Santo de la puerta de al lado, Javi Los juguetes están tristes, ha muerto Javi

He dicho que tú has vivido con los pies en la tierra; hijo, trabajador, vecino… y con la cabeza en el cielo: creyente, amante de la virgen, buscador del evangelio, cercano a los pobres y desvalidos, amigo de los niños y los mayores. Y que tu confianza en Dios, te ha hecho libre y te ha ayudado a vivir sin miedo alguno, en tu enfermedad y ante la muerte. Vino de improviso, pero te pilló muy preparado...

“Javi, el de los juguetes Bustamante”

Javi Juguetes

Te fuiste en un suspiro, como vivías
Lo necesitaba. Ayer me llamó tu tía Maribel y me comentó que hoy celebrarían la eucaristía en favor tuyo en tu parroquia de san Fernando, me invitaba en nombre suyo y de tus padres a participar en ella. Me alegró, porque lo necesitaba. Fue camino de Madrid cuando una sobrina mía, enfermera –que te tenía cariño de tus estancias en su planta y sabía de nuestra relación espiritual, además de tu regalo a Paula- la que me llamó para si le podía facilitar el teléfono de algún familiar tuyo, porque habías entrado en crisis cardiaca. Derivé su información a un compañero, Manolo Rico, y ya tu tía se acercó y llegaron tus padres, para un despedida radical y dolorosa. Lo sentí de corazón, se me hizo el camino largo hasta Madrid, y los días siguientes te tuve presente sabiendo de tu partida. Se me venía a la cabeza tu ser humano, tu sensibilidad y tu fe limpia y sencilla en la vida y en el Dios que es fundamento de todo. Recordaba momentos, frases, oraciones, limosnas, eucaristías, comidas, risas, cantos…también dolor, debilidad, miedos, enfados, injusticias, preocupaciones, lástima, engaños… La vida¡

Hoy con los que te lloran sin consuelo…

Lo de hoy me ha reconciliado un poco más con tu muerte, porque aunque hemos celebrado con los mayores de la residencia de la granadilla tu partida, me parecía mentira, y tenía que encontrarme con aquellos que tienen el mayor dolor con tu partida: tus padres, familiares más cercanos, tía, primos, compañeros… y así ha sido. Y además he recibido tu mensaje, no creas que no me he dado cuenta. Al ir a la sacristía me ha llamado la atención una compañera tuya, me ha agradecido las palabras pronunciadas en la celebración, y me ha dicho: “quiero que sepa usted, que Javi ha muerto con su nombre en la boca…” Imagino que se refería a que hablabas mucho y bien de mí, pobre pecador.
Homilía y vida, tu fe sencilla, popular y verdadera…

En la homilía, saltándome los cánones de lo puramente litúrgico, he manifestado como la Iglesia de San Pedro y San Pablo, pasa por las vidas sencillas de las parroquias. Tú, tan unido a tu abuela, habías mamado una religiosidad sencilla y popular que vivías fielmente, pero además buscabas una relación con Dios mucho más personal y estrecha, con una confianza radical en el que era tu fundamento. Por eso he podido confesar y compartir con la comunidad, todo aquello que tú me has ido manifestando en nuestra relación como sacerdote y fiel. He dicho que tú has vivido con los pies en la tierra; hijo, trabajador, vecino… y con la cabeza en el cielo: creyente, amante de la virgen, buscador del evangelio, cercano a los pobres y desvalidos, amigo de los niños y los mayores. Y que tu confianza en Dios, te ha hecho libre y te ha ayudado a vivir sin miedo alguno, en tu enfermedad y ante la muerte. Vino de improviso, pero te pilló muy preparado, ya me gustaría ir al encuentro definitivo de Dios con tu paz y tu serenidad, con tu fe y aceptación de la enfermedad y de los límites.

