¿Es tendencioso y sesgado el Evangelio de Marcos? (III) (112-03)

Hoy escribe Antonio Piñero


Hemos indicado en la postal anterior que el Evangelio de Marcos insiste inverosímilmente en la responsabilidad casi única de los jefes de los judíos, y luego también de las masas del pueblo judío, en el ajusticiamiento de Jesús, exonerando de toda culpa en lo posible a Poncio Pilato.

El Evangelio de Marcos desarrolla también otra idea, o tesis, fuera del relato de la Pasión, que podemos adscribir, al menos hipotéticamente a su “tendencia” marcana, y es la siguiente: presentar a los judíos odiando o criticando desde el primer momento a Jesús, estimando que éste negaba los principios del judaísmo. Marcos va presentando en su escrito diversas escenas que muestran cómo varios grupos religiosamente muy judíos rechazan a Jesús, y cómo éste responde rechazándolos, criticándolos y separándose de ellos.

Esta tesis ha sido desarrollada en profundidad por Samuel G. F. Brandon, en su conocida obra Jesus and the Zealots (“Jesús y los celotas”), Manchester, University Press, de 1967, en el capítulo 5, sobre la finalidad del Evangelio de Marcos. en él defiende que este Evangelio es una "apologia ad christianos romanos", es decir, una defensa dirigida a los elementos paganos convertidos en cristianos en la comunidad de Roma, para proporcionarles -en primer lugar- argumentos para que ellos supieran distinguir bien entre judaísmo y judeocristianismo.

Y, segundo, para que ellos, a su vez, supieran convencer a las autoridades romana, que estaban muy cerca, en la misma capital del Imperio, de que el cristianismo no era un peligro para ese Imperio…, ni Jesús tampoco lo había sido.

Dije ya en la primera nota de esta nueva serie que “hacemos nuestra esta tesis" aunque “somos conscientes de que no puede probarse con absoluta seguridad”. Comentaré, pues, la tesis de Brandon en las postales que sigan, aunque en modo hipotético.

El grupo más importante de los que se enfrentan a Jesús -según Marcos- es el de las autoridades religiosas y el de los expertos, o escribas, doctores de la Ley. Marcos describe a veces –no siempre- a un Jesús que no reconoce plenamente su autoridad y que rechaza su doctrina.

En efecto, ya en el primer capítulo del Evangelio, en la sinagoga de Cafarnaún, cuando Jesús apenas ha tenido tiempo de desarrollar una doctrina propia, y se parece aún mucho a su maestro Juan Bautista, “el pueblo quedaba asombrado de su doctrina porque los enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mc 1,22).

Inmediatamente después, como ayuda a la contraposición Jesús-escribas, el espíritu inmundo que poseía a un individuo allí presente, se pone a gritar: “Tú eres el santo de Dios”. “Has venido a destruirnos” (1,24). Es claro que la enseñanza de Marcos es: los demonios reconocen la verdadera naturaleza de Jesús desde el primer momento, y no se equivocan. Sin embargo, las autoridades de los judíos no; están ciegas.

El primer choque directo entre Jesús y los escribas ocurre también en Cafarnaún (cap. 2 del Evangelio) cuando cura a un paralítico. Los escribas acusan a Jesús de “blasfemia” por decir que él es un mero mediador gracias al cual Dios perdona los pecados al paralítico (2,7). Ahora bien, para el que conozca un poco el judaísmo del momento, esos escribas sabían perfectamente que Jesús al decir “Tus pecados te son perdonados” se refiere indirectamente a Dios como autor del perdón, y que Jesús utilizaba lo que hoy se llama la “pasiva divina” (no se nombra directamente a Dios, pero se sobreentiende). Por tanto la acusación sólo se entiende desde fuera.

Esta acusación de blasfemia que Marcos presenta como de mala fe, se produce cuando Jesús acaba de curar a un leproso (1,44) por su simple palabra, aunque tocándolo con la mano. Inmediatamente después, Jesús reenvía al curado a las autoridades religiosas, en observancia de la Ley:

“Muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio»”.


¿Presenta Marcos a Jesús quebrantó la Ley al curar al leproso?. El texto no lo indica ni mucho menos. todo lo contrario. Pero a tenor de las palabras puestas por Marcos como comentario a un dicho de Jesús ("Así declaraba puros Jesústodos los alimentos", Mc 7,19), no sería de extrañar que presentara al Maestro toando al leproso sin importarle demasidado las leyes de la pureza cultual.

Ahora bien, Marcos, como buen judío, sabía que a la verdad Jesús sólo incurría en mera impureza cultual al tocar a ese enfermo. Pero la impureza no era pecado alguno (más impureza era tocar a un cadáver, por ejemplo, el cadáver de un padre o madre, y sin embargo, la Ley prescribía todos esos cuidados), sino sólo un impedimento para entrar ese día en el Templo. El paso del día y un baño ritual eliminaba tal impureza.

Tras este inciso volvamos a la acusación de “blasfemia”. Ésta se debía, según Marcos, a la mala fe por parte de esos judíos prominentes, los doctores de la Ley:

“Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos (los escribas que pensaban que Jesús era un blasfemo) pensaban en su interior, les dice: «¿Por qué pensáis así en vuestros corazones?” (Mc 2,8).


Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
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En el otro blog, “Cristianismo e historia” de la revista “Tendencias21” el tema es el siguiente:

“¿Instituyó Jesús la eucaristía? (III)”

Saludos de nuevo.
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