Hazte socio/a
Última hora
El resumen 2025 de RD

En manos de Dios: año nuevo. Manos de madre.

Extraído de "Sinfonía divina, acordes encarnados" Edit. PPC

La universalidad de Dios

Nos toca contemplar la grandeza de Dios en la humildad de un corazón sencillo de madre en María. Fijarse en los detalles de la vida y saber vislumbrar en ellos lo sagrado de lo más humano y de lo más pequeño. La sacralidad de lo materno es sacramento real de la misericordia universal de Dios, y así es su bendición universal.

madre manos | José Moreno Losada

SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS: manos de madre que bendicen

Manos de madre | José Moreno Losada

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho. Al cumplirse los ocho días tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.Lucas 2,16-21

El corazón y las manos de Madre

madre | Jose Moreno Losada

Al contemplar el corazón y las manos de María con Jesús me viene la oración de alabanza y

agradecimiento en recuerdo de mi propia madre y la contemplación de sus manos…

En esta ocasión no es la mirada, sino tus manos. Esas manos que en los últimos años no podían dar, por lo que te entristecías mucho, pero podían recibir, y lo hacías con la misma alegría y complicidad, sencillez y silencio que cuando lo dabas todo. De ese modo, con tus manos ultimadas nos regalabas el mayor tesoro para la contemplación de la verdad de la vida en el amor. Y el recuerdo de tus manos me hace entrar en la paz de lo divino, en lo amable, en la caricia, también en la interpelación y la exigencia –a veces con la zapatilla, hasta que fuimos más mayores y te ganábamos en el cuerpo a cuerpo–, en la entrega y donación sin límites, en el cuidado de lo débil, en el abrazo y el alimento…, en la vida.

La vida, la luz, la verdad, la ternura…, en tus manos nos recibiste en la vida, y con ellas nos enseñaste a sentirnos queridos y abrazados de un modo único, de esa manera que te hace equilibrado y seguro, en medio de las debilidades para toda la existencia. Nos lavabas y nos perfumabas, enseñándonos que en este hacer tan diario mostramos nuestro ser y nuestra personalidad, que unos zapatos limpios decían mucho del cuidado de una persona… Lo hiciste de tal manera que no podemos limpiarnos esos zapatos sin sentir tu cercanía y vigilancia.

Con tus manos nos indicaste y descubrimos caminos de saludos, de encuentro, de hábitos, de generosidad, ternura y alegría. Con esas mismas manos nos acogías tras nuestras caídas para animarnos, nos curabas y nos cuidabas en la debilidad de la enfermedad. Organizabas la casa, llena de varones, con esas horas interminables en la panera, con el jabón y la ropa, para pasarla a la plancha, que nos regalaba ese olor tan característico al entrar en la casa en el invierno.

Con esas mismas manos nos enseñaste a rezar, a hacer la señal de la cruz antes de dormir, al amanecer, al salir de casa, al entrar en la iglesia, al comenzar el rosario… a recibir la comunión y besar los símbolos.

Las manos para el saber y la fraternidad. Con ellas nos acompañaste para llevarnos a la escuela y mostrarnos cómo seríamos mayores e iríamos solos o, más bien, los hermanos acompañados y cogidos de la mano. Nos enseñaste a tener paciencia para esperar que padre partiera el pan y nos diera un trozo a cada uno, a saber repartir entre los tres de un modo igualitario, a preferir y priorizar al más débil y al pequeño, al enfermo cuando estaba enfermo, al que estaba fuera cuando volvía, al triste y preocupado hasta que se alegraba…, hasta nos enseñaste a bailar agarrados, no terminaría nunca de hablar de tus manos… Y ahora las recuerdo ya paralizadas, pero entre las mías y las de mis hermanos, llenas de historia, de surcos de una amor sin límites en la bondad y en la gratuidad más absoluta… Las cogíamos como un tesoro que nos dinamizaba y nos lanzaba a vivir desde dentro, a contar de otra manera las ganancias que surgen del corazón entregado y agradecido, a mirarlas como manos divinas, como protección poderosa, como bendición continua, como caricia eterna, con fuerza inagotable, como prenda de la vida futura.

Tus manos divinas y el altar… en esta fiesta, mirando a María y a Jesús, me miraré mis manos, las abriré a la eucaristía, al pan partido y te celebraré de nuevo, desde el recuerdo agradecido rezaré: ¡«El Señor estuvo grande con nosotros, y estamos alegres», por las manos de nuestra madre! ¡Esas manos divinas que ahora desde el cielo nos siguen bendiciendo y protegiendo junto al Padre Dios!

Madre | José Moreno Losada

Las manos de Dios y el corazón de Madre

Como una verdadera madre, las manos de Dios se manifiestan creadoras, nos hacen y configuran como las del alfarero. Cada día las sentimos al despertar y agradecer la luz que nos permite vivir y respirar; sin ellas no somos nada, y cada amanecer somos acariciados con la ternura de lo nuevo.

Las manos de Dios nos visten y revisten de dignidad y nos hacen capaces de lo bueno y lo grande desde la mayor pequeñez. Estamos revestidos de comunión en lo social y lo fraterno, somos todos huesos de nuestros huesos y carne de nuestra carne. La mano de Dios está en nosotros y se revela en cada abrazo de acogida y bondad entre los hombres.

Las manos de Dios curan y sanan, consuelan y acompañan. La realidad se viste de cuidados llenos de verdad y de vida, sería imposible la vida sin la salud de lo bueno, sin la bondad del Creador, que se manifiesta como Padre. Descubrir este poder diario en la humanidad es ejercicio de creyentes tocados por la gracia y la misericordia. Dichosos aquellos que saben contar y cantar la historia desde la ternura y la curación.

Las manos de Dios acompañan y guían en el mayor silencio y con la mayor energía. El discernimiento personal y comunitario, la capacidad de decidir, proyectar, compartir, avanzar, construir o destruir no dejan de ser espacios de esa mano de lo divino que confía y empuja a lo mejor.

Los manos de Dios se hacen carne y se dan como pan y vino en la historia de ese hermano eterno y definitivo que ha hecho una alianza eterna y definitiva con toda la humanidad, principio y fin de la creación, que no deja que nada se pierda, sino que todo se salve y llegue al conocimiento de la verdad del amor definitivo de Dios. Manos crucificadas que resucitan y nos abrazan en la esperanza de una tierra y unos cielos nuevos, cubierto todo por la luz del amor en la eternidad de lo divino.

Acordes encarnados:

8. LAS MANOS DE MI MADRE | A. Calvo & P. Monty

Manos de madre

Jugaban esas manos con la vida,

nos alzaban con firmeza y con ternura,

y si el mundo hería con su embestida,

ellas eran consuelo, fe segura.

Las manos | José Moreno

.

También te puede interesar

Extraído de "Sinfonía divina, acordes encarnados" Edit. PPC

En manos de Dios: año nuevo. Manos de madre.

Iniciales bordadas por manos maternas

Detalle para orar: familia sagrada

Extraído de "Sinfonía divina, acordes encarnados" Edit. PPC

Sagrada familia: migración y huida

Lo último