Textos de la novela José y Asenet para la comparación con el Nuevo Testamento (II)

Hoy escribe Antonio Piñero

Concluimos la presentación de los pasajes de la novela que más interesan para nuestro propósito comparativo con el Nuevo Testamento

Epifanía de un ángel a Asenet, ya convertida

14,1-8

1 Cuando concluyó Asenet su confesión ante el Señor, se alzó
del cielo, por el oriente, el lucero matutino. Asenet lo vio, se regocijó
y exclamó:

2 —En verdad me ha escuchado el Señor, Dios, ya que esa estrella
es mensajero y heraldo de la luz del gran día.

3 Entonces, cerca del lucero del alba, se rasgó el cielo, y apareció
una luz inexpresable.4 Cayó Asenet sobre su rostro en la ceniza, y se
llegó a ella un hombre del cielo. Se quedó junto a su cabeza y la llamó:

—¡Asenet!

5 Ella respondió:

—¿Quién me acaba de llamar? La puerta de mi alcoba está cerrada,
y la torre es alta. ¿Cómo ha penetrado en mi cámara?

6 El hombre la llamó por segunda vez:

—¡Asenet! ¡Asenet!

Replicó ella:

—Aquí estoy, señor; dime quién eres tú.

7 Respondió el hombre:

—Soy el comandante de la casa del Señor y general en jefe de todo
el ejército del Altísimo. Ponte en pie, que voy a hablarte.
8 Levantó ella sus ojos y vio a un hombre en todo parecido a José:
en el vestido, corona y el bastón regio.


Mensaje y promesa de revivificación

15,1-13:

1 Se acercó entonces al hombre, y éste, al verla, le dijo:

—Retira el velo de tu cabeza, ya que eres una virgen santa, y tu cabeza es como la de un hombre joven.

2 Lo retiró, pues, de su cabeza y el hombre le dijo:

—Ten ánimo, Asenet; el Señor ha escuchado las palabras de tu
confesión.
3 Ten ánimo, Asenet, porque tu nombre está escrito en el li-
bro de la vida y no será borrado jamás. 4 A partir de hoy vas a ser renovada, remodelada y revivificada; vas a comer el pan de vida, a beber
la copa de la inmortalidad, y serás ungida con la unción de la incorruptibilidad.
5 Ten ánimo, Asenet; el Señor te ha dado a José como
esposa, y él va a ser tu esposo. 6 Ya no serás llamada Asenet, sino que tu nombre será «Ciudad de Refugio, ya que en ti se refugiarán muchas naciones, y bajo tus alas se abrigarán muchos pueblos, y en tu muralla serán protegidos quienes se unan a Dios a través de la conversión.

7 La conversión es hija del Altísimo e intercede ante él continuamente por
ti y por todos los que se arrepienten, puesto que el Altísimo es padre
de la conversión, y ella es la madre de las vírgenes. En todo momento
ruega por los que se arrepienten, ya que a los que la aman les ha preparado
una cámara nupcial celeste, y ella misma les servirá por siempre.

8 Es la conversión una virgen sumamente bella, pura, santa y dulce,
y el Dios Altísimo la ama, y todos los ángeles la respetan. 9 Ahora
me voy junto a José y le hablaré acerca de ti; él vendrá a tu casa hoy, te verá, se alegrará con tu presencia y será tu esposo. 10 Oye, Asenet,lo que finalmente te digo: vístete un traje de boda, tu traje del principio,
el primero, el depositado en tu alcoba; rodéate de todas tus galas preferidas, engalánate como una esposa y estate preparada para el encuentro
con él. 11 Hoy vendrá a tu casa, te verá y se alegrará.

12 Cuando terminó el hombre de hablar a Asenet, ella se regocijó
enormemente. Cayó a sus pies y le dijo:

13 —Bendito sea el Señor Dios, el que te envió para salvarme de las
tinieblas y conducirme de nuevo a la luz, y bendito su nombre por
siempre. 14 Te hablaré, señor, si es que he hallado gracia ante ti: siéntate un poco en el lecho, mientras dispongo una mesa y algunos alimentos; come, y te traeré un buen vino, cuyo aroma llega al cielo; bebe, y entonces continuarás tu camino.

