Cameron, Jacobovici, Jesús y María Magdalena




Aunque mi amigo y colega Xabier Pikaza ha comentado ya excelentemente el tema, quisiera añadir algunas ideas al debate.

1. Los hechos.

Supongo que a estas alturas nuestros lectores saben de qué se trata. Repito, sin embargo, lo esencial para los que se han incorporado tarde.

A. En 1980 se descubren en el barrio de Talpiot en Jerusalén unos cuantos osarios que los arqueólogos datan del siglo I d.C. aproximadamente. Contienen inscripciones en arameo y hebreo con ciertos nombres.

B. Durante años, los arqueólogos estudian técnicamente los restos y no ven en esos osarios nada especialmente relacionado con el fenómeno cristiano y mucho menos con Jesús y María Magdalena.

C. Hace un par de días se anuncia en la prensa que James Cameron y su colega en otra empresa parecida el judío canadiense Simcha Jacobovici han producido un documental “científico” en el que “demuestran” que los restos encontrados en esos osarios no habían sido bien identificados.



Pertenecen a Jesús, a su madre, María, a María de Magdala, a un hijo de ambos –Jesús y la Magdalena-, llamado Judá, el de un hermano de Jesús y a Mateo, un discípulo de Jesús. Según el documental –siempre por noticias de la prensa- este descubrimiento de la tumba de Jesús demuestra

a) que Jesús tenía hermanos

b) que Jesús estaba casado con María Magdalena

c) que Jesús no resucitó, pues sus restos están ahí.

2. La interpretación:

Vaya algún “caveat” o precaución por delante:

• Tanto Cameron como Jacobovici son los autores de un documental parecido sobre el “Éxodo de los israelitas de Egipto” (emitido por Canal 4 en España, en Navidades, lleno de falsedades científicas y con argumentaciones pueriles y engañosas. Pero el documental les produjo mucho dinero. Se puede suponer que esperan también que éste documental último sea una fuente saneada de ingresos.

• También procedente de esas cuevas se “confirmó” hace años la existencia de otro osario con la inscripción “Santiago, hijo de José, hermano de Jesús”. La inscripción resultó ser falsa, y en 2005 cinco personas fueron castigadas judicialmente por ello.

• Los habitantes de Jerusalén están muy interesados en hacer propaganda de su tierra y aplauden cualquier noticia que atraiga visitantes, porque el negocio del turismo ha sido muy dañado por la guerra larvada entre palestinos e israelíes. El número de visitantes ha decaído alarmantemente. Jalear el caso Cameron / Jacobovici puede ser muy interesante económicamente

A partir de este contexto, deducimos:

• Los nombres encontrados son muy corrientes para esa época; sabemos que muchas familias piadosas ponían esos nombres a sus hijos. Pueden, por tanto, haber pertenecido a cualquier familia israelita del siglo I.

• Las pruebas de ADN realizadas a los pequeños restos biológicos encontrados en los osarios demuestran que los presuntos miembros de esa familia no estaban emparentados entre sí.

• Aunque aceptemos que esos “restos” son de Jesús ¿demuestran algo sólido sobre si resucitó o no? A modo de hipótesis –también tenemos derecho a hacerlas como el tamdem Cameron - Jacobovici las hace- pudo Jesús haber resucitado, a la vez que la familia pudo conservar piadosamente la tumba en la que yació su cuerpo antes de resucitar.

• Los cristianos ya tienen desde ha ce siglos la tumba de Jesús: muchos arqueólogos cristianos sostienen que los restos de la cripta de la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén son auténticos.

• Y ante todo: tanto Cameron como Jacobovici se basan en textos antiguos para “probar” sus hipótesis, sobre todo la teoría de las relaciones de Jesús con María Magdalena. La pregunta clave es: ¿poseemos fuentes escritas fiables para probar las tesis de Cameron-Jacobovici?.

Para mejor considerarla, dividámosla en cuestiones:


1. La familia de Jesús. ¿Tenía Jesús hermanos?

Utilizo aquí material de parte de un capítulo de la reedición (3ª edición) de “El otro Jesús. Vida de Jesús según los evangelios apócrifos”, que con el título “Jesús. La vida oculta” va a publicar próximamente en España la Editorial Esquilo.

