El orden cósmico nos supera. Este volcán es como una cerilla que ilumina mi mente para saltar hacia el Universo y decirme: sube más allá y acepta una cosmovisión que rompe con tus criterios del tiempo y del espacio.
La vida humana es más importante que toda posesión material. Pero aun esta siempre está en riesgo. Como cuenta el Kempis de aquel que iba por la calle y le cayó una teja. ¿Tenemos conciencia de que formamos parte de un todo y que el devenir de nuestra vida temporal tiene un término y una continuidad distinta?
La Tierra es un ser vivo en continua transformación. Un día se separaron los continentes, surgieron los mares, evolucionaron los animales y vino el hombre. El volcán recuerda que hay una inteligencia, un fuego, una vida, una energía sembrada en el interior del Cosmos. ¿Podemos acceder a ella? Solo desde el silencio
Hoy los poetas y soñadores como tú no tienen mucho sitio en este imperio de la televisión, las plataformas digitales e Internet. Nos hemos instalado en el dominio de la mediocridad, el libro de vida efímera y la subcultura del prêt-a-porter
A Pemán no se le ha perdonado que se le entienda; que en el fondo y la forma haya sido un gran pedagogo del lenguaje, un mago de la imagen limpia, igual que un atardecer en el Campo del Sur. Políticamente, todo el mundo lo sabe, fue mucho más monárquico que franquista y más liberal, como buen gaditano, que de derechas.
Eso de ser católico ha estado durante décadas mal visto en el mundo de la pluma, donde para triunfar parecía que había que ser homosexual y de izquierdas, dicho sea esto con el respeto y aun admiración que todo el mundo sabe que profeso a unos y otros. La historia es que tus libros han estado enterrados en el olvido sin que inexplicablemente casi se reeditaran.
Le enseñará no sólo en el manejo de la prosa, sino también en sencillez y humildad que era la virtud que él echaba de menos en el intelectual
Hasta Umbral, un escritor de izquierdas, le llamó "un gran maestro". Quizás por eso Pemán nunca fue violento en sus artículos ni en nada, porque, a pesar de, o precisamente por su profunda fe, se preguntaba por todo y se fijaba en la pequeñas y gratas cosas de la vida.
Te adelantabas a la teología moderna al hablar de las inmanencia y trascendencia y te identificabas con el "Dios deseado y deseante" de J.R.J. y añadías que "el que se sume en la inmanencia divina, se siente inmenso en Alguien trascendente"
“Actuaba como un verdadero padre, que sabía conocer 'la anatomía del alma'”.
Sabía mirar más allá de la apariencia, y al tratarlos se volcaba especialmente con las conciencias turbadas y afligidas, devolviéndoles muchas veces la serenidad interior
"En las cosas espirituales -decía- no hay más pernicioso error que el pretender gobernar a los otros por sí mismo, y pensar que lo que es bueno para uno lo es para todos.
Quizás conservaba algo del antiguo gentilhombre y cuando quería agasajar a alguien, parecía que lo quisiese meter en su alma
"En el tiempo que estuvo entre nosotros, con su presencia y conversación, reinaba en casa grande alegría".
Cuenta Gonçalves de Cámara que cuando un compañero regresaba a casa después de llevar a cabo un negocio, se limitaba a preguntarle: "¿Venís contento de vos?"
En eso de poner los medios humanos y luego dejar el asunto a Dios era tozudo
Cuando encomendaba algo a alguien, luego le dejaba libertad para actuar a propia iniciativa.
Siempre existió la jaculatoria, el koan y el mantra. Pueden ayudar. Pero para cambiar hay que desearlo. No a fuerza de puños, ni de repeticiones, sino de apertura a la verdad, como la tierra a la lluvia
Cuando soy ‟bueno” para que tú me quieras -mamá, papá, superior, novia, esposo, jefe- lo hago desde una careta que no es mi verdadero yo.
El día que rompa todos los modelos que me han metido en la cabeza y renuncie a ese ‟yo mental”, incluso a ese Dios-idea que me han enseñado de niño como un lastre de obligaciones o una construcción del super-ego y me hace sentirme siempre mal y culpable, habré dado mi gran paso para la liberación.
Y si, a pesar de ello, llega el dolor y no puedes con él, recógelo todo y ponlo en una canasta.
Pese a los grandes logros de la era tecnológica y el desarrollo de los países del mundo occidental en el que nos encontramos, algo falla para que la media de nuestros habitantes arroje un índice tan elevado de infelicidad.
Los maestros espirituales siempre enseñaron la necesidad de nacer de nuevo, cambiar por dentro, alcanzar la luz, lo que redunda inmediatamente en el mundo de fuera.