Banquete cultual

16,1-17

1 El hombre le dijo:

—Tráeme un panal de miel.

2 Respondió Asenet:

—Voy a enviar a alguien, señor, a mi hacienda y te traeré un panal
de miel.

3 Repuso el hombre:

—Entra en tu alcoba y encontrarás un panal.

4 Entró Asenet en su aposento y encontró un panal sobre la mesa,
blanco y brillante como la nieve, lleno de miel, y su aroma era perfume
de vida. 5 Tomó Asenet el panal y se lo llevó al hombre. Este le dijo:

—¿Por qué dijiste: «No hay panal de miel en mi casa», y luego resulta
que me lo traes?

6 Respondió Asenet:

—No tenía, señor, ningún panal en mi casa, pero ha sucedido
como dijiste. ¿Salió acaso de tu boca? Su aroma es como el olor del
perfume.

El hombre extendió su mano, asió la cabeza de ella y añadió:

7 —Feliz tú, Asenet, porque te han sido revelados los secretos de la
divinidad, y felices los que se unen a Dios por la conversión, porque
comerán de ese panal. 8 Semejante miel ha sido elaborada por las abejas del paraíso, y los ángeles se alimentan de ella, y todo el que la
come no morirá jamás.

9 El hombre extendió su mano derecha, partió
un trozo de panal y comió; y con su propia mano puso otro trozo en
la boca de Asenet. 10 Volvió a extender la mano y posó su dedo en el
extremo del panal que mira al oriente, y la huella del dedo se convirtió
en sangre. 11 Tendió la mano por segunda vez y puso su dedo sobre
el extremo del panal que mira al norte, y la huella del dedo se convirtió
en sangre. 12 Asenet estaba en pie a su izquierda y observaba
todo cuanto iba haciendo el hombre. 13 De las celdillas del panal salieron
unas abejas blancas y brillantes como la nieve, y sus alas eran
como de púrpura y violeta; sobre sus cabezas había unas diademas de
oro, y sus aguijones eran afilados. 14 Todas las abejas se posaron en
Asenet, de los pies a la cabeza, y otras, grandes como reinas, tocaron a
la joven en los labios. 15 El hombre ordenó a las abejas:

—Retiraos a vuestros sitios.

16 Se alejaron de Asenet todas, cayeron a tierra y murieron. 17 El
hombre añadió:

—Resucitad y volved a vuestro sitio.

Resucitaron y se alejaron todas juntas hacia el patio adosado al de
Asenet.


Final de la aparición angélica

17,1-7

1 Dijo el hombre a la doncella:

—¿Has visto semejante cosa?
Respondió:

—Sí, señor, lo he visto todo.

2 El hombre añadió:

—Así ocurrirá con las palabras que te he dicho.

3 Tocó el hombre la miel, y subió de la mesa un fuego que devoró
el panal. De la combustión surgió un perfume que llenó toda la alcoba.
4 Asenet dijo al hombre:

—Hay aquí, señor, siete doncellas que me sirven, criadas conmigo
desde mi infancia, alumbradas conmigo en una misma noche. Yo las
amo. Así que las voy a llamar para que las bendigas como lo has hecho conmigo.
5 El hombre dijo:

—Llámalas.

Así lo hizo Asenet, y el hombre las bendijo con estas palabras:
—El Dios Altísimo os colmará de bendiciones por siempre.

6 Dijo el hombre a Asenet:

—Retira la mesa.

Asenet se dio la vuelta para cambiar de sitio la mesa, y en ese momento
el hombre se alejó de su vista. Asenet vio como un carro de
fuego arrebatado al cielo hacia oriente. 7 Dijo Asenet:

—Ten misericordia de tu esclava, señor, ya que por mi ignorancia
he hablado malamente ante ti.

El próximo día iniciamos la comparación.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Volver arriba