La ONG se suma al llamado del CIDSE ante la ONU para concretar un proceso iniciado en 2014 Manos Unidas pide un instrumento internacional legal y vinculante que sitúe los derechos humanos y el planeta sobre los tratados comerciales
Manos Unidas, como parte de CIDSE, la alianza internacional de ONG católicas de desarrollo, se ha sumado a un Llamado a la Acción dirigido a los gobiernos que participan esta semana en Ginebra en la 11ª sesión del Grupo de Trabajo Intergubernamental de la ONU. El llamado insta a los Estados a aprobar un instrumento jurídicamente vinculante sobre empresas y derechos humanos
también han presentado un documento en el que se hacen importantes consideraciones sobre algunos de los artículos propuestos para ese instrumento
La firma de este Llamado a la Acción reúne a docenas de organizaciones religiosas y ecuménicas de todos los continentes y refleja la creciente conciencia de que los abusos empresariales y la crisis climática son desafíos globales que exigen respuestas colectivas
El proceso hacia un documento legal vinculante se inició en 2014, cuando el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas aprobó la Resolución 26/9. Once años después, el avance ha sido lento, mientras los impactos negativos de la actividad corporativa se han multiplicado
La firma de este Llamado a la Acción reúne a docenas de organizaciones religiosas y ecuménicas de todos los continentes y refleja la creciente conciencia de que los abusos empresariales y la crisis climática son desafíos globales que exigen respuestas colectivas
El proceso hacia un documento legal vinculante se inició en 2014, cuando el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas aprobó la Resolución 26/9. Once años después, el avance ha sido lento, mientras los impactos negativos de la actividad corporativa se han multiplicado
(Manos Unidas).- Una delegación de CIDSEsigue esta semana, en la sede de la ONU en Ginebra, las negociaciones para un Instrumento Jurídicamente Vinculante (LBI por sus siglas en inglés) de carácter internacional sobre empresas transnacionales y otras empresas comerciales.
La delegación está formada por miembros de las organizaciones Broederlijk Delen (Bélgica), Fastenaktion (Suiza), DKA-Austria, miembro de KOO (Austria) y Trócaire (Irlanda), junto con organizaciones asociadas de Brasil y Guatemala y aliados para presionar a las delegaciones oficiales.
Pero, además de su presencia y participación, se ha presentadoante la ONU un documento en el que Manos Unidas también ha participado activamentey en el que se hacen importantes consideraciones sobre algunos de los artículos propuestos para ese instrumento: “Contribución de CIDSE al Grupo de trabajo intergubernamental de composición abierta sobre las empresas transnacionales y otras empresas comerciales con respecto a los derechos humanos”
Un imperativo moral y un compromiso espiritual ante el poder corporativo y la crisis ambiental
En preparación a estas 11 Sesiones de la ONU, Manos Unidas, -a través de CIDSE y junto a redes internacionales de fe como ACT Alliance, Pax Christi International o la World YWCA, y unidos a más de 100 líderes de 31 países- reclama a que los Estados den un paso histórico para garantizar la primacía de los derechos humanos y la protección del medio ambiente frente a los intereses económicos, asegurando que las empresas respondan por los daños que generan a las personas y al planeta.
La firma de este Llamado a la Acción reúne a docenas de organizaciones religiosas y ecuménicas de todos los continentes: obispos católicos y anglicanos, comunidades religiosas, asociaciones de mujeres, jóvenes y líderes indígenas. La diversidad de firmantes (desde América Latina hasta África, Asia y Europa) refleja la creciente conciencia de que los abusos empresariales y la crisis climática son desafíos globales que exigen respuestas colectivas.
El documento nace de una profunda preocupación compartida por las comunidades de fe ante las consecuencias de prácticas empresariales irresponsables y de la falta de regulación efectiva que permita prevenir y reparar los abusos cometidos a lo largo de los años.
El Llamado afirma que cuando las acciones de las empresas conducen a la destrucción del medio ambiente, las comunidades no solo pierden sus medios de vida, sino también su futuro: los niños pierden el acceso al agua potable, al aire y a los sistemas de conocimiento tradicionales que les infundan dignidad y esperanza, así como la capacidad de vivir en armonía con la creación, una relación que muchas religiones consideran sagradas.