El Nuevo Testamento no habla demasiado de los hermanos de Jesús, pero cuando lo hace se expresa con gran naturalidad y sencillez. Estos son los pasajes más importantes:

1. Evangelio de Juan 2,12: Tras la boda en Caná, Jesús con su madre y sus hermanos se traslada a Cafarnaún.

2. Evangelio de Marcos 3,31-35 (y lugares paralelos): la madre y hermanos de Jesús quieren hablarle, pero Jesús no los recibe e indica que sus verdaderos hermanos son los que hacen la voluntad de Dios.

3. Evangelio de Marcos 6,3: tras un sermón de Jesús en la sinagoga de la ciudad, los habitantes de Nazaret, admirados, exclaman: “No es éste el carpintero, el hijo de María y el hermano de Santiago, José, Simón y Judas? ¿No están sus hermanas entre nosotros?”.

4. Evangelio de Juan 7,3-5-9: tras la fiesta de los Tabernáculos los hermanos de Jesús le instan a que vaya a Judea.

5. Hechos de los Apóstoles 1,14: tras la resurrección, los apóstoles están reunidos en una sala en Jerusalén con diversas mujeres, con la madre de Jesús y sus hermanos.

6. Carta a los Gálatas 1,19: Pablo afirma que estuvo en Jerusalén tres años después de su conversión visitando a Pedro y que no vio a ningún apóstol salvo a Santiago, el hermano del Señor.

7. Primera carta a los Corintios 9,5: Pablo pregunta: “¿No tengo derecho a llevar conmigo (como mujer) a una hermana en la fe lo mismo que los otros apóstoles, los hermanos del Señor y Pedro?”.

Otros datos al margen del Nuevo Testamento

Fuera del Nuevo Testamento el historiador judío Flavio Josefo, en su obra Antigüedades de los judíos 20,9,1 & 200, afirma que el sumo sacerdote Anás convocó una sesión del Sanedrín y obligó a “presentarse ante ella a Santiago, el hermano de Jesús, llamado el Cristo”.

Entre los evangelios apócrifos el Evangelio de los hebreos (citado por S. Jerónimo en su obra Contra Pelagio III 2) afirma: “Su madre y sus hermanos decían a Jesús: ‘Juan está impartiendo un bautismo para la remisión de los pecados. Vayamos y bauticémonos’”.

Un lector normal obtendría naturalmente de estos textos diversas conclusiones: María y José tuvieron, además de Jesús, otros cuatro hijos y, al menos, dos hijas; estos hermanos no estaban incluidos en el número de los apóstoles, sino que, más bien, no creían en Jesús y, en algún momento, habían procurado truncar su carrera.

Otros testimonios de la Iglesia antigua

Un teólogo cristiano, Hegesipo, que escribe hacia el año 160, hace también una referencia a estos hermanos de Jesús. Su obra se ha perdido, pero el historiador Eusebio de Cesarea (Historia Eclesiástica III 22) nos ha conservado algunos fragmentos. En uno de estas citas se dice que un tal Simeón sucedió a Santiago, el hermano del Señor, como obispo de Jerusalén. Posteriormente en IV 22 afirma Hegesipo más concretamente: “Después del martirio de Santiago el Justo, acusado de los mismos cargos que Jesús, Simeón, el hijo de su tío paterno Clopas, fue nombrado segundo obispo de Jerusalén al ver que era el primo del Señor”. Hegesipo escribe en griego y emplea dos palabras distintas, distinguiendo netamente entre primo (griego anepsiós) y hermano (adelfós).

Hacia el 220 Tertuliano, afirma con claridad que los hermanos de Jesús eran exactamente eso, hermanos del Señor en el pleno sentido de la palabra. Contra el hereje Marción, que utilizaba el texto del Evangelio de Marcos 3,31 (“¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?...) para probar que Jesús no era un verdadero hombre, se expresa así: “Nosotros decimos en primer lugar que no le podían anunciar a Jesús que fuera estaban su madre y sus hermanos, si es que no los tenía…, y en verdad su madre y sus hermanos estaban fuera…” (Contra Marción IV 19).

Otros textos del mismo Tertuliano dan por supuesto que María cesó de ser virgen tras el nacimiento de Jesús: “Dos protectores tenemos de la santidad cristiana, la monogamia y la continencia. Como virgen ciertamente María dio a luz a Cristo reservando su matrimonio para después del parto” (Sobre la monogamia 8) y en otro lugar añade: “María tiene todos los títulos: es madre, virgen y mujer de un solo varón”. Con la misma o mayor claridad se expresa Tertuliano en Sobre el velo de las vírgenes 6.

