"Cuento con vosotros para que en los países donde vivís todos sepan que la Iglesia está siempre dispuesta a todo por amor, que está siempre del lado de los últimos, de los pobres, y que siempre defenderá el sacrosanto derecho a creer en Dios, a creer que esta vida no está a merced de los poderes de este mundo, sino que está atravesada por un sentido misterioso"
"Solo el amor es digno de fe ante el dolor de los inocentes, de los crucificados de hoy, a quienes muchos de vosotros conocéis personalmente porque servís a pueblos víctimas de guerras, de violencias, de injusticias, o incluso de ese falso bienestar que engaña y decepciona"
"Aún hoy, la Iglesia se encuentra a menudo con hombres y mujeres que ya no tienen alegría, que la sociedad ha marginado o que la vida ha obligado, en cierto modo, a mendigar su existencia", insistió el Papa, quien recordó las palabras de Pedro: "No tengo ni plata ni oro, pero lo que tengo te lo doy: en nombre de Jesús Cristo, el Nazareno, anda!"