1 nov 2025
Sacerdotes casados: la santidad prohibida
La santidad de los sacerdotes casados es hoy una profecía silenciada dentro de la Iglesia, una voz que el clericalismo intenta ocultar pero que el Espíritu mantiene viva. En ellos brilla la doble sacramentalidad del Orden y del Matrimonio, signos de servicio y comunión para una Iglesia más humana y encarnada.
El celibato obligatorio —disciplina tardía y no dogma— es funcional al clericalismo, una estructura de pecado que confunde santidad con control. Hans Küng y Paul Collins denuncian que esta imposición separa al clero del pueblo y alimenta abusos, arrogancia y doble vida. El obispo Nann y el presbítero Puente Olivera confirman que el amor no destruye la vocación, sino que la transfigura en una nueva forma de fidelidad.
“Al condenar al sacerdote que se casa, la Iglesia no solo castiga a un hombre, sino que está devaluando simbólicamente el matrimonio y, sobre todo, a la mujer con la que se casa. Ella se convierte en la 'tentación', la 'culpable' de la 'pérdida' de un sacerdote. Es una visión profundamente misógina que refuerza la idea de que la mujer es un peligro para la santidad del varón consagrado" (I. Corpas)
No hay lugar para ellos en la Iglesia, pero la mayoría desea seguir sirviendo desde su nueva condición. Reconocer la santidad del sacerdote casado no será tolerancia, sino conversión eclesial: pasar de una Iglesia de casta a una Iglesia de comunión.