Franco Zago da Re, o Patxi como también le llamaban por sus años pasados en el País Vasco, nació en Italia pero vivió por medio mundo. "Fue un pionero, lo que el Espíritu Santo le dictaba, ahí iba"
Lo de pastor con olor a oveja se lo achacó Juan José Gasanz, párroco de San Raimundo de Peñafort, en El Pozo, que en el entierro dijo de él que, "como buen misionero, olía la ocasión de ser apóstol hasta el final; un apóstol incansable, no perdía ni un segundo"
Había regresado a España en 2016 con la misión de comenzar una nueva obra en la periferia de Madrid, en la barriada de El Pozo, siendo fiel a una de sus máximas tomada de palabras de Murialdo: "A nuevas necesidades, nuevas obras"
Y allí estaba el padre Franco, con sus 71 años, de vuelta a sus niños y jóvenes más necesitados y abandonados, «su pasión, y al que ellos adoraban porque era amable y afable
Las exequias del padre Franco cumplieron con la norma establecida: además de dos enterradores y un operario de grúa, asistieron un padre de un niño de catequesis, una catequista, otro sacerdote, y el oficiante, el padre Juan José
Al padre Juan José le salió una súplica del alma al cielo:"Como él valía por diez, que nos mande otros diez josefinos; si no, no sé qué vamos a hacer en El Pozo"