Variantes y conjeturas en los manuscritos de los Evangelios (84-02)

Hoy escribe Antonio Piñero

Como sabe la mayoría los lectores, las variantes en los manuscritos del Nuevo Testamento son muy numerosas; aproximadamente unas 500.000. De entre ellas son pocas las que tienen una importancia crucial (quizá no más de 200), puesto que muchas son variantes meramente ortográficas o de orden de palabras (ambas clases suman en torno al 60% o más).

Es ésta una de las razones por las que indico en la Guía para entender el Nuevo Testamento (pp. 59 y 76) que

la Iglesia nunca ha definido, ni siquiera en el Concilio de Trento, cuál es el tenor exacto, literal, del texto inspirado por el Espíritu Santo. Entre las más de 200.000 variantes de peso del Nuevo Testamento ¿cuáles representan el texto original? Se da el caso curioso, desde el punto de vista católico, que el Nuevo Testamento hoy más extendido, sobre el que se hace el 95% de las traducciones a lenguas modernas, se confecciona en Alemania, en el Instituto de Münster dedicado a la crítica textual del Nuevo Testamento, formado en su inmensa mayoría por investigadores protestantes. Además es un texto que cambia (no demasiado, pero cambia) de una edición a otra. Entre las ediciones 25 y 27 las apretadísimas páginas que señalan las diferencias suman unas treinta (p. 76).


Algunas de estas variantes han sido explicadas por los estudiosos del Nuevo Testamento por medio de “conjeturas”, es decir, imaginándose cómo pudo ser el vocablo griego “original” y cómo pudo corromperse teniendo en cuenta los hábitos de los escribas cuando copiaban, y los errores más comunes que cometían.

Estrictamente hablando una “conjetura” es una lectura variante que no se halla en ningún manuscrito del Nuevo Testamento, y que –por medio de esa labor imaginativa y detectivesca- se presupone que existió. La principal razón para suponerla es que una vez admitida su existencia, se explican mejor los errores de los manuscritos y la variación entre ellos.

Hay también otra clase de conjeturas que no parte de la lengua griega, al fin y al cabo secundaria –aunque todos los manuscritos del Nuevo Testamento estén este idioma- sino de retrotraducciones del texto griego al arameo en los lugares en los que se trnsmiten palabras de Jesús.

Como es sabido, parece altamente probable que la lengua materna de Jesús fuese el arameo y que en este idioma pronunciara la mayoría de sus dichos y sermones. Por tanto, lo que tenemos de Jesús son traducciones; hemos perdido el original. Hay estudiosos que conocen muy bien el arameo y que han dedicado buena parte de sus energías a reconstruir, a retrotraducir, a partir del texto griego que tienen ante sus ojos hoy (sacados de los manuscritos y debidamente editado) el arameo subyacente que –dicen- fue probablemente lo que dijo Jesús en realidad.

Hay un investigador alemán, cuyo nombre es Günther Schwarz, del que tengo recogidos unos veinte breves artículos de este tipo, casi todos de conjeturas a partir del arameo – y casi todos también publicados en la revista alemana Biblische Notizen- en los treinta y tantos “Boletines de Filología Neotestamentaria” (“New Testament Philology Bulletin”) que han aparecido en la revista “Filología Neotestamentaria” en más de quince años de colaboración por mi parte (desde 1988 al 2003). El interesado puede consultar en Internet al menos los títulos de estos artículos de Schwarz resumidos por mí brevemente en el mencionado "Bulletin".

De entre ellos voy a poner un par de ejemplos.

El primero es un caso de cómo el recurso conjetural al arameo explica que en griego se hayan producido dos o más variantes, debida a que el término arameo

· o bien tiene dos significados,
· o bien puede leerse de dos maneras diferentes,

pues se omitía, por economía de espacio y de tinta, la escritura de las vocales; así había posibilidad de dos o más comprensiones de una misma raíz.

Así, la comparación de Mc 15,36 y Mt 27,49

Mc: Entonces uno fue corriendo a empapar una esponja en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber, diciendo: «Dejad, vamos a ver si viene Elías a descolgarle (griego katheleîn)

Mt: Pero los otros dijeron: «Deja, vamos a ver si viene Elías a salvarle (griego sóson).


Dos vocablos arameos mihat (“descolgar”) y mahê (“mantener con vida”), bastante parecidos –la pérdida de la t final puede ser normal- explican estas dos variantes.

De aquí, y de otros variados ejemplos argumenta en general Schwarz que puede deducirse que estos dos evangelios, Mateo y Marcos, o bien son una traducción del arameo, o al menos que emplean material primero transmitido en esa lengua.

Personalmente, junto con la mayoría de los filólogos, pienso que la segunda es la perspectiva correcta. Es muy difícil, por no decir que casi imposible, probar que los Evangelios se escribieron originalmente en arameo. Todoa apunta a que se comnpusieron en griego, a pesar de las traediciones eclesiásticas del siglo II que afirman, sobre todo de Mateo, qu éste redactó su evangelio en hebreo y que cada uno "lo tradujo como pudo". Si esto fuere así -dquizá no hay por qué dudarlo-, esa primera edición se ha perdido por completo.


Ejemplo 2: Comparación de Mt 11,7 y Lc 7,24:

Mt: Cuando éstos se marchaban, se puso Jesús a hablar de Juan a la gente: «¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento?

Lc: Cuando los mensajeros de Juan se alejaron, se puso a hablar de Juan a la gente: «¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento?


Comenta Schwarz: Un vocablo arameo “qny” de la tradición sobre Jesús fue malentendido como “qene”, “caña”. Más en concreto, con la vocalización completa: arameo “qannay” (“celota”) fue entendido como “qene” (“caña).

Por tanto, y a partir de esta confusión ha de modificarse probablemente la expresión “agitada por el viento”, que resultaría en “confundido por el Espíritu”. Schwarz opina que esta última es la lectura original. Por tanto, tenemos que modificar aquí el texto de nuestras Biblias:

"¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Un hombre confundido por el Espíritu?"


Como se ve, este tipo de conjeturas son altamente especulativas, y en este caso muy improbable. Pero he querido poner este par de ejemplos –hay muchos- para que se vea cómo se estudia con lupa el texto del Nuevo Testamento.

Seguiremos el próximo día con un par de interesantes conjeturas del famoso Julius Wellhausen.

Saludos cordiales de de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com

Para los interesados, les comunico que en el otro blog que mantengo,

"Cristianismo e Historia"

(Manera de entrar:
A. pinchando en la página presente, arriba a la izquierda, donde hay un par de "links"
B. Escribiendo en Google, por ejemplo, "Cristianismo e Historia"),

el tema de hoy es

"Abba, 'Padre'" (I)

De nuevo saludos
Volver arriba