“Pablo, su historia”. Un libro de Jerome Murphy O'Connor (108-A)



Hoy escribe Antonio Piñero


En nuestra sección de comentario de nuevos libros, al menos en traducción española, desearía hoy presentarles uno de Jerome Murphy-O’Connor, un sacerdote dominico, profesor de Nuevo Testamento en la Escuela Bíblica y arqueológica (“École Biblique”) francesa de Jerusalén. El editor reconoce en la contracubierta que a pesar de la notoriedad del autor –una reconocida autoridad en la materia- no había recibido todavía el honor de alguna traducción al castellano.

Su ficha es la siguiente: Jerome Murphy-O’Connor, “Pablo, su historia”, versión de Eduardo Valls, de un original “Paul, his story”, Editorial San Pablo, Madrid, 2008 (segunda edición) 400 pp. ISBN 978-84-285-3258-7.


El libro trata de responder a preguntas que puede hacerse todo lector al enfrentarse a la nada fácil empresa de querer entender bien las cartas de Pablo de Tarso. Para ello ayuda, y mucho, que un experto –que ya ha pasado por el trance de leer sin entender plenamente- responda a preguntas previas una vez que tiene una visión de conjunto de la materia: ¿Quién era en realidad el apóstol Pablo? ¿Qué fuerza emocionales e intelectuales dieron forma a su vida? ¿Qué cartas escribió en realidad entre las varias que se le atribuyen en el Nuevo Testamento? ¿Cuáles fueron las circunstancias que llevaron a su composición? ¿Por qué así y no de otro modo?

El autor responde a estas preguntas escribiendo una “biografía” (en cuanto es posible, pues por la naturaleza misma de las fuentes de las que disponemos, faltan capítulos esenciales o hay pocos datos) de Pablo basada en los estudios previos que sobre este personaje ha ido escribiendo a lo largo de toda una vida.

La tarea de redactar una "Vida de Pablo" es ardua, porque al enfrentarse a la lectura de las cartas paulinas lo que surgen son hechos aislados, sin conexión aparente, o con una conexión nebulosa, y un buen monto de perspectivas teológicas que son –algunas sobre todo- sumamente originales y rompedoras dentro del marco del judaísmo de la época, mediados del siglo I, donde parece insertarse el autor. ¿Cómo es posible que un personaje que dice ser fariseo y “superjudío” presentas tantas innovaciones teológicas en el marco de su judaísmo? ¿Cómo ordenar y ensamblar hechos y teología?

Murphy O’Connor había ya escrito en 1996 una obra previa que forma como el esqueleto básico de la que ahora comentamos: Paul: A Critical Life ("Pablo: una biografía crítica"). Allí, utilizando las cartas que estimaba auténticas como fuente biográfica, trazó ya una vida del Apóstol, que en realidad difiere bastante de lo que presenta Lucas en los Hechos de los apóstoles. Todos los elementos que en ese volumen precedente quedaron establecidos no se discuten de nuevo en esta obra que presentamos, sino que se dan por admitidos y se utilizan como fundamento.

En el presente volumen se reconstruye la vida de Pablo en forma no de ensayo, sino de narración seguida, con más cuerpo, color y consistencia. Los tiempos, las distancias que Pablo recorría a pie o en barco, las ciudades que visitó, la ocasión en las que compuso sus cartas –las conservadas, con un breve resumen de lo más importante-, la reconstrucción de las vivencias y los sentimientos del Apóstol -según las pistas dejadas por Pablo, que pueden deducirse de su trato con sus conversos, de su enfrentamiento con sus adversarios, y de lo que obscuramente expresa en sus cartas- son temas recurrentes en esta biografía.

No se trata de una novela histórica, sino de un relato biográfico, de modo que no hay en ella una construcción de escenas concretas y de diálogos imaginarios. Sí se describen la atmósfera y los “realia” (caminos, ciudades, barcos, posadas, la vida diaria, los oficios, etc.) con lo que la biografía queda rellena con el ambiente de la época, que está en mi opinión muy bien conseguida.

