Ricos que son unos pobrecitos

El pasado día 4 de agosto leí esta noticia que copio literalmente: “Leo Messi y Antonella Roccuzzo pidieron a los 260 invitados a su boda que, en vez de regalos, realizaron donaciones”. Hasta aquí todo muy elogioso, a partir de ahí viene lo vergonzoso. Sigo copiando literalmente: “ La ONG Techo ha precisado que ha recibido unos 9.500 euros para construir casas, es decir: 36,5 euros por invitado. La cifra ha sido criticada por los medios argentinos, teniendo en cuenta que entre los invitados había futbolistas de primer nivel. Por ejemplo, Piqué se gastó miles de dólares en el casino habilitado para los asistentes al enlace”.


La noticia se comenta por sí sola. Una boda que habilita en casino para sus invitados, ya denota el nivel (el de riqueza, sin duda; y también otros niveles) de los asistentes a la boda. Recuerdo una boda de dos amigos que hicieron una petición similar a sus invitados, todos económicamente “mileuristas”. En esa boda se recaudó muchísimo más para la ONG que los novios patrocinaban, que en la boda de Messi. Las personas sencillas son más generosas que las ricas, entre otras cosas porque los ricos nunca tienen suficiente, y como no tienen suficiente, nunca les basta con lo que tienen.


Reconozco que a mi me entretiene el futbol. Me gusta ver ganar a mi equipo. Pero eso no debe cegarnos: en el fondo admiramos y apoyamos a personas que, en bastantes ocasiones (no siempre, pero en ocasiones) no tienen nada de ejemplares en su vida personal.


Los términos rico y pobre son ambiguos. Pueden tener muchos sentidos. Ricos, pobres ¿en qué? ¿En dinero, en cultura, en humanidad, en espiritualidad, en generosidad? Por eso he titulado que hay ricos (en dinero) que son unos pobrecitos (en humanidad). Hay ricos materiales. También hay ricos en humanidad y, desde esta perspectiva, el verdaderamente rico es el que menos necesita. Y cristianamente hablando, rico es el que encuentra su riqueza en Dios y, precisamente por eso, sabe compartir, pues ve en todo ser humano a un hermano. Normalmente suelen coincidir los ricos en humanidad y los ricos ante Dios.

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