"Pablo y su historia", un libro de Jerome Murphy O'Connor (y II)



Hoy escribe Antonio Piñero

Querido lectores:

A causa de la abrumadora tarea de unos recientes compromisos de trabajo, me veo obligado temporalmente a espaciar un tanto mis postales en este blog. De este modo, mis notas aparecerán los martes, jueves y sábados. Como es habitual, los lunes y miércoles contarán con las postales de Gonzalo del Cerro y Fernando Bermejo. Agradezco por adelantado vuestra comprensión.

Y ahora, seguimos con el comentario a la obra de Jerome Murphy O’Connor, “Pablo, su historia”.

Después de la parte crítica del día anterior, deseo añadir que me parece interesante cómo el autor dibuja las circunstancias de la Carta a los gálatas y el ambiente que se respiraba en la ciudad de Pesino de Galacia, que es donde Murphy O’Connor sitúa el emplazamiento de la fundación de aquella comunidad. El autor explica bien la crisis que se vivió en la ciudad cuando llegaron misioneros judeocristianos que predicaban “otro evangelio” y cómo Pablo se hizo de nuevo con el control de esa comunidad por la que sentía mucho aprecio.

Igualmente el lector se siente más a gusto en la lectura de las dos difíciles cartas a los Corintios, si primero lee el capítulo 9 de la obra que comentamos, dedicado a la circunstancias especiales de aquella comunidad y el modo cómo Pablo compuso tales cartas.

En todo caso podría decirse que Murphy O’Connor simplifica un poco, por mor de la claridad, el contenido y circunstancias de la Segunda de esas epístolas, que –en mi opinión- son más bastante más complicados, de modo que no sería nada raro pensar que lo que hoy llamamos 2 Corintios deba considerarse una refundición de, por lo menos, dos o tres cartas de Pablo. Teniendo en cuenta esta perspectiva, su modo de entenderlas puede variar.

Y volvemos de nuevo a alguna postura más bien extraña del autor –es decir, en contra de la opinión común de los investigadores- como, por ejemplo su aceptación de la cronología del Evangelio de Juan en lo que se refiere a la llamada “purificación del Templo” (Jn 2,13-16).

Mientras que casi todos los intérpretes sitúan este hecho en los últimos tiempos de Jesús (tal como lo presentan los evangelios de Marcos, Mateo y Lucas) y opinan que este hecho fue una de las causas inmediatas de su detención y posterior ejecución, Murphy O’Connor sostiene que debe situarse al principio de la vida pública. En efecto, argumenta, Jesús competía con Juan Bautista en lo que a bautizar se refiere en territorio de Judea. Allí “para llamar la atención (se sobreentiende a favor de su bautismo) volcó las mesas de los cambistas (en el Templo)” (p. 208). Por lo visto, según Murphy-O'Connor, las autoridades no dieron demasiada importancia al hecho, pues Jesús continuó su vida pública sin demasiados impedimentos (¡!).

Por el contrario, se atiene nuestro autor a la opinión común al sostener, respecto a la Epístola a los efesios, que es obra de un discípulo de Pablo, quien comenta y expande la Carta a los colosenses; y sobre las Epístolas Pastorales sostiene que 1 Timoteo y Tito son producto de la escuela paulina, pero que 2 Timoteo es auténtica.

Esta defensa de la autenticidad le obliga a formular una, hoy, curiosa hipótesis: postula Murphy O’Connor que Pablo salió indemne de la primera prisión romana (la que cuentan los capítulos 27 y 28 de los Hechos de los apóstoles), y que consiguió dinero para venir a España. No sé en qué fuentes se basa nuestro autor para sostener con rotundidad esta afirmación (p. 350) como no sea la primera parte de los Hechos apócrifos de Pedro (¡no de Pablo!), que habla de este viaje. Que yo sepa no hay otras fuentes más bien tempranas. Sería bueno aquí dejar el viaje en una mera probabilidad.

Luego nuestro autor sostiene que Pablo no volvió a Roma, sino que -avergonzado del fracaso de su misión en Hispania- viajó directamente a Iliria (la zona norte, terrestre, del Mar Adriático, llamada también Dalmacia = Croacia, Bosnia, Montenegro) hacia el año 62, hasta que llegó hasta Grecia y que, tras un par de años de misionar por allí de nuevo, volvió a Roma.

