Un buen cristiano, un obispo que amó y se comprometió radicalmente en el servicio al pueblo y un amigo fiel, con el que compartimos palabra y vida
"Partenia no tiene fronteras, como tampoco el Reino de Dios”, escribió Christina Moreira en su facebook, inmediatamente después de saber la noticia, mientras nos uníamos a él en nuestra oración
Esa amistad duró hasta los últimos tiempos de su vida. La última vez que estuvimos con él fue el pasado 11 de septiembre, con ocasión de su 86 cumpleaños (2022); en París, en la casa de los Espiritanos, donde residió sus últimos años. Estaba lleno de vitalidad, a pesar de padecer ya, posiblemente, la enfermedad que lo llevó a acabar en un hospital
Si los sectores más reaccionarios de la Iglesia lo habían hecho en la plaza de San Pedro del Vaticano con la muerte de Juan Pablo II, el papa que reprimió a los teólogos, curas, frailes y religiosas comprometidas con las causas de los oprimidos, que tapó escándalos y abusos como el de Gaspar Maciel –luego condenado por su sucesor- y toda la corrupción del Vaticano, ¿por qué no hacerlo con un obispo y un cristiano ejemplar como Jacques?