"Jesús y su gente" (I)

Hoy escribe Antonio Piñero

Presentación de Paolo Sacchi

Quiero dedicar una serie a comentar algunas perspectivas e interpretaciones sobre el entorno, la vida, dichos y hechos de Jesús que aparecen en un libro del Prof. Paolo Sacchi. El título es Gesù e la sua gente, Edizioni San Paolo, Milano, 2003, 258 pp. El libro no ha sido traducido al español –es una pena-, por lo que ignoro en qué media será accesible al lector en castellano. De cualquier modo intentaré ser lo más fiel posible en la reproducción de sus ideas, que procuraremos sintetizar y discutir en lo que seguirá. Esta serie puede ser el inicio -el tiempo lo dirá, si es que tiene acogida entre los lectores- de otras que comenten la imagen de Jesús presentada por diversos autores, cuya obra ha pasado la criba del tiempo y ha recibido de algún modo el refrendo de la crítica o del público.

Paolo Sacchi, nacido en 1930, es una institución en Italia como estudioso del judaísmo en general, del Antiguo Testamento en particular y sobre todo como difusor de los apócrifos del Antiguo Testamento, cuya estupenda edición italiana en 5 volúmenes ha ido apareciendo a su cargo desde 1981 hasta el 2000. Fue profesor de “Filología Bíblica” de la Universidad de Turín, con gran éxito entre los alumnos. En 1979 fundó la revisa “Henoch”, que sigue hasta hoy dirigida ahora por Gabriele Bocaccini desde Estados Unidos dedicada a estudios judíos en sentido amplio, aunque sobre todo a los mencionados apócrifos y su proyección en el cristianismo.

Recuerdo en tiempos de estudiante de la Universidad Complutense, hace un montón de años, en las clases de arameo del famoso Prof. Alejandro Díez Macho (el editor del célebre manuscrito Neófiti 1: un targum [= traducción popular de la Biblia del hebreo, lengua culta, no utilizada normalmente por el pueblo, al arameo, lenguaje popular] palestinense quizá de finales del siglo I d.C., cuyo arameo –sostenía Díez Macho- era muy parecido al que hablaba Jesús)..., recuerdo cómo citaba éste a P. Sacchi con devoción: por sus perspectivas sobre el judaísmo del siglo I d.C., muy variado y diverso, en nada monolítico; por sus ideas sobre la apocalíptica judía y su trascendencia a la hora de comprender la primera teología judeocristiana; y por su uso de las discusiones que tenían los rabinos del siglo I en casi todo: el judaísmo de época de Jesús decía Díez Macho, en concreto tras los pasos de Sacchi, es una “ortopraxia (un proceder recto) y no una ortodoxia”…, en ese judaísmo todo se discutía, hsta lo que parecía más sagrado.

Ahora, leyendo este libro sobre Jesús, me doy cuenta del modo profundo cómo Sacchi había influido en Díez Macho, y a través de éste en los que éramos sus alumnos. Sacchi sigue muy activo intelectualmente y continúa dando conferencias y publicando. De él tenemos en español una obra estupenda: Historia de Israel en tiempos del Segundo Templo, editada hace pocos años por Trota, Madrid.

Fue de la mano de Sacchi y otros por el estilo caí en la cuenta de lo que en otro post reciente yo mismo comentaba: cómo las Universidades confesionales cristianas de cualquier tendencia falta una asignatura fundamental, a saber una dedicada expresamente a la teología de estos apócrifos veterotestamentarios. Se puede parafrasear el título y el contenido de una famosa conferencia de Ernst Käsemann, discípulo de Rudolf bultmann, para sostener que la “apocalíptica” judía –quizá la parta más notable de estos apócrifos- “es la madre de la teología cristiana”. Alguno dirá: “No cabe duda de que exagera: la madre de la teología cristiana se halla en el Antiguo Testamento”. A lo que respondería: “Sin duda, pero un Antiguo Testamento cuyo influjo es muchas veces indirecto, visto casi siempre, filtrado, desde la óptica de la teología judía posterior representada por estos escritos apócrifos". Quizá discutamos aquí algún día el sentido exacto de esta afirmación. Podría ser un buen tema precisar las correcciones a esta afirmación de Käsemann hechas por Florentino García Martínez, el editor/traductor de los Textos de Qumrán al español.

La obra de Sacchi sigue la ruta emprendida por muy diversos estudiosos judíos del siglo XX: encardinar y comprender a Jesús como judío, no cristiano, dentro del judaísmo de su tiempo, es decir Sacchi camina tras las huellas de Joseph Klausner, David Flusser, Geza Vermes y otros, por citar sólo a los que más han influido en el público que lee castellano. Sacchi intenta desentrañar los aspectos más importantes de Jesús a través de una comparación e inserción en el ambiente ideológico del Israel de su tiempo: “Colocar a Jesús en la imagen que me he hecho de ese mundo del siglo I” (p. 16). Hay muchas más citas de los Apócrifos veterotestamentarios que del Antiguo Testamento en esta obra sobre Jesús que comentamos. Y apenas no hay citas de autores modernos, sino comparación del texto evangélico con pasaje judíos de la época.

Sacchi es un católico declarado y practicante: él mismo lo dice en el prólogo de su libro. Pero de ningún modo es su obra un comentario devoto a los Evangelios, sino quizá –como dice Franco Ardusso en el Prefacio- un ensayo de “cristología” (“tratado de Jesús en cuanto Cristo o mesías”), es decir, sobre la autoconciencia de Jesús como el Ungido. Y aquí puede venir el interés y la discusión al respecto: Sacchi pinta una imagen fuerte y nítida de Jesús con la consciencia de ser “no sólo un hombre que está por encima de los hombres, que son objeto de sus cuidados y de su perdón, sino de ser también el Hijo del Padre de una manera totalmente particular”. Como saben los lectores, aquí hay ciertamente materia de debate y precisión.

Y la hay también sobre otros temas punteros del libro sobre el Nazareno de Sacchi: Jesús y sus concepciones sobre lo puro e impuro; cuál era exactamente la esperanza mesiánica de los que rodeaban a Maestro; Jesús como impulsor consciente –¡él mismo nada menos!- del “secreto mesiánico”, que no sería de ningún modo una ficción literaria de Marcos; qué novedades aportaba Jesús en cuanto a la concepción del pecado y del Reino de Dios, y finalmente la comprensión de Sacchi de la Última Cena y del pacto consciente que Jesús hizo entre él como hombre -hombre particular según la conciencia que tenía de sí mismo (¿hijo de Dios?; se sobrentiende de pleno sentido)- hizo con Dios, un pacto sin claúsulas... materias sobre las que realmente se puede discutir bastante, porque opino que aunque Sacchi no lo acepte expresamente detrás de sus interpretaciones pesan mucho las interpretaciones del Jesús histórico dadas por el Concilio de Nicea del 325 y sobre todo del de Calcedonia del 451.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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