Las mujeres en los Hechos de Andrés



Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Muchos de los documentos que recogen tradiciones sobre los Hechos de Andrés (HchAnd) subrayan la idea de su categoría de Protocleto, es decir, del Primer Llamado. Juan describe la escena en los inicios de su versión del Evangelio. Más aún, fue Andrés quien llevó a su hermano Pedro hasta Jesús. El evangelio de Juan narra el encuentro de dos discípulos del Bautista con Jesús. Uno de ellos era precisamente Andrés, quien comunicó la buena nueva de su hallazgo a su hermano Simón Pedro (Jn 1, 35-42). Al quedar el otro discípulo en el anonimato, Andrés adquiere la categoría de "Protocleto" (el primer llamado). Quizá sea ésa la razón del interés que suscitó en las comunidades cristianas. La realidad es que los HchAnd son, a mi parecer, los más antiguos de los cinco Hechos Apócrifos primitivos. Un griego más clásico, una idea del Cristianismo más elemental, una relación más débil con los textos bíblicos parecen avalar esa opinión. Con J. M. Prieur podríamos situar su origen hacia el año 150, fecha que algunos autores, como E. Peterson, adelantan hasta el reinado del emperador Adriano.

Si hay unos Hechos que están alejados de la simplicitas euangelica, ésos son los de Andrés. Su frecuente incontinencia retórica nada tiene que ver con la humilde transparencia de los Evangelios o de los Hechos canónicos de Lucas. El autor, un cristiano de reciente cuño, tiene seguramente la intención de honrar la memoria del apóstol Andrés y de edificar a la comunidad cristiana con la predicación y la ejemplaridad de la vida del Apóstol. Pero, a la vez, es víctima o testigo de las modas literarias de su época. Tengo la impresión de que el autor de los HchAnd desea también agradar, si no ya lucir sus dotes de escritor. Los frecuentes discursos de estos Hechos tienen una longitud desmedida, como también resulta excesiva la tendencia a las figuras literarias.

Las distintas obras que recogen las numerosas tradiciones sobre Andrés revelan varios aspectos relacionados con el personaje. Ante todo, el interés que suscitaba su figura y el testimonio de su predicación y su muerte. Pero también podrían demostrar el deseo de reducir a cauces razonables la nimia uerbositas o excesiva incontinencia verbal de los Hechos originales, en expresión de Gregorio de Tours. Este docto obispo, en sus Uirtutes Andreae, escritas en el siglo VI, no hace otra cosa que resumir un texto ampuloso en extremo. Pero es interesante notar que de los cuarenta capítulos de su obra, solamente los que van del 34 al 37 contienen el material de los Hechos de Andrés en griego (AA gr.) de la edición de J. M. Prieur. En consecuencia, si los restantes capítulos resumen del mismo modo, llegamos a la conclusión de que los HchAnd debían de tener una extensión considerable.

Hay un dato importante en este sentido. Y es que, si prescindimos de elaboraciones de la tradición, como la "Epístola (griega)", que decía J. Flamion, las obras denominadas Laudatio y Narratio, textos todos que reducen su contenido a los detalles del Martirio del Apóstol, hasta hace unos años sólo poseíamos los fragmentos publicados por Lipsius-Bonnet. Se trataba del códice Vaticano (V 808) y de los dos martirios, el Martyrium Prius y el Martyrium Alterum en la terminología de Bonnet.

Pero en el congreso celebrado en Atenas en 1981, el Profesor Th. Detorakis presentó el hallazgo de los códices S gr. 526 del monasterio de Santa Catalina en el monte Sinaí (s. X) y H 103 del monasterio de San Sabas cerca de Jerusalén (s. XII). Ambos códices están en la base de la moderna edición de J. M. Prieur. Su contenido abarca desde la llegada de Andrés a Patrás hasta su muerte. Engloban, pues, el material del Va 808 y del Martyrium Alterum. Si comparamos la materia común de los códices S y H con Va 808, llegamos a la conclusión de que el fragmento V 808 representa una versión más original y más de acuerdo con la apreciación (nimia uerbositas) de Gregorio de Tours. Detorakis denominó su hallazgo como "El martirio inédito de San Andrés, el Protocleto". Prieur, de una manera un tanto pretenciosa, etiqueta su edición como "Hechos de Andrés en griego". Quizás hubiera sido más apropiado emplear la fórmula de Bonnet para designar el fragmento V 808, Ex Actis Andreae (De los Hechos de Andrés). No olvidemos que la llegada del Apóstol a Patrás aparece en el capítulo 34 del resumen de Gregorio. En aquel momento estaba ya cercana la muerte del Apóstol.

En estos Hechos, mejor dicho, en los sucesos finales de la vida del apóstol Andrés, aparecen tres mujeres que merecen nuestra atención. Tienen distintas funciones o destinos. Se trata de Maximila, Ifidama y Euclía. Maximila es la esposa del procónsul y comparte con Andrés el protagonismo de la obra. Ifidama es criada y confidente de Maximila. Euclía es una de sus siervas. Su presencia en el relato produce una sensación extraña desde distintos puntos de vista. La decisión tomada por Maximila de emplearla como sustituta en su propio lecho conyugal es, como muy poco, sorprendente si no ya escandalosa. El detalle escandalizó de hecho a Padres y escritores que conocieron el lance. La intención de Maximila estaba motivada por el deseo de librarse de las obligaciones conyugales para dedicarse a sus devociones en compañía del apóstol Andrés y en la práctica de la castidad total.

