde, cercana y abierta al mundo. “La sinodalidad se hace mentalidad, en el corazón, en los procesos de decisión y en los modos de actuar”, acaba de proclamar ante los obispos italianos.
6. Mensaje claro a los rigoristas
León XIV, al consolidar su liderazgo, envía el mensaje de que no habrá marcha atrás en las reformas esenciales y que la Iglesia no volverá a modelos clericales o piramidales. Su apuesta es por una Iglesia casa de todos, fiel al Evangelio y a la misericordia, resistiendo los intentos de los sectores más conservadores de convertir el pontificado de Francisco en un paréntesis sin continuidad.
En resumen, las señales de León XIV son de prudencia estratégica, continuidad reformista y firmeza dialogante, consolidando su liderazgo frente a las presiones rigoristas sin renunciar a su propia impronta.