Tertuliano era un asceta, muy poco proclive a ser indulgente en materias de sexo y matrimonio, y al hablar así de la no virginidad de María y de los hermanos de Jesús no manifiesta que está contraviniendo una tradición bien asentada ya en la Iglesia sobre la virginidad perpetua de María. En ningún momento piensa estar sustituyendo esta creencia por una teoría más “naturalista”. Da la impresión, por el contrario, de expresar la opinión normal al respecto de su grupo cristiano.

En el siglo IV otro autor, llamado Helvidio, sostiene con todo tipo de argumentos que María, tras tener virginal y milagrosamente a Jesús, había vivido con su marido como cualquier otra mujer.

Orígenes, por el contrario, (muerto hacia el 253 d. C.) sostiene ya la virginidad perpetua de María en sus obras teológicas, y critica a Tertuliano por no tener suficientes argumentos para probar su posición. Pero, a la vez, el mismo Orígenes confiesa que su defensa personal de la virginidad total de María es una teoría plausible sin más, no algo ya totalmente aceptado en las iglesias (Comentario al Ev. de Mateo XII 55).

Orígenes se hace eco también de una teoría que comenzaba a circular desde hacía tiempo (y que, por cierto se defendía en dos evangelios apócrifos, el de Pedro y el llamado Protoevangelio de Santiago), a saber que esos hermanos de Jesús eran hijos de un matrimonio anterior del patriarca José. Éste había enviudado pronto, y al casarse con María en segundas nupcias había aportado esos hijos al matrimonio. Eran, por tanto, “hermanastros” de Jesús. Esta opinión era minoritaria hasta el momento en el que interviene S. Jerónimo

Las dificultades de San Jerónimo

En el año 383 S. Jerónimo escribió una dura réplica a Helvidio. Argumentaba que la palabra “hermanos” en los evangelios debía ser entendida de un modo laxo y amplio, a saber como “primos” o “parientes”. Y esto por la siguiente razón: en textos griegos compuestos por gentes de mentalidad semítica (como son los autores de los evangelios) se puede esperar que se utilice el vocablo “hermanos” de este modo tan amplio. La lengua hebrea no tiene propiamente una palabra usual para “primo”, y existen diversos textos en la Biblia (por ejemplo Génesis 14,14-16, Libro primero de las Crónicas 23,21 o en el Levítico 10,4) que utilizan el vocablo “hermanos” cuando en realidad se refieren a “primos” o “parientes”.

Añadía S. Jerónimo una serie de combinaciones de textos de los evangelios por medio de las cuales identificaba a los pretendidos “hermanos” de Jesús con otros personajes de igual nombre que aparecen en las narraciones evangélicas. De este modo, esos presuntos “hermanos de Jesús” pasaban a ser otras personas perfectamente localizadas como “parientes” del Nazareno. Así -afirmaba S. Jerónimo-, Santiago, el llamado “hermano del Señor” es el mismo “Santiago, uno de los Doce”, hijo en verdad de Alfeo, a quien S. Pablo llama apóstol en la Epístola a los Gálatas 1,19. Uniendo Mc 6,3 -lista de los nombres de los hermanos de Jesús- con Mc 15,40 -relación de mujeres que están al pie de la cruz, entre las que se halla una tal “María madre de Santiago el Menor y José”- y con Jn 19,25 -donde se dice que esta María era la mujer de Cleofás-, afirma S. Jerónimo que José y Santiago, llamados “hermanos de Jesús” en Mc 6,3, son hijos de esta tal María de Cleofás, a su vez hermana de la Virgen con el mismo nombre.

Ante la dificultad de que Alfeo y Cleofás son dos nombres diferentes -esa tal María, ¿iba a ser la mujer de dos hombres distintos?- escritores posteriores sostendrán en apoyo de S. Jerónimo que Alfeo y Cleofás son variantes de un mismo nombre arameo, Calfai. Resuelta esta dificultad, los dos “hermanos” que quedan (Simón y Judas) son identificados a su vez con Simón el Celota ( un discípulo de Jesús nombrado en Ev. de Lc 6,15) y con el autor, del mismo nombre, de la Epístola de Judas.

El resultado es claro: los pretendidos “hermanos” de Jesús no son otra cosa que “primos” o “parientes”. La virginidad perpetua de María queda vindicada.

¿Qué pensar de la argumentación de S. Jerónimo?

En primer lugar aceptar que es verdad lo que se dice de que en textos influidos por un ambiente semítico la palabra griega “hermano” (adelfós) es de uso amplio, y que puede significar también “primo” o “pariente”. Esta posibilidad no puede excluirse en buena ley.

