Jesús como Señor/mesías en el judeocristianismo (y III) (109-Z)

Hoy escribe Antonio Piñero


Concluimos abordando hoy directamente la pregunta anunciada al final de la postal anterior: ¿cómo entender que los judeocristianos llamen “Señor” a Jesús resucitado?

Para mí la respuesta no es tajante, directa, sino indirecta y deductiva. Pero algo sí me queda claro: como no me parece posible adjudicarle un sentido absoluto (Señor = a Dios) ya que los primeros judeocristianos eran estrictamente judíos monoteístas –para ellos una suerte de Binidad o Trinidad habría sido considerada politeísmo; y lo sabemos seguro, pues condenaron intentos parecidos en el seno del judaísmo "ortodoxo" de la época, que discutía sobre “dos poderes en el cielo” = la existencia de un Dios superior y, a la vez, de una suerte de ayudante divino, subordinado a Él, pero divino- no nos queda otro remedio que interpretarlo de una manera “más suave”, no tan cargada de sentido, al estilo de lo que un judío de la época pensaba de Elías, Henoc o Melquisedec: eran hombres pero a la vez ayudantes calificados de Dios sin dejar de ser humanos, sin embargo.

El proceso y la mentalidad sería análoga a otro fenómeno que se ha podido ver entre los manuscritos del Mar Muerto: se llama también a un personaje con funciones mesiánicas “Hijo de Dios” (4Q246) con un tono muy “elevado” (más que lo normal en el judaísmo), y sin embargo, al autor del pasaje no se le ocurre pensar que este “hijo de Dios” sea en verdad Dios.

Me parece que a Pedro se le ocurre llamar a Jesús “Señor”, de una manera análoga a lo que podrían pensar los autores de los Manuscritos del Mar Muerto que escriben sobre personajes humanos semicelestes. Es decir, sin considerar plenamente divino a Jesús. Jesús ha sido dotado por Dios con poderes extraordinarios tras su resurrección…, es considerado como alguien que está “en la órbita” de Elías o Melquisedec o un misterioso "hijo de Dios", que aparece en un pasaje qumránico que aduzco a continuación, pero que no es Dios de ningún modo, tal como se entenderá clarísimamente unas decenas de años más tarde en el Cuarto Evangelio:

Veamos el texto que presento como comparación (se denomina también Pseudo Danielª:

1 Será denominado hijo de Dios, y lo llamarán hijo del Altísimo. Como las centellas 2 de una visión, así será el reino de ellos; reinarán algunos años sobre 3 la tierra y aplastarán todo; un pueblo aplastará a otro pueblo y una ciudad a otra ciudad, 4 hasta que levante al pueblo de Dios y haga descansar a todo de la espada. 5 Su reino será un reino eterno, y todos sus caminos en la justicia; juzgará] 6 la tierra con justicia, y todos harán la paz. Cesará la espada en la tierra, 7 y todas la ciudades le rendirán homenaje. El Dios grande con su fuerza 8 hará la guerra por él; pondrá los pue¬blos en su mano y 9 arrojará todos ante él. Su dominio será un dominio eterno, y todos los abismos...


Comenta Florentino García Martínez (en Los Manuscritos del Mar Muerto. Balance de hallazgos y de cuarenta años de estudios, Ediciones El Almendro, Córdoba, 1994, [eds. A. Piñero-D. Fernández Galiano] pp. 203-204):


Muy importante es la aparición en este pasaje de un personaje misterioso al que le serán dados los títulos de "hijo de Dios» e "hijo del Altísimo», personaje que "será grande sobre la tierra” y a quien "todos servirán».

Este personaje es descrito con los rasgos del “Hijo del Hombre” del Libro de Daniel, de donde provienen las expresiones “Su reino será un reino eterno» (Dn 7,27) y «su dominio será un dominio eterno» (Dn 7,14) que nuestro autor aplica al protagonista misterioso de su relato, al que considera sin duda alguna como un individuo, un hombre.

Este personaje es presentado también como juez del mundo entero y su dominio se extiende a todo el orbe. Su acción terminará el período de crisis precedente e introducirá la situa¬ción de paz escatológica, lo que permite comprender los títulos excelsos de «Hijo de Dios» e «hijo del Altísimo» que se le aplican.


Hasta aquí la cita.

Es cierto que a ninguno de estos personajes llaman “Señor” estos textos judíos de los que disponemos para hacer comparaciones con los Hechos de los apóstoles, capítulo 2. Ahora bien, suponer que Pedro dio el paso desde un “Jesús dotado por Dios con enormes poderes” a un Jesús “Señor, aunque con un significado limitado en cuanto a su pertenencia al ámbito de lo divino”, creo que no es una exageración, sino una hipótesis plausible.

En síntesis: creo percibir en el discurso de Pedro -tal como lo transmite Lucas en los Hechos de los apóstoles- los inicios, aún muy judíos, de una consideración de Jesús "muy elevada". Con otras palabras: se están poniendo las bases para lo que luego se denominará "alta cristología" (Jesús = a Dios), pero sólo las bases... En ello Pedro no supera lo que pensaba el judaísmo más "avanzado" de la época, tanto en Qumrán como fuera de este ámbito.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es

“Los dos mesías. El guerrero y el sacerdotal”

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Magíster de "Ciencias de las Religiones"

Universidad PABLO DE OLAVIDE , Sevilla

Véase postal de 26-06-2009

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http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.
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