Hazte socio/a
Última hora
Sánchez anuncia 'medidas' si los obispos no cumplen con las víctimas

Semana santa (3): ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?

¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?

Muchos se espantaron de él,

porque, desfigurado, no parecía hombre,

ni tenía aspecto humano (Is 52,13)

Dicen que fue un gran grito:

“¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?

Tantos hombres lo han preguntado,

tantos hoy lo repiten…

Y sentir que ese grito se eleva,

recorre los espacios y las estrellas,

y que sólo el eco responde.

Y después… ¡nada! ¡Silencio!

Tener la oscura impresión

De que Dios es un punto, no un amigo,

insensible a los gritos y lloros.

Si lo hace por y con alguien

un hombre puede resistir

el ser torturado, golpeado, humillado…

Pero, ¿y si es abandonado?

No hay nada peor

que el que nos muerda la soledad,

pero la soledad radical, total…

cuando parece que el Único que no falla

tampoco “está ahí”;

cuando no hay ni fuerza

para rebelarse y renegar,

sino que sólo queda dudar,

el silencio y el dudar…

Estar solo y no saber

si alguna vez esa cadena

se puede llegar a quebrar.

Y a pesar de silencio

tener que caminar,

avanzar en las tinieblas,

sin saber casi por qué.

Pero, ¿tendría más sentido

pararse o volver atrás?

Es como andar por un túnel oscuro

sin saber si al final

habrá una salida a la luz,

sin saber siquiera si habrá un final.

Y confiar en que el Dios callado

al fin hablará,

que el que por todos fue abandonado

a ti no te abandonará.

También te puede interesar

En la muerte del filósofo Gianni Vattimo

Vattimo, posverdad y cristianismo presente y futuro

Nuevo libro con entrevistas a los secretarios especiales del Sínodo de 2018

SINODALIDAD: Un estilo de ser Iglesia y de hacer pastoral

Lo último

SIN COMUNIDADES ALTERNATIVAS EN LA PERIFERIA NO HABRÁ CAMBIOS INTERNOS. LA HISTORIA LO DEMUESTRA: NINGUNA ESTRUCTURA SE REFORMA SOLO POR ARGUMENTOS. LAS REFORMAS NACEN CUANDO EXISTEN FORMAS DE VIDA CREÍBLES QUE MUESTRAN QUE OTRA IGLESIA ES POSIBLE.

Monacato laico: renovar la iglesia dejando atrás una jerarquía enferma