Mañana prestará declaración el obispo de Tui-Vigo, Luis Quinteiro La defensa de Castiñeiras renuncia a nueve testigos en el juicio del Códice Calixtino

El juicio por el robo del Códice Calixtino se ha retomado hoy con la renuncia a nueve testigos por parte de la defensa de los tres acusados: Manuel Fernández Castiñeiras, exelectricista de la catedral de Santiago, su esposa, Manuela Remedios Nieto, y su hijo, Jesús Fernández Nieto. Mañana, si no hay más sorpresas, declarará el obispo de Tui-Vigo, Luis Quinteiro.

Entre los que sí han testificado, se encuentran el rector del Seminario Menor de Santiago de Compostela, Manuel Ferreiro Méndez, ha negado haber firmado el contrato de trabajo presentado por la defensa del electricista Manuel Fernández Castiñeiras, el acusado de robar el Códice Calixtino de la Catedral que preside la Plaza del Obradoiro.

En el documento expuesto en la sexta sesión de la vista oral, sí figura la rúbrica supuestamente suya, del tiempo en el que estaba al frente del Seminario Mayor, y un sello, pero este testigo ha señalado hoy que él no estampó su signatura para hacer fijo a este operario que prestó sus servicios como autónomo durante años en el templo gallego.

"Yo no hice ese contrato, yo no firmé ese contrato y yo no quería saber nada de ese contrato", ha enfatizado en el juicio que se celebra en Fontiñas, y ha señalado que el acusado sí que pretendía que firmase, pero él nunca llegó a hacerlo, además de especificar que de los contratos se encargaba una gestoría.

Fernández Castiñeiras, que siempre mantiene la vista fija en el suelo, levantó hoy la cabeza para hablar con la letrada que se ocupa de su representación legal, Carmen Ventoso, sobre este asunto y acerca de su indemnización. No obstante, mantuvo su postura habitual cuando el director técnico del Museo de la Catedral, Ramón Izquierdo, reconoció como de la basílica la documentación incautada al electricista, alguna incluso suya, y relató que no eran extrañas las desapariciones de papeles que se le entregaban al ex deán, José María Díaz, puesto que "no aparecían muchas veces, me decía 'lo he perdido o no lo encuentro' esto", ha manifestado.

Por esta razón, dejaron de darle informes originales, y prueba de ello es que se requisaron en propiedades de este gallego que se sienta en el banquillo "fotocopias" que debían estar en el despacho del deán o del administrador.

El predecesor de Izquierdo en el Museo, el canónigo Alejandro Barral, ha sido el encargado de explicar por qué se decidió prescindir de Fernández Castiñeiras y admitió que él fue uno de los que reclamaron un cambio en el modelo empleado para el mantenimiento.

"Un monstruo" de las dimensiones de esta Catedral, ha detallado, requiere de asistencia 24 horas los 365 días del año, algo que una sola persona no puede asegurar. "Una mañana se fundieron los contadores del Museo y lo llamé (a Castiñeiras) y estaba en Oporto. Tuve que moverme como pude", ha ejemplificado y, en todo caso, ha asegurado que su postura no estaba basada en la "insatisfacción" con el trabajo desempeñado, pero sí en una "necesidad técnica".

Tanto a Barral Iglesias como a otro religioso, Ramiro Calvo Otero, la defensa les ha exhibido numerosas facturas de los años 2003 y 2004, a nombre de Fernández Castiñeiras, y que oscilaban entre los 50 y los 500 euros.

Los dos han reconocido su firma, a modo de visto bueno, y Carmen Ventoso ha pretendido demostrar que existían encargos constantes en el tiempo.

El presidente del tribunal que juzga el robo, Ángel Pantín, ha considerado que la letrada debería aportar los originales, y no copias, comentario que provocó continuas protestas de la abogada.

(RD/Agencias)

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