Una década de negociaciones y una urgencia que no puede esperar
El proceso hacia un documento legal vinculante se inició en 2014, cuando el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas aprobó la Resolución 26/9, y comenzó la labor del Grupo de Trabajo Intergubernamental de Composición Abierta sobre Empresas Transnacionales y Otras Empresas con Respecto a los Derechos Humanos (OEIGWG), dando mandato para redactar un instrumento internacional que obligue a las empresas a respetar los derechos humanos en la realización de todas sus actividades.
Once años después, el avance ha sido lento, mientras los impactos negativos de la actividad corporativa se han multiplicado: contaminación de ríos y suelos, colapsos de represas mineras, explotación laboral, vertidos tóxicos o violaciones de derechos de comunidades indígenas. Casos recientes como la contaminación de la principal cuenca hidrográfica de Zambia, el colapso de la represa de Brumadinho en Brasil o el desastre del edificio Rana Plaza en Bangladesh son ejemplos trágicos de una misma realidad: la impunidad empresarial sigue vigente.
El llamado alerta, además, sobre nuevas formas de vulneración de derechos derivadas del uso masivo de tecnologías digitales, inteligencia artificial y tecnologías de vigilancia, que pueden agravar la discriminación estructural y la exclusión de los grupos más vulnerables.
El arzobispo Silvano Tomasi, Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU, lo recordaba ya en 2014:
"La responsabilidad de respetar los derechos humanos nace del reconocimiento de que las empresas tienen una función social que no puede reducirse únicamente a la producción y distribución de bienes y servicios"
Cuatro ejes para un documento de justicia
El Llamado a la Acción propone a los Estados cuatro compromisos fundamentales para que el tratado no se quede en declaraciones, sino que garantice resultados concretos:
- Garantizar la primacía de los derechos humanos sobre cualquier otra consideración, especialmente económica o comercial.
- Adoptar leyes que obliguen a las empresas a realizar una debida diligencia obligatoria y rigurosa en materia de derechos humanos y medio ambiente, en todas las fases de su cadena de valor.
- Proteger a las personas defensoras de los derechos humanos, garantizando su seguridad, su legitimidad y su acceso a mecanismos efectivos de reparación.
- Poner fin a la impunidad corporativa, asegurando el acceso a la justicia desde la perspectiva de género y teniendo en cuenta a las comunidades marginalizadas, a todos aquellos afectados por las violaciones empresariales.
El texto subraya que la demanda de un instrumento legal vinculante no es solo un asunto jurídico, sino un imperativo espiritual y ético. Desde una mirada de fe, se trata de “buscar justicia, rescatar al oprimido, defender al huérfano y abogar por la vida”.
"Para Manos Unidas, este llamado resuena con su misión de combatir el hambre, la pobreza y las causas estructurales de la desigualdad"
Las consecuencias del modelo económico extractivista (destrucción ambiental, pérdida de medios de vida, desplazamiento de comunidades y violaciones de derechos) son también formas de hambre e injusticia que deben abordarse desde la raíz.
La celebración de la undécima sesión del Grupo de Trabajo es un momento clave para avanzar hacia la versión final del tratado.
Las organizaciones firmantes de este LLamado instan a los Estados a participar activamente en las negociaciones y que actúen con coraje, sabiduría y justicia apoyando un texto ambicioso, que refleje valores como la compasión, la rendición de cuentas y la humanidad compartida.
Desde Manos Unidas, este llamado se entiende como una invitación a trabajar juntos por una economía al servicio de las personas y del planeta, donde las decisiones empresariales respeten los límites de la Tierra y los derechos de quienes la habitan.
"El Llamado a la Acción concluye con un mensaje esperanzador: aún estamos a tiempo de cambiar el rumbo. Adoptar un instrumento legal vinculante sobre empresas y derechos humanos no solo significará prevenir abusos, sino redefinir la economía global hacia modelos que promuevan la dignidad, la equidad y la sostenibilidad"
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