Vamos a precisar los perfiles de sus respectivas personalidades, su actuación en el marco de los Hechos y la trascendencia dentro de la estructura de los acontecimientos y su desenlace. Las tres intervienen en la concatenación de la narración. Y aunque Maximila es la causante de la desesperada reacción de su marido Egeates, Euclía y su conducta añaden cotas de crispación a la situación anímica del marido frustrado.

1. MAXIMILA

La mujer más importante de estos Hechos y una de las figuras señeras de los HchAp es Maximila. Esta mujer, de nombre latino, era la esposa del gobernador o procónsul (anthýpatos) de la provincia romana de Acaya, Egeates. Aparece en los umbrales de los Hechos conservados, cuando Estratocles, hermano del gobernador y cuñado de Maximila, llega a Patrás con la intención de retirarse de la milicia. Un criado suyo muy apreciado, de nombre Alcmán, oriundo de Asia Menor como el famoso poeta, sufre un ataque de epilepsía lo que sume a su amo en una profunda tristeza. Maximila trata de confortarle hablándole de Andrés y de sus dotes taumatúrgicas, ya experimentadas por ella misma. Registramos las palabras de Maximila para vislumbrar los perfiles de su personalidad: "No te preocupes, hermano, por tu criado. Pronto sanará. Pues está viviendo en esta ciudad un hombre muy piadoso que puede no sólo expulsar a los demonios, sino curar cualquier enfermedad que sobrevenga, por terrible y abominable que sea. Decimos esto por la confianza que en él tenemos y porque lo conocemos bien" (HchAnd 2).

Esto demuestra que Maximila ya conocía a Andrés con quien, además, tenía concertado un encuentro. Y no solamente le conocía, sino que había sido curada por el Apóstol de una grave enfermedad. El caso es que cuando Egeates tiene noticia puntual del hombre que estaba causando problemas en la marcha de su matrimonio, cayó en la cuenta de que era el mismo que en otro tiempo había curado a su esposa. Era un hombre poderoso y desprendido. No sólo había curado a Maximila, sino que no había querido aceptar la generosa recompensa con que Egeates había pretendido pagarle sus favores.

Egeates es en el relato del Apócrifo un personaje patético, inseguro y desconcertado. Tan pronto se rebaja hasta niveles rastreros, como tiene reacciones incontroladas y violentas. Frente a su personalidad hamletiana se enfrentan los dos personajes más queridos de su vida, su esposa y su hermano Estratocles, convertido también a la causa de Andrés. El final de Egeates será tan incoherente como lo que conocemos de su vida. Se suicidó arrojándose desde un precipicio. Su reacción fue la consecuencia de la muerte del Apóstol. Tomó la fatal decisión desesperado por no haber podido recuperar el amor de su esposa.

Maximila, pues, comparte protagonismo con el apóstol Andrés. A ella precisamente dedica Andrés muchas de sus alocuciones, a través de las cuales percibimos el nivel de sintonía y hasta de simbiosis de aquella mujer con su maestro: "Hija mía, le dice en la primera de ellas, lo que más desconcierta a los que se convierten de una gran turbación y del error a la fe en Dios es ver cómo quedan curadas las enfermedades que parecen incurables para la mayoría. Mirad, lo que digo lo veo realizarse aquí y ahora. Hay magos que no pueden hacer nada, y que hasta han desahuciado al joven. Y hay otros a los que todos vemos como públicos charlatanes. ¿Por qué no han podido expulsar del desdichado joven a este terrible demonio? Pues porque son sus congéneres. Esto es útil decirlo delante de la multitud que está presente" (HchAnd 4).

Si dejamos a un lado los discursos tan prolijos como retóricos que alfombran toda la obra, las partes narrativas están llenas de la presencia activa de Maximila. Desgranamos los datos que completan su perfil para lograr con ayuda de los textos una visión de esta "heroína" de los HchAnd. Entre esos datos incluiremos sus palabras así como algunas de las palabras del Apóstol dirigidas y dedicadas a ella. Con ello tenemos un testimonio vivo de sus sentimientos y actitudes así como el punto de vista del Apóstol acerca de la piadosa mujer. Y así quedará patente la nueva imagen que de la mujer ofrecen los Hechos Apócrifos.

DETORAKIS, TH., Tò anékdoto martýrio toû apostólou Andréa (El martirio inédito del apóstol Andrés) en Acts of the Second International Congress of Peloponnesian Studies I, Atenas 1981-1982, pp. 325-352.
FLAMION, J., Les Actes Apocryphes de l'Apôtre André, Lovaina 1911.
LIPSIUS, A. & BONNET, M., Acta Apostolorum Apocrypha, 2 vols. Leipzig 1891-1903 (reimpr. Darmstadt 1959).
PETERSON, E., "Beobachtungen zu den Anfängen der christlichen Askese", Frühkirche, Judentum und Gnosis, (1982) en p. 211, expresa su opinión de que los HchAnd, HchJn y HchTom podrían haber sido escritos durante el mandato del emperador Adriano (117-138).
PRIEUR, J. M., Acta Andreae, "Corpus Christianorum. Series Apocryphorum" I-II, Brepols-Turnhout (1989).

Cordiales saludos de Gonzalo del Cerro
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