Esta nueva estancia en la capital del Imperio enfureció –según Murphy O’Connor- a los judeocristianos de Roma por las doctrinas tan revolucionarias de Pablo. Sostiene nuestgro autor que fueron esos cristianos judaizantes romanos los que lo denunciaron al Apóstol ante la autoridad de la ciudad. En este encarcelamiento fue cuando escribió “2 Timoteo” y luego murió, a manos de Nerón hacia el 64 a consecuencia de la denuncia.

Debo confesar que –al igual que otros estudiosos de Pablo- esta reconstrucción de Murphy O’Connor me convence muy poco o nada, y que él la construye sólo para lograr un hueco para la composición de 2 Timoteo. Me parece mucho más sencilla la hipótesis de que esta epístola es obra de un discípulo de Pablo..., a pesar de los detalles aparentemente autobiográficos –confeccionados aposta para dar la impresión de autenticidad-, como “Tráeme la capa y los libros, etc.” (2 Tim 4,9-13), ya que la teología y el vocabulario de la carta difieren mucho del de las epístolas auténticas del Apóstol.

En síntesis, un libro el de Murphy O’Connor que me ha resultado fácil y divertido de leer, instructivo en muchas ocasiones y muy polémico en otras.

Permítaseme una palabra a propósito de la traducción de Eduardo Valls Oyarzun(es ésta una de mis “obsesiones”, porque muchos traductores están liquidando el español con su incompetencia; no es éste el caso, pero sí merece la pena una breve observación). En líneas generales parece buena la traducción presente, a tenor de la fluidez y buen estilo del castellano. Sin embargo, tiene algunos –pocos- errores graves que se hubieran podido evitar con un buen repaso. Considero que en muchos casos radica aquí el problema: la última corrección, que no suele llevarse a cabo con la detención conveniente.

Muchas veces se trata de errores que se intuyen sin necesidad de tener el texto inglés ante los ojos, como en este caso. Por ejemplo en la p. 16, el inglés “official” no significa siempre, ni mucho menos, “oficial” (del ejército = inglés “officer”), sino en la mayoría de los casos “funcionario” o “magistrado”: la ciudad de Tarso de Cilicia no fue "gobernada por oficiales de la talla de Cicerón...", sino por "magistrados". Igualmente, en la p. 184, el verbo “agonize” no significa “agonizar”, es decir, estar en los últimos momentos inmediatamente antes de morir, sino “pasar grandes angustias o apuros”… ¡lo cual cambia bastante el sentido! Así que Pablo y Bernabé no "agonizaron (= murieron o casi) por verse en la situación en la que estaban" en Antioquía por la disputa entre judeocristianos estricto y "helenistas" rediomados como Pablo (véase Gálatas 2,10 y ss), sino que lo pasaron francamente mal.

En fin, no quiero prolongarme más, sino volver a decir que la lectura del libro de Murphy O’Connor me ha divertido, me ha ilustrado, y en ocasiones, he polemizado internamente con el autor. Pero eso debe pasar casi siempre.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
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En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es

“El encratismo o continencia sexual en los Hechos apócrifos de los Apóstoles”

Manera de llegar a este comunicación:

Pinchando en la página presente, arriba a la izquierda, donde hay un par de contactos o “links”. Uno de ellos es “Cristianismo e Historia”

Saludos de nuevo

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Nuestro amigo y colaborador ocasional en este blog José Montserrat Torrents nos envía la siguiente nota:

"El barquero de los dioses",

novela histórica, aparecerá publicada por entregas periódicas en el blog

http://totmes.blogspot.com/.

El argumento transcurre en Egipto en el siglo V de la Era Común, y narra los esfuerzos de los últimos paganos por preservar la cultura del antiguo Egipto, y en particular la escritura jeroglífica, de la desaparición definitiva. El contexto histórico y geográfico está rigurosamente contrastado y puede ser de interés para los lectores del blog presente.

Saludos de José Montserrat
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