Seguidores del profeta Henoc. "Jesús y su gente" (III)

Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos comentando “Jesús y su gente” y abordamos un tema para algunos totalmente ignorado: "el henoquismo", los que siguen una corriente religiosa que en último término se adscribe a la mistrios afigura del "profeta" Henoc.

Cuando llega la hora para Sacchi de tratar de las sectas principales que existían en el Israel del siglo I (tema obligado en obras del género), prefiere hablar más de “áreas” de ideas que de sectas. Nada que comentar cuando menciona a saduceos y fariseos. Sí puede parecer curiosa una distinción muy del gusto de Sacchi, cuando habla del “área” de los esenios, entre éstos propiamente hablando y los “henóquicos”.

Dentro de esta área, según Sacchi, está bien individuada una tendencia teológica existente desde el siglo V a.C. entre los judíos piadosos que se denomina “henoquismo”. Cuando nació Jesús tenía esta corriente religiosa siglos a sus espaldas. Según una hipótesis de cierto valor, los fundadores de esta corriente fueron los sacerdotes que Nehemías expulsó del templo de Jerusalén que se había o estaba reconstruyendo. La razón del rechazo fue que no pudieron demostrar con documentos genealógicos tras el Exilio que eran descendientes de los exilados (por tanto, no pudieron probar que “judíos auténticos no contaminados”) = Nehemías 7,64-65.

Las características del henoquismo, según Sacchi, son las siguientes:

• El origen del mal debe buscarse en un pecado cometido por los ángeles en los primeros tiempos de la creación.

El henoquismo ignora la ley mosaica. Sí acepta el Templo y su función. Como prueba aporta Sacchi el “Libro de los Sueños” que hoy forma parte de esa especie de obra compuesta que designamos como Libro I de Henoc [texto español en Apócrifos del Antiguo Testamento, Edit. Cristiandad, Madrid, vol. IV]. Se observa que cuando su autor, desconocido, cuenta el episodio de Moisés en el Sinaí no nombra la Ley: 1 Hen 89,28-40. Omisión extraña y que tiene su significado

La moral henóquica no hace referencia a la ley de Moisés, sino a otras leyes divinas, las normas no peor definidas que se encuentran en las “tablas celestiales”. La alusión más antigua a estas “tablas” donde todo está escrito y que sirven de pauta ética para el mundo de abajo, la tierra, se encuentra probablemente en Éxodo 25,9.40. En este pasaje se dice que el Tabernáculo o Tienda de la Alianza ha de construirse sobre modelos celestiales que Dios le muestra a Moisés en el Sinaí.

La documentación explícita más antigua sobre la existencia de estas “tablas” con las disposiciones celestiales que el hombre debe seguir es el llamado “Libro del curso de las luminarias celestes” o “Libro astronómico”. Es una obra también recogida en 1 Henoc, caps 72-82, del siglo III a.C. Debe de ser de esta fecha puesto que aparece citado ya en el Libro de los Jubileos 4,17, obra del siglo II a.C.. Su texto es el siguiente:

El ángel Uriel me dijo: “Mira Henoc las tablas celestiales y lee lo que está escrito en ellas, y entérate de toda cosa”. Miré las tablas celestiales, leí todo lo escrito y supe todo; y leí el libro de todas las acciones de los hombres y de todos los seres carnales que hay sobre la tierra, hasta la eternidad. Entonces bendije al gran Señor, el Rey de la gloria eterna, por haber hecho toda obra del mundo, y alabé al Señor por la paciencia de los hijos de Adán. Exclamé entonces: “Bienaventurado el hombre que muere justo y bueno, sin que le hay sido inscrita (en las tablas celestiales) ninguna iniquidad ni se la encuentre en el día del Juicio…”


Hacia la mitad del siglo II el henoquismo entra en una grave crisis de la que emergen los esenios, de los que luego se desprenden los habitantes de Qumrán. Según Sacchi, en el esenismo henóquico el problema sigue siendo la ley de Moisés. Mientras que un grupo (el que está detrás del Libro de los Jubileos) acepta la ley mosaica aunque subordinándola a las “tablas celestiales”, otro grupo –los representados por el “Libro de los Parábolas”, de nuevo otra parte, capítulos 37-71 de 1 Henoc; de fecha incierta, pero desde luego en torno al final del siglo I a.C. o siglo I después (Sacchi lo fecha hacia el 30 a.C.)- la siguen ignorando.

Según Sacchi, con la aceptación al menos parcial y problemática de la ley mosaica como norma ética, el henoquismo cambia de faz:

“Se siguen atribuyendo a las Tablas celestiales leyes de la secta, de las cuales conservamos una treintena. Unas veces son citadas por los esenios con cierta precisión; otras veces se refiera a ellas genéricamente, por ejemplo para condenar a los ricos, a los defraudadores, a los idólatras (1 Henoc 94,6-103,5 y Jub 4,5.32; 23,32; 30,9)”.

“Así –dentro del libro 1 de Henoc, el “Libro de la astronomía” y la llamada “Epístola de Henoc” o “Libro de enseñanzas y castigos” (caps. 91-104)- citan aquí y allá alguna ley como escrita en las tablas celestiales, pero en ninguno aparece ninguna transcripción completa de ley alguna, que se muestran ser inventadas a la ocasión, de vez en cuando, según las exigencias” (p. 37).


• En tiempos más recientes, posteriores a la predicación de Jesús, se desarrolla entre los henóquicos la importancia central del amor en la ética. Esta caridad o amor es llamada “piedad y dulzura” sobre la base de Proverbios 31,26 en el libro denominado Henoc eslavo o “Libro de los secreto de Henoc” o “Libro segundo de Henoc”, 42,13 [numeración de los capítulos según la edición de Charlesworth].

Una nota:

Este libro se ha conservado sólo en lengua eslava antigua, en dos recensiones, una breve y otra larga y ha sido publicado en Apócrifos del Antiguo Testamento, vol. IV, pp. 147-202. Es posible que en su forma más antigua esta obra contenga materiales del ciclo de Henoc de la segunda mitad del siglo I d.C. Textos referentes al amor como centro de la vida moral son 44,4; 50,6 y 52,7-13 [numeración de los capítulos según la edición de Charlesworth].

• Entonces los henóquicos “atribuyeron a la ley mosaica un valor puramente histórico: sólo podía ser considerada válida en los límites que respetaba la ley de las Tablas celestiales. Esto representaba evidentemente un compromiso para absorber de algún modo la tradición sadoquita o sacerdotal” (pp. 37-38).

Seguiremos el próximo día con más características de lo que Sacchi denomina “henoquismo” y que parecerá, al menos para algunos, sorprendente.

Obsérvese de paso la tremenda importancia del Libro I de Henoc... y en general de los "Apócrifos del Antiguo Testamento".

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Volver arriba