Podemos entender el itinerario en medio de nuestros itinerarios urbanos. Podemos hacer la experiencia de Dios reconociendo los distintos lugares de espiritualidad. Podemos también reconocer lo que las teólogas argentinas Virginia Azcuy y Carolina Bacher, la “ciudad vivida”. Ellas invitan a renovar, a re-imaginar la renovación en medio del contexto urbano y detectar cómo la espiritualidad constituye una práctica cotidiana. El itinerario se recorre “urbanamente situados”.
Este material fue utilizado en Rancagua, Chile - Diciembre 2019 con ocasión de una charla sobre la identidad narrativa de Jesús, dirigida a agentes pastorales.
La Ruah de Dios bajó estrepitosamente sobre la casa de Jerusalén. Los tiempos del Espíritu-Ruah quedaron inaugurados para siempre.
El ánimo y el ánima de Dios se conjugan y danzan como llamas de fuego. La danza cósmica del Espíritu y de su Sabiduría llenan la tierra como promesa de plenitud.
He pensado en lo trágico que es morir en tiempos de coronavirus. Aparece una muerte solitaria, anónima, “sin ninguna evidencia” al decir de Houllebecq, incluso sin un duelo público, sin la compañía de familiares (más allá del pequeño núcleo permitido) o de amigos, incluso de aquellos a los que no se ha visto en mucho tiempo.
Aportes desde Michel de Certeau (La debilidad de creer) y Paul Tilich (Teología Sistemática I) para seguir ampliando los horizontes en estos días de emergencia sanitaria.
Por distintas razones he vuelto sobre la lectura de un autor obligado de mi biblioteca personal, Michel de Certeau. Con algunos amigos académicos y colegas del amplio y desafiante camino de la vida he ido coincidiendo en que De Certeau es una figura urgente para pensar estos días pascuales, de cuarentena, de pandemia, de ausencias y distancias.
Son tiempos de preocupación, de cuidado, de autocuidado y de cocuidado. La irrupción del virus COVID-19, llamado popularmente como el “coronavirus”, nos afecta a todos de alguna u otra manera.