En la audiencia por el Jubileo del Mundo del Trabajo El papa León XIV reclama "oportunidades de empleo dignas" para los jóvenes
En una plaza de San Pedro abarrotada por más de 45.000 fieles y peregrinos, muchos de ellos participantes en el Jubileo del Mundo del Trabajo, el Papa instó a las instituciones y autoridades competentes a la creación de un empleo de calidad
"Espero un compromiso colectivo de las instituciones y la sociedad civil para crear oportunidades de empleo dignas que ofrezcan estabilidad y seguridad, garantizando, sobre todo, que los jóvenes puedan realizar sus sueños"
"Tenemos mucho que aprender de nuestros hermanos y hermanas perseguidos en África. Esforcémonos por seguir su ejemplo de perseverancia en la fe"
"Tenemos mucho que aprender de nuestros hermanos y hermanas perseguidos en África. Esforcémonos por seguir su ejemplo de perseverancia en la fe"
"El trabajo debe ser fuente de esperanza y vida, permitiendo la expresión de la creatividad individual y su capacidad para el bien. Por ello, espero un compromiso colectivo de las instituciones y la sociedad civil para crear oportunidades de empleo dignas que ofrezcan estabilidad y seguridad, garantizando, sobre todo, que los jóvenes puedan realizar sus sueños y contribuir al bien común".
En una plaza de San Pedro abarrotada por más de 45.000 fieles y peregrinos, muchos de ellos participantes en el Jubileo del Mundo del Trabajo, el Papa instó a las instituciones y autoridades competentes a la creación de un empleo de calidad para que, sobre todos quienes están empezando a construir su vida adulta, tengan mayores oportunidades en medio de un mundo que parece haber apostado por la precarización. Su llamado fue ratificado por un sonoro aplauso que recorrió la plaza.
En los saludos en las distintas lenguas a los peregrinos presentes, el Papa volvió a referirse a la cuestión laboral al dirigirse a los fieles polacos, recordando que "las peregrinaciones del Mundo del Trabajo tienen una larga tradición en Polonia. Su inspiración proviene de las enseñanzas de San Juan Pablo II y su encíclica Laborem exercens, así como de la obra del Beato Padre Popiełuszko. Recurran a estas fuentes para abordar las «cosas nuevas», fomentando la visión cristiana del trabajo humano", les dijo, arrancando sus aplausos.
Antes, León XIV había pronunciado su catequesis, titulada "Esperar es dar testimonio" y en donde, al redescubrir a numerosos testigos de esperanza, glosó la figura del beato Isidoro Bakanja, patrono de los laicos del Congo, en África, quien conoció a Cristo gracias a los misioneros, pero que "tuvo que sufrir todo tipo de maltratos y torturas a causa de su fe". A pesar de ello –prosiguió el Papa–, su testimonio de vida cristiana era cada vez más luminoso y lleno de esperanza, hasta el punto de morir perdonando y rezando por sus perseguidores".
Ese testimonio, que nace de la palabra de la Cruz, indicó León XIV, "es una palabra vivida que rompe las cadenas del mal. Es una nueva fuerza que desconcierta a los orgullosos y derroca a los poderosos de sus tronos. Así nace la esperanza. A menudo, las antiguas Iglesias del hemisferio norte reciben este testimonio de las Iglesias jóvenes, lo que las inspira a caminar juntas hacia el Reino de Dios, que es un Reino de justicia y paz. África, en particular, clama por esta conversión, y lo hace brindándonos muchos jóvenes testigos de fe".
"Su testimonio –añadió el Pontífice en su saludo en su lengua natal- nos recuerda que tenemos mucho que aprender de nuestros hermanos y hermanas perseguidos en África. Esforcémonos por seguir su ejemplo de perseverancia en la fe, a pesar de cualquier persecución o rechazo que podamos enfrentar", pidiendo al beato Isidoro "que también nosotros podamos dar testimonio de nuestra fe con valentía y entusiasmo".
La catequesis del Papa
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
La esperanza del Jubileo nace de las sorpresas de Dios. Dios es diferente de lo que estamos acostumbrados a ser. El Año Jubilar nos impulsa a reconocer esta diversidad y a plasmarla en la vida real. Por eso es un Año de gracia: ¡podemos cambiar! Siempre pedimos esto cuando rezamos el Padre Nuestro y decimos: «En la tierra como en el cielo».
San Pablo escribe a los cristianos de Corinto, invitándolos a darse cuenta de que, entre ellos, la tierra ya ha comenzado a parecerse al cielo. Les dice que reflexionen sobre su vocación y vean cómo Dios ha reunido a personas que, de otro modo, jamás se habrían conocido. Los más humildes y menos poderosos se han vuelto ahora preciosos e importantes (cf. 1 Cor 1,26-27). Los criterios de Dios, que siempre parten de los más pequeños, ya en Corinto son un «terremoto» que no destruye, sino que revitaliza el mundo. La palabra de la Cruz, de la que Pablo da testimonio, despierta la conciencia y reaviva la dignidad de cada persona.
Queridos hermanos y hermanas, tener esperanza es dar testimonio: dar testimonio de que todo ha cambiado, de que nada es como antes. Por eso hoy quiero hablarles de un testigo de la esperanza cristiana en África. Se llama Isidoro Bakanja y, desde 1994, es beatificado y patrono de los laicos del Congo. Nacido en 1885, cuando su país era una colonia belga, no asistió a la escuela porque no había ninguna en su pueblo, pero se convirtió en aprendiz de albañil. Entabló amistad con los misioneros católicos, los monjes trapenses. Ellos le hablaron de Jesús, y él aceptó seguir la instrucción cristiana y recibir el bautismo a los veinte años. Desde ese momento, su testimonio se volvió cada vez más luminoso. Esperar es dar testimonio: cuando damos testimonio de una nueva vida, la luz crece incluso en medio de las dificultades.
Isidoro, de hecho, se encuentra trabajando como jornalero agrícola para un patrón europeo sin escrúpulos que no soporta su fe ni su autenticidad. El patrón odiaba el cristianismo y a aquellos misioneros que defendían a los indígenas de los abusos de los colonizadores, pero Isidoro llevó su escapulario con la imagen de la Virgen María alrededor del cuello hasta el final, soportando todo tipo de maltratos y torturas, sin perder la esperanza. ¡Esperar es dar testimonio! Isidoro muere declarando a los Padres Trapenses que no guarda rencor; es más, promete rezar incluso en la otra vida por quienes lo han reducido a tal estado.
Esta, queridos hermanos y hermanas, es la palabra de la Cruz. Es una palabra vivida que rompe las cadenas del mal. Es una nueva fuerza que desconcierta a los orgullosos y derroca a los poderosos de sus tronos. Así nace la esperanza. A menudo, las antiguas Iglesias del hemisferio norte reciben este testimonio de las Iglesias jóvenes, lo que las inspira a caminar juntas hacia el Reino de Dios, que es un Reino de justicia y paz. África, en particular, clama por esta conversión, y lo hace brindándonos muchos jóvenes testigos de fe. Esperar es dar testimonio de que la tierra puede asemejarse verdaderamente al cielo. Y este es el mensaje del Jubileo.
Etiquetas