2025: adiós al 'profeta' Francisco. Prevost, el llamado a seguir sus pasos

Finaliza una semana, y con ella un año, apasionante. En estos últimos siete días hemos asistido a las primeras celebraciones navideñas de Robert Francis Prevost como Papa. León XIV, con una imagen netamente más litúrgica, ofrece un fondo, y una música, que cada vez nos recuerda más al "amado papa Francisco", como él mismo se encarga, casi machaconamente, de recordar. Así lo hizo en el tradicional discurso a la Curia romana (advertencias sobre el clericalismo y las luchas de poder, tan bergoglianas, incluidas), y así lo ha repetido tanto en la misa del Gallo como en la recuperada misa de Navidad, y la posterior bendición Urbi et Orbi.

El clamor contra el horror en Gaza, la petición de una paz justa y duradera para el "atribulado pueblo ucraniano", la vocación radical por la sinodalidad y por la Iglesia de las periferias (con una especial mirada a las migraciones, que debería leerse en las sedes de VOX o en la alcaldía de Badalona, por cierto), la rotunda llamada a una Iglesia misionera y servicial... ecos de los caminos que Francisco dejó plantados en la Iglesia, y que Prevost, con su estilo, está llamado a continuar. No es León un profeta, ni puede serlo, para eso ya tuvimos a Bergoglio. Pero sí está llamado a ser un Pablo VI que guíe a la Iglesia después del huracán del nuevo Juan XXIII.

En España, estos días han servido para un nuevo capítulo del 'culebrón Belorado', con el rescate de las cinco monjas mayores, que ya se recuperan de un horror cuyos detalles solo conocemos mínimamente, como la punta de un iceberg. La polarización, entretanto, continúa presente en la política, y en la Iglesia. El cardenal Cobo lo ha puesto, negro sobre blanco, en una entrevista en la COPE que ha causado escozor en aquellos que dan carnets de católicos al mismo ritmo que patadas al Evangelio de Jesús. En este sentido, resulta reconfortarte encontrar a católicos implicados en política, como el president de la Generalitat, Salvador Illa, cuya entrevista a RD cobra un significado especial en estos días en que nace el niño Dios.

Ha nacido Jesús, y en algunas posadas, lejanas y cercanas, seguimos sin darle cobijo. ¿Aprenderemos la lección de la acogida en Navidad? ¿Será 2026 el año de la verdadera resurrección del Evangelio? Tal vez, con visita del Papa incluida, podamos trabajar en ello. Desde RD, como siempre, se lo contaremos. Feliz Navidad y feliz 2026.