“La escuela de Alejandría y de Antioquía frente a frente” (91-04)

Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: La interpretación del Nuevo Testamento a lo largo de la historia


Dijimos en la postal anterior que con la obra de Clemente de Alejandría se había iniciado la utilización del método alegórico en la exégesis de la Biblia. Igualmente podemos decir que Orígenes fue el primer exegeta profesional de este período. El alejandrino explica en su obra Sobre los primeros principios (4,2, 4-17) que basaba su método hermenéutico en el presupuesto de que en la Escritura se encuentran tres sentidos diferentes, aunque complementarios:

· Literal o “físico”,

· Moral o “psíquico” y

· Alegórico o “intelectual”/“espiritual”.

El sentido alegórico le llevaba a ver en las Escrituras –como ocurría con Filón de Alejandría- el respaldo a un sistema filosófico, que interpretaba toda la naturaleza de acuerdo con la revelación…, y todo ello sin necesidad de abandonar la ya conocida regula fidei (“regla de la fe”) de la Iglesia.

El método de los sucesores de Orígenes, sobre todo el alegórico, fue criticado por otra escuela hermenéutica cristiana, radicada en otra de las ciudades importantes del Imperio Romano, Antioquía. En el contexto de las controversias cristológicas, es decir, en las discusiones sobre cómo había que entender la naturaleza del mesías o “Cristo” (cómo Jesús era Dios y en qué sentido) la escuela de Antioquía ponía el énfasis en la interpretación literal e histórica de la Biblia.

Si la hermenéutica es al mismo tiempo arte (imaginación) y ciencia (rigor en el raciocinio), la escuela de Alejandría había insistido en ella como “arte”; la de Antioquía, sin embargo, la elevó a la categoría de ciencia. Frente a la letra del texto, los teólogos alejandrinos trataban de hallar el espíritu, es decir, el sentido espiritual oculto bajo los velos de la alegoría, mientras que los pragmáticos antioquenos estaban interesados ante todo en lo que los autores sagrados quisieron decir directa y llanamente.

De este modo, la exégesis de Teodoro de Mopsuestia (hacia 350-420) y de Juan Crisóstomo (hacia 354-407), hizo especial hincapié en el sentido literal. Sin embargo, no dejó por ello de reconocer la existencia de figuras, metáforas, dobles sentidos en el texto bíblico, ni tampoco dejó de percibir que existía una evolución doctrinal dentro del Nuevo Testamento (no todos los autores piensan lo mismo, ni mucho menos) y de cada autor en particular. Esto supuso un nuevo avance en la exégesis patrística, aunque intentando mantenerse siempre dentro de los límites de la tradición eclesiástica.

Pongamos un ejemplo de la diferencia entre ambas escuelas fijándonos en el núcleo de la cristología de cada una de ellas, utilizando conceptos de la obra de Roger Haight, Jesús símbolo de Dios (Trotta, Madrid 2006) que es un tratado de cristología:

La cristología alejandrina

El núcleo de la cristología alejandrina está en la unidad consistente o identidad continua del Logos o Hijo divino durante las tres etapas “de su existencia”, por así decirlo. Esta cristología tiene un único objeto: el Logos. Este Logos-Hijo es el hijo eterno de Dios quien, de una manera que parece haber sido entendida literalmente, tomó carne humana durante el espacio de una vida humana, y luego resucitó de entre los muertos y ascendió a su lugar dentro de la divinidad.

La unidad e identidad continuas del Logos divino como sujeto que es también Jesús de Nazaret se acentúa todavía más en esta cristología alejandrina por medio de una minimización deliberada, o negación del alma humana de Jesús. Esta “carne” significaba al principio todo lo que implica ser un hombre. Pero en la tradición alejandrina no parece que fuera concebida como un ser humano integral, pues carece de alma racional, no es un sujeto humano o carece de la individualidad, libertad y la acción humanas. Esto tiene consecuencias, pues la salvación del ser humano se concibe de un modo analógico a lo dicho: si Jesús había simplemente asumido la carne, la salvación del ser humano consiste en que Dios lo divinice negando su realidad carnal.

La cristología antioquena

El núcleo de la cristología antioquena consiste en una sólida concepción de Jesucristo como una figura o persona histórica que tenía dos naturalezas distintas. Mientras que el centro de atención, o el referente de la cristología alejandrina es un sujeto divino, el Logos que se hizo carne, la cristología antioquena tiene como referente imaginativo una figura histórica, Jesús de Nazaret, lo que implica una visión diferente de las cosas.

En contraste con una cristología del “Verbo/carne”, esta otra puede denominarse una cristología del “Verbo/ser humano” y una cristología “inhabitacionista” porque Jesucristo es “el ser humano asumido” por el Verbo. Sin embargo, no es una cristología adopcionista. Teodoro de Mopsuestia la excluye explícitamente: “El que fue asumido según la presciencia divina fue unido con Dios desde el principio, ya que recibió el fundamento de la unión en su misma formación en el seno materno” (De incarnatione 7). El tema guía es, pues, la dualidad de divinidad y humanidad unidas en una persona, Jesucristo.

Hay una gran consistencia entre las líneas principales de esta cristología del “Verbo/ser humano” y su concepto de la salvación. Partiendo de la premisa de que la historia de la salvación está cercana al modo como se experimenta a Jesucristo, se puede decir que esta cristología está informada por la convicción de que Jesucristo era un ser humano completo y un modelo para los demás. Se salva el ser humano imitando a Jesús.

Se mira a Jesucristo en busca de orientación sobre cómo llevar una vida que conduzca hasta Dios. La cristología del descenso del Logos se combina con una antropología integral que supone la existencia en Jesús de una mente racional y de la libertad. Y las dos, la divinidad y la humanidad, se mantienen unidas con una unión que nunca se explica satisfactoriamente.

El quehacer de ambas escuelas, alejandrina y antioquena respondía a concepciones filosóficas distintas: idealismo platónico y neoplatónico en Alejandría; aristotelismo, empirismo y realismo filológico-gramatical en Antioquía. En las discusiones de estas dos escuelas tuvo la primacía la cuestión de los sentidos del texto bíblico La tendencia alegorizante de la escuela alejandrina, no obstante, acabaría imponiéndose en la Edad Media latina.

El siglo V

La exégesis del siglo v se movió a bandazos entre el sentido literal e histórico y el alegórico. Con ocasión de las controversias cristológicas de este siglo, los teólogos empezaron a cerrar filas y el consenso comenzó a surgir. Con Jerónimo (hacia 341-420) y Agustín (354-430) en occidente, y Teodoreto de Ciro (hacia 393-466) en oriente, la exégesis renació basándose en tres puntos de convergencia: el interés teológico-pastoral, el texto contemplado desde el ángulo de la fe y la interpretación “edificante”.


Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

………….……………

• En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es :

“Presentación de la película ‘El discípulo’”

• Información sobre la película acerca de Jesús de Nazaret, titulada “El discípulo”:

www.eldiscipulofilm.com
Volver arriba