27 dic 2025
El don irreductible de la Navidad
La Navidad irrumpe como don irreductible: no se deduce de la historia ni confirma sus lógicas de poder. Dios nace en la fragilidad de un niño, descolocando religiones, ideologías y mesianismos. No es nostalgia piadosa ni moralina farisaica, sino novedad viva que cuestiona, discierne y humaniza toda realidad que intenta apropiársela.
Esta novedad no se domestica, pero se encarna. La Navidad ilumina sin aplastar, criba sin destruir y se vuelve criterio profético: ¿humanizar o deshumanizar? Allí donde la fe produce miedo, exclusión o superioridad moral, el pesebre se vacía. Dios no madura en sistemas cerrados, sino en procesos históricos de misericordia, justicia y cuidado del vulnerable.
La Navidad no angeliza: humaniza. Dios no huye de la carne ni de la historia; las habita. Frente a sectarismos y fronteras sagradas, inaugura fraternidad sin excluidos. Se identifica con el niño, el pobre, el descartado, y así revela una salvación que no condena, sino que misericordea, abriendo una esperanza siempre incómoda y fecunda.