La condición es saber morir cada noche y nacer al amanecer del día siguiente y tener capacidad de despertar con aires de estreno. Ello supone cambiar nuestra forma de mirar
Sumergirse en este instante, sin preocuparse por lo que ya se fue o lo que va a venir nos permitirá gozar a tope de lo que tenemos entre las manos que es en sí mismo una ventana a la luz total, la única realidad ajena a ese sueño, a esa proyección fugaz.
Y la gran pregunta de Nicodemo que es la pregunta clave de la vida: "¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo, ¿podrá entrar de nuevo en el vientre materno para nacer?
Solo desde dentro, se puede dar el salto mortal a la vida verdadera. No hay que esperar a ver el otro lado. Saborear lo hondo del ser, sin conceptualizarlo: solo sentirlo desde el silencio
En este cincuenta aniversario de mi ordenación sacerdotal, quiero recordar que debo la luz como Ignacio a una pierna quebrada, una tuberculosis ósea en la cadera que me mantuvo escayolado e inmóvil
Siento el sacerdocio no solo como un servicio a los demás y al altar, sino sobre todo como una forma divina de administrar el sacramento de todas las cosas, del Dios en el que como dice San Pablo “nos movemos, existimos y somos”
Siempre en mis escritos he defendido una Iglesia como plaza del pueblo más que como castillo inexpugnable.
Como dice Isaías, “te he cogido de la mano” para dar luz, liberar de todas las cadenas, hacer justicia, para anunciar algo nuevo.
Creo que el tiempo no es más que un epifenómeno, la cáscara de la vida, pues ya vivimos, ya estamos, sin darnos cuenta en un ahora eterno. ¿El sentido de la vida? Recuperar lo que se significa en cada Eucaristía, nuestra auténtica naturaleza: el amor.
Ser sacerdote es ser elegido por Dios para ponernos en camino y dar fruto, como amigo, no como siervo, para “en todo amar y servir”. Por tanto, hoy más que nunca, doy gracias, como diría San Ignacio “por tanto bien recibido”
Mi plegaria cotidiana consiste en pedir a Dios que me permita estar despierto y con ojos de niño bien abiertos en la transparencia de Dios de cada cosa, cada flor, cada amanecer, cada gesto, cada herida, cada fragilidad humana
Hoy, 20 de mayo se cumplen 500 años de la herida que transformó al gentilhombre Íñigo en el futuro Ignacio de Loyola.
Ignacio, durante la convalecencia de la carnicería que le practicaron lo cirujanos, aprendió los dos sabores del alma, que le llevarían al discernimiento y el descubrimiento cósmico de la unidad de todo en su Contemplación para Alcanzar Amor.
Pero el mundo cambió, y en el siglo XX surge Pedro Arrupe que, incluso con un parecido físico a Ignacio, lee su espíritu y sus Constituciones para el mundo actual, con la valentía de tender un puente entre Oriente y Occidente, el respeto y valoración de otras mundos mediante su “inculturación” y sobre todo la lucha por la justicia en una sociedad desigual y desgarrada.
Ambos, Ignacio y Pedro, coinciden en la esperanza, tan necesaria para nuestro mundo: “San Ignacio -escribe Arrupe- es un modelo y un inspirador de esperanza, de la verdadera esperanza que se basa sólo en Dios.
Ante las inquietantes noticias de pandemia, guerra, hambre, paro, crisis de valores, inestabilidad mundial, amenazas económicas, miedo al futuro, Dios me canta una nana.
“Como un niño en los brazos de su madre, así está mi alma dentro de mí!” (Salmo 131)
Si no hay conexión de amor maduro con los demás (familia, pareja, amigos), es indispensable la conexión interior: el descubrimiento con el centro de las diversas capas de la “cebolla”, lo hondo de nuestra conciencia
Las diversas formas de meditación han descubierto, que allí en lo profundo siempre estamos bien
La verdadera y funesta soledad es “no poder hablar con tu corazón”
Creer en el hombre es un modo de creer en Dios y en la poesía
Una de las más recientes teorías físicasdescribe a las partículas elementales no como corpúsculos, sino como vibraciones de minúsculas cuerdas, consideradas entidades geométricas de una dimensión
Nuestra vida es un parpadeo del Universo, una nota musical de la sinfonía.
la muerte no es muerte, es una transición de forma, un beso con que te besa Dios al retornar a tu ser
Es un error convertir la santidad en otra forma de protagonismo para alimentar el ego
La armonía es nuestra manera de reencontrarnos, y el Uno, mi olvidado apellido de familia.
Algunos creyeron que la mejor forma de desapegarse era huir
Pero la cueva y el desierto no privaron a San Antonio de las tentaciones, inmortalizadas en miles de cuadros
Nos llevamos con nosotros el saco de los deseos a la calle, al monasterio o a las antípodas de nuestro planeta. Por eso el camino no es escapar, sino flotar en la superficie de los deseos
Vivir sin apego es vivir con todo y sin nada, como de viaje por las cosas