Bendito seas Javi…

Hemos bendecido a Dios por tu vida, y sé que te has sonreído, es más que te has puesto a cantar en el cielo cuando has visto que lo hacía yo en la homilía al entonar ese canto entusiasta del “alegre la mañana…la serena certeza con el que el día proclama que el sepulcro de Cristo está vacío”. Estoy seguro que aquella pascua celebrada en Gévora con tanta ilusión, ahora te parecerá poco con lo que estarás gozando y que, desde allí, nos ayudarás a creer más y mejor, ya lo estoy notando. He confesado que en tu caminar espiritual yo subrayaría tres aspectos de tu vida en los que Dios te ha hecho e imagen suya y tú has sido un buen reflejo de su presencia:

Limpio de corazón, sencillo, inocente…

– Benditos los limpios de corazón: tu inocencia la llevas plenificada, no has dejado nunca de ser inocente, tu bondad te hacía pensar que los demás no tenían mal corazón, y por eso has vivido hasta el engaño de los otros, pero lo has sabido olvidar y perdonar. Enhorabuena, seguro que ya tienes el premio de los limpios de corazón y estarás viendo a Dios.
Compasivo, débil y fiel…
– Benditos los que lloran: tú has llorado, has sentido la debilidad en ti mismo y no la has ocultado, la has confesado. Pero desde la debilidad te has hecho hijo, hermano, sobrino, vecino, amigo,… has buscado la comunidad y en ella has sentido el alivio, el consuelo, has sabido hacer familia, amigos, compañeros, comunidad, iglesia… con pobres, monjas, sacerdotes, clientes, compañeros de trabajo, vecinos, hasta con los loros de tu corazón, al último le llamaste Pepe, jajajaja… No sé si llegué a contarte el cuento del Loro Pepe…aquí no puedo.

Hambriento de justicia y generoso…
– Benditos los que tienen hambre y sed de justicia: no te has quedado quieto un momento, con tus enfermedades y dolencias, has sabido priorizar a los otros en todo momento, hasta en esta enfermedad mortal. Te has entregado hasta la radicalidad: en tu familia con todos y en todo, esa abuela, tío, tus queridos padres, tías, primos, sobrinos…te desvivías por ellos y agradecías a Dios todo lo que encontrabas en sus personas, tu afectividad nunca estuvo enferma ni deprimida. En el trabajo, lo digo a cuatro vientos, te han podido pagar sueldos, pero nunca tu entrega y tu vida, cómo te hubiera gustado transmitir a tus jefes – a los dueños, verdades fundamentales de la vida que tú habías descubierto por tu fe y el evangelio- , la persona en el centro, de nada valen los negocios si pierdes en el verdadero amor y en la generosidad, ahora sólo queda el amor de Javi a sus clientes, compañeros, a todos… incluso cuando perdió no dejó de amar, aunque sufriera. Y cuándo sólo le quedaba el domingo para su descanso, no quiso apropiárselo, quiso compartirlo con los mayores de la residencia de la granadilla, cada domingo que podía allí estaba, visitando los pisos, trayendo en sillas de ruegas a los enfermos para la misa, celebrando con ellos, tomando la copa, invitándolos al café, ayudando a los que más lo necesitaban, como uno más. Cuando le daban el alta para pasar unos días en casa, últimamente, el primer sitio que visitaba era la residencia para que vieran que estaba mejor y celebrarlo con ellos.

Ruega por nosotros…
Y todo esto traspasado por su fe en Dios y su amor a la Virgen, desde una religiosidad tan popular como comprometida. Es curioso, te conocí por casualidad –gracia divina- compartimos la Pascua del Señor y , desde entonces, te he sentido amigo, compañero, apóstol… hoy he celebrado en la eucaristía la vida junto a los tuyos, me he sentido más consolado, cuesta mucho lo de enterrar y aceptar otro modo de relación mística y escatológica con los seres queridos pero es lo que toca. Sabemos que desde el cielo estás con nosotros y que no quieres que caigamos en la tristeza, sino en la alegría de la vida, la que tu buscabas y sentías en tu Dios padre y amigo. Ayúdanos y protege a los tuyos.

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