Pero un margen de duda razonable contra este argumento se obtiene de la convicción siguiente: todos los investigadores serios afirman que los evangelios actuales no están traducidos del hebreo, sino que fueron compuestos directamente en griego. Ahora bien, en esta lengua sí existe una palabra propia para “primo” (anepsiós). Si los autores de los evangelios querían decir “primos”, ¿por qué ninguno de ellos y nunca emplean este vocablo? ¿Parece concebible que siempre y consistentemente se llame hermanos a los “primos” de Jesús en todo el Nuevo Testamento?

¿No resulta sospechoso que estos tales “primos” o “parientes” aparezcan siempre en el Nuevo Testamento junto con la madre de Jesús y con sus “primas” a las que también se llama “hermanas”? Incluso personas de fuera, indiferentes, los llaman hermanos. Esos presuntos “primos” jamás son mencionados en el Nuevo Testamento junto con sus padres naturales (Cleofás/Alfeo y la otra María), sino siempre con María. Afirmar que tanto esta María, la madre de Jesús, como la segunda María, la mujer de Cleofás/Alfeo, eran hermanas (¿dos hermanas con el mismo nombre?), que eran viudas y que iban juntas a todas partes de modo que los hijos de la mujer de Cleofás iban a ser llamados continua y exclusivamente “hijos de María” y “hermanos” de Jesús es demasiado suponer. Parece mucho más razonable y sencillo entender que cuando los evangelistas hablan, o refieren que otros hablan, espontáneamente y sin problemas de los hermanos de Jesús lo hacen con plena conciencia de lo que dicen, es decir, como hermanos en pleno sentido.

Hay un pasaje, ya mencionado, en el Nuevo Testamento que no menciona directamente a los hermanos de Jesús, pero que arroja alguna luz al respecto. Se trata de Mt 1,25, que dice así: “Y José tomó a su mujer y no la conoció hasta que dio a luz a su hijo (Jesús)”. A la luz de lo dicho hasta el momento, de la naturalidad con la que se habla de los hermanos de Jesús, lo normal es entender que Mateo resalta el nacimiento virginal de Jesús –que es en realidad lo que le interesa: María fue virgen hasta que alumbró a su primer hijo; el nacimiento de Jesús es extraordinario- pero que luego José tuvo con ella relaciones normales.

Quizá la razón más importante para sostener que la expresión “hermanos de Jesús” en el Nuevo Testamento se refiere a hermanos físicos y normales del Nazareno -que descarta la virginidad de María tras el parto, pero no la anterior al nacimiento de Jesús- es la actitud de la Iglesia antigua en esta cuestión. Así lo hemos visto antes al mencionar a Tertuliano, Hegesipo y Orígenes. A la Iglesia más temprana, la de los primeros tiempos, no se le ocurrió, ni tenía especial interés en, defender la virginidad perpetua de María. Lo que de verdad le importaba era recalcar que su salvador Jesús había tenido un nacimiento portentoso, divino, extraordinario, al igual que otros grandes personajes del pasado. Jesús no podía ser menos que Platón, por ejemplo. Pero, al principio, no hay un especial atención ni culto alguno hacia María. No se plantean los primeros cristianos la cuestión de la virginidad perpetua de la madre de Jesús. Interesa el Redentor, no tanto su madre. Sólo más tarde, hacia mediados del s. II, empiezan los cristianos a madurar su veneración por la extraordinaria mujer que debió de ser la madre del Salvador. Y fue entonces cuando comienzan las especulaciones y teorías para sostener la virginidad de María también después del parto.

En resumen:

Nuestra respuesta a la primera cuestión, independientmente en absoluto de los argumentos del támdem Cameron-Jacobovici es positiva: por razones filológicas serias tenemos que admitir que -según los textos legados por la Iglesia primitiva- Jesús tuvo hermanos de carne y sangre. Así lo pensó la Iglesia de los primeros siglos hasta San Jerónimo, a la vez que defendía con todo ardor que María había sido virgen hasta dar a luz a su hijo Jesús. Luego, una vez que quedó claro que el nacimiento del "héroe" Jesús fue prodigioso y sobrenatural, hay otra historia.

Mañana, para no cansar a los lectores con demasiado "rollo", trataremos los dos puntos que restan:

1. Las relaciones de Jesús con María Magdalena

2. Qué podemos decir, desde el punto de vista del análisis histórico, acerca de la fiabilidad de las noticias acerca del resurrección de Jesús.
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