“Con-fiar” es tener fe en conjunto. Supone gratuidad y riesgo. Es una relación esperanzadora con los otros que nos transforma en verdaderos humanos.
De todas las causas de desconfianza hacia la Iglesia, la mayor de nuestra época es la pederastia. Su impacto será comparable a la Reforma o el Cisma de Oriente. Precipitará cambios postergados durante siglos y ocupará un capítulo especial en la Historia de la Iglesia.
El clericalismo, causa última de esta calamidad, se vincula con la sacralización del clérigo mediante una disciplina tardía, el celibato obligatorio, que es en la práctica, más que el Sacramento del Orden. Por eso se excluye, degrada y aniquila eclesialmente a quienes lo pongan en duda al casarse formalmente con una mujer ya que ésta es el mayor "peligro" en el imaginario clerical católico.
Las instituciones son necesarias porque dan continuidad en el tiempo a los procesos humanos. Frente a tantos cambios acelerados, pueden aportar estabilidad inteligente mientras baja la espuma y el péndulo vuelva de los extremos.
Necesitamos la Iglesia. Pero una que se convierte permanentemente para llegar a ser una escuela de confianza en el mundo, para ser un "nosotros". Una confianza sacramental que se aprenda por contacto con otros rostros y brazos confiables, que es como la gente confiaba en Jesús.