Cincuenta años de fe

Recuerdos útiles a todos

Cincuenta años de fe

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Sembrando en corazones

Se cumple ahora para nosotros el final de las bodas de plata sacerdotales y el medio siglo de nuestra existencia, los cincuenta años de fe, de ser hijos de Dios por el Bautismo. Entramos en la seriedad del medio siglo, en la plena madurez, en el agosto de nuestra vida, en la atalaya de donde se divisa con toda nitidez el pleno sentido de nuestra existencia humana.

Es muy importante esa edad nuestra: madurez psicológica y orgánica, mayor serenidad, gran capacidad de trabajo, pérdida de la agilidad juvenil, prudencia...             Pero ahora celebramos de una manera especial nuestras bodas de oro con la fe; un año más tarde de las de plata sacerdotales. ¡Cuántas gracias desde nuestro Bautismo!: Nuestros padres nos educaron en el amor y temor de Dios, la catequesis infantil en ambiente espiritual cálido, Navidades risueñas y pobres junto a nuestros padres y sacerdotes, las novenicas al Niño Jesús. Doy gracias a Dios por tantos dones. Y la Primera Comunión. Desde entonces cuántas comuniones y visitas al Santísimo, cuántas horas en la compañía de Jesús. A la fuerza nuestras almas han de llevar un toque de Eucaristía, un toque de amor a Cristo.

Nuestra vocación al sacerdocio, nuestra ordenación. Sellados para siempre con la marca de los amigos de Jesús y colaboradores predilectos, difusores del Evangelio. Con sinceridad hemos de reconocer después del esfuerzo: “Siervos inútiles somos; porque ni el que siembra es algo, ni el que riega, sin Dios que da el incremento. Cuántas veces lo hemos comprobado.

El hambre de Dios se ha mantenido en nosotros a lo largo de nuestra vida, y ahora va en aumento. Es una gracia actual prolongada del Señor; es el gozo del Espíritu Santo que se afianza según pasan los años, es la fe que crece en nosotros día tras día. Fe que nos hace gozosa la oración y la comunión en la intimidad con Dios. Damos gracias a Dios; que él la conserve en nosotros. Que no se desahoga como castillo de naipes; que de verdad está cimentada sobre firme roca.

Desde hace cuarenta años nació la amistad de los que aquí estamos. Ya en el seminario nació nuestra amistad. En aquellos días largos de estudio, lluvia y frío, paseos en ternas y clases monótonas. En aquellos inmensos campos de recreo, comedores gélidos, sótanos polvorientos. Nuestra amistad fraguó en aquella capilla, junto a la Eucaristía; en las pláticas comunes, y en la ilusión sacerdotal vivida juntos y a tope.

Nada hay comparables a un amigo fiel, una amistad lo ha sido en las dificultades y pruebas; también en la alegría. Magnífico don divino nuestra amistad que nos estimula a ser mejores; a darnos cuenta de que no estamos solos con el ideal cristiano.

Miramos hacia atrás. Cincuenta años hemos perseverado en la fe, en una fe iluminada. Acercándonos a al Dios que ha llenado de alegría nuestra juventud. La fe, nuestro gran tesoro. Miramos hacia delante queda camino por recorrer; menos de lo que hasta ahora hemos andado. Cada vez más unidos a Ti; Cristo, mi Jesús. Decimos al Señor con amor: “Señor, ¿a quién iremos?, Tú solo tienes palabras de vida eterna”. Perseverar hasta el fin. Ese es nuestro deseo. Esa es nuestra humilde petición: adherirnos a tus mandatos y no permitas que jamás nos separemos de Ti.

El 27 de Julio de 1984, en el santuario de Estíbaliz.

José María Lorenzo Amelibia                                         Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com              Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/  Puedes solicitar mi amistad en Facebook https://www.facebook.com/josemari.lorenzoamelibia.3                                          Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2

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