Y ahora vayamos a la parte crítica. Albergo algunas dudas sobre algunos textos “paulinos” que Murphy O’Connor considera auténticos de Pablo, cuya utilización, por lo tanto, condicionan la amplitud y perspectivas de esta biografía:

• He argumentado en la “Guía para entender el Nuevo Testamento” que no me parece posible que 2 Tesalonicenses sea paulina.

- Murphy O’Connor divide en dos partes 1 Tesalonicenses (la primera carta sería 1 Tes 2,13-4,2; la segunda estaría compuesta de 1 Tes 1,1-2,12 y 4,3-5,28).

- Luego afirma que la hoy conocemos como 2 Tes es en realidad una tercera carta a los cristianos de esa ciudad, escrita por el propio Pablo para deshacer malentendidos respecto a la fecha del fin del mundo presente y la venida (segunda) de Jesús (p. 156). Toda esta reconstrucción me parece poco verosímil.

• Igualmente me resulta obscura la defensa de Murphy O’Connor de que Colosenses sea una auténtica epístola de Pablo. Puesto que hay notables diferencias entre el pensamiento de las cartas auténticas de Pablo (según consenso entre los investigadores) y la Epístola a los colosenses en materias de comprensión de la naturaleza íntima de Jesús (cristología) y en la intelección de cómo es la Iglesia (eclesiología), opino que es más sencilla la solución de postular que esa carta procede de un discípulo de Pablo, quien toma ciertamente algunas ideas de su maestro, pero que las desarrolla en algunas parcelas hasta transformarlas en otras nuevas.

• Tampoco acabo de entender (p. 38) la interpretación básica de Murphy O’Connor sobre el pensamiento de Pablo acerca de que, para el judaísmo normal (algunos lo denominan "normativo"), la Ley y el mesías eran dos entidades incompatibles: en una “salvación que se caracterizara por una obediencia meticulosa a los mandamientos de la Ley no había ningún sitio para el mesías”, puesto que cuando llegara éste en el futuro, el reino de Dios que él inauguraría no tendría necesidad de ley alguna (p. 39).

Aunque Murphy O’Connor parece presentarla como evidente doctrina judía, esta contraposición temporal es sólo paulina, pues no se corresponde ni con el pensamiento judío en general, ni con las doctrinas de fariseos o esenios, que no veían –al igual que tampoco los primeros cristianos nazarenos de Jerusalén- incompatibilidad ninguna entre aceptar a Jesús como mesías y seguir observando la Ley. Escribe nuestro autor:

“Sólo Pablo fue lo suficientemente perspicaz para comprender que la existencia simultánea de la Ley y el mesías los convertía en profundos enemigos. Los judíos no necesitaban dos salvadores. O se salvaban gracias a la Ley, o se salvaban gracias al mesías. Y aquellos que optaban por el mesías rechazaban la Ley de facto. De igual modo, aquellos que se comprometían con la Ley debían de rechazar la identificación de Jesús con el mesías” (p. 39)


No veo en absoluto clara esta afirmación.

• Tampoco me parece plausible la postura de Murphy O’Connor de seguir a Lucas, en los Hechos de los apóstoles, en su afirmación de que la formación farisea de Pablo sólo pudo haberla recibido en Jerusalén. Hemos discutido ampliamente este tema en nuestra crítica a la obra de Martin Hengel, “El Pablo precristiano” en este blog, en diversas postales, y no debo repetirme. Opino que la formación farisea de Pablo no es tan profunda que exija necesariamente una estancia en Jerusalén. Así se explica mejor la afirmaciíon de pablo en Gálatas de que "las iglesias de Judea no lo conocían personalmente" (Gálatas 1,22).

Seguiremos, Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
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En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es

“'Con temor y temblor'. Aclaración de la Epístola a los filipenses".

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Saludos de nuevo
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