Asociación de sacerdotes casados de España (ASCE) La virginidad debiera ser la joya de la Iglesia, pero… no lo es hoy

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Crítica Constructiva

La virginidad debiera ser la joya de la Iglesia, pero… no lo es hoy

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Vivir con gozo la virginidad

Para que aparezca claro el signo y testimonio de los vírgenes, debieran estar abiertas las puertas del matrimonio. Así nadie podría dudar de que los que perseveran persisten en su decisión de entrega con total libertad.

Se impone separar el celibato del sacerdocio, y dejarlo únicamente para las comunidades religiosas – por supuesto como compromiso temporal – y para todos los cristianos que deseen vivirlo en soledad o acompañados de personas con un mismo ideal. Unos a otros se pueden estimular en la virtud, mas en ningún modo coaccionar al compañero. Seguir al Señor mediante los consejos evangélicos debiera ser tan libre que en ningún caso pudiera caber la duda de "célibes por imposición".

"Servir al Señor con alegría". Entiendo que este mandato se encuentra muy por encima de todas las "fidelidades" que el hombre ha creado de forma artificial. Durante siglos hemos obrado con la inmadurez de un niño, o de un idealista en la adolescencia. Hemos creado códigos de honor por encima de la ley natural y divina: como niños que juegan a grandezas. Lo malo que las reglas de juego se han exigido a costa de desesperación, de la miseria y de la muerte, a millones de personas que han evolucionado en sentido distinto a su primera decisión.

¿Estabilidad vocacional? Sí, en el sentido de que nadie tiene derecho de apartar de su camino a quien libremente lo eligió. No, en el sentido de que el sujeto jamás pueda cambiar el rumbo de su existencia. Dios nos llama a todos a seguirle, al encuentro de Él, mas no a que sea precisamente por los senderos que en un día nos parecieron los mejores. Dios es Padre y no puede desear para sus hijos que le sirvan en angustia de corazón.

Más delicado es, si cabe, el problema de la vocación al matrimonio. Es una llamada instintiva y poderosa a la unión permanente entre dos personas de sexo contrario. En el dogma católico se exige que el matrimonio sea uno e indisoluble. Esta fundado en el amor, y entre los cristianos elevado al rango de sacramento. Algunos teólogos modernos afirman que es indisoluble en el sentido de que ninguna fuerza humana pueda romper el vínculo. La muerte es la única que rompe el lazo de unión. Y añaden: no solo la muerte física desata, sino la muerte del amor. Nueva teoría que dudo mucho llegue a admitirla la Iglesia.

La praxis de los tribunales eclesiásticos en estos casos de divorcio se agarra a un clavo ardiendo para declaran nulidades en todas las ocasiones en las que se demuestra cualquier tipo de coacción, inmadurez, falta de conocimiento del compromiso, o error sustancial acerca de la persona.

Mi criterio es que en la cuestión religiosa debiera darse más libertad a la conciencia de la persona y que fuera ella misma – una vez asesorada – la que decidiera si un matrimonio ha sido válido o no. Porque se dan escándalos: personas que tienen dineros u pueden contratar abogados de prestigio, obtienen la declaración de nulidad, mientras otros que carecen de recursos, nada logran. ¿Es que Cristo estableció tribunales? Que sea el poder civil el que trate sus cuestiones en el fuero externo, pero la Iglesia debiera respetar la conciencia de sus hijos, y sean ellos mismos los que decidan, asesorados por teólogos y moralistas.

¿Existe vocación de soltero? Me refiero al célibe no por propia decisión, sino por circunstancias a él ajenas e inherentes a su naturaleza. Personas que tal vez hayan deseado el matrimonio y no lo consiguieron por no haber encontrado su pareja adecuada, sea cual fuere la causa. ¿Son vocacionados a la soltería? Hemos de responder afirmativamente si admitimos la Providencia de Dios. Él escribe derecho con líneas torcidas. Tal vez en esta vida no se pueda comprobar siempre este aserto. Mas el mundo actual no es definitivo. Estamos en el camino hacia la eternidad. La Providencia de Dios la percibiremos en la existencia que no tiene fin. Aquí habrá que caminar con fe y esperanza a través de un valle de tinieblas.

Siempre quedarán una serie de interrogantes, que humanamente no tienen solución: ¿Por qué ése sí y el otro no? ¿Por qué nacen muchas personas con tendencias afectivo - sexuales que después no pueden llevar a efecto? Y dicho de otra manera: ¿Por qué el mal en el mundo? Sin una visión de fe resulta imposible dar una explicación satisfactoria. Si el que sufre, después d buscar remedio a su dolor no exclama: "En Ti, Señor, he esperado, jamás quedaré confundido", se amargará y no logrará la paz en su corazón.

 José María Lorenzo Amelibia

José María Lorenzo Amelibia                                         Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com              Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/  Puedes solicitar mi amistad en Facebook https://www.facebook.com/josemari.lorenzoamelibia.3                